Podio en inflación: oro para Venezuela, plata para Argentina

Adrián Simioni

Los venezolanos se desayunaron hoy con un bando del Banco Central de Venezuela que anuncia que, desde el 1 de octubre, habrá una nueva moneda: el Bolívar Digital.

Al infierno inflacionario chavista ya no le quedan más nombres para su moneda. Hugo Chávez había largado el Bolívar Fuerte. Después, Nicolás Maduro lanzó el Bolívar Soberano.

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La razón es siempre la misma: adecuar la moneda a la irracionalidad de ese laboratorio económico manejado por dementes que legó Chávez, por lejos la persona que más daño ha provocado a la Nación venezolana.

Ya era imposible operar. Primero, porque aunque se fue emitiendo billetes con cada vez más ceros la hiperinflación siempre es más veloz. Aún con los billetes grandes, es imposible pagar un boleto de colectivo.

Segundo, porque la impresión no da abasto. El costo de fabricar cada billete en muchos casos es mayor que el valor del billete. Y se necesitan tantos billetes para cada transacción que los billetes escasean.

Los cajeros automáticos se han vuelto inútiles porque hay que sacar miles de piezas para transacciones minúsculas. Nadie puede recargarlos con la rapidez necesaria. Por eso en un año desapareció un cuarto de los cajeros.

Es una tremenda paradoja. El régimen más antiimperialista de Sudamérica, acabó dolarizado. Se paga hasta el colectivo en dólares.

Así que ahora se viene un nuevo intento. Y una nueva moneda. El Bolívar Digital tendrá 6 ceros menos que el Bolívar Soberano, que a su vez tenía 8 ceros menos que el Bolívar Fuerte.

En definitiva, la catástrofe social causada por la demagogia y el populismo de regímenes dispuestos a perpetuarse en base a la emisión trucha de dinero les robó 14 ceros en 22 años a los venezolanos que trabajan.

Venezuela es el campeón indiscutido de América latina. Detrás viene la Argentina, con 13 ceros en 51 años.

En las Olimpiadas Inflacionarias, el Estado venezolano se lleva el oro. Cada dos años, les afana más de dos ceros a sus ciudadanos. Y el Estado argentino se lleva la medalla de plata: cada dos años nos roba medio cero.

Muy, pero muy atrás, desde hace ya mucho tiempo, vienen los demás países del mundo. Una manga de perdedores.