Alguna vez le pidieron que contara en un reportaje una anécdota de rebeldía de su adolescencia, y él respondió: “Siempre fui bastante prolijo, no me voy a hacer el rebelde. Fui rebelde como para no aceptar la disciplina familiar sobre qué es lo que tenía que hacer en mi vida, pero en mi infancia fui muy prolijo”.

Su mayor travesura escolar, cuando estuvieron a punto de expulsarlo del colegio por amonestaciones, “fue por jugar al fútbol con una chapita en el recreo”.

Mauricio Macri ha organizado su vida paso a paso, alejado del mandato paterno que implicaba ser directivo de sus empresas, pero con un crecimiento conciente y constante.

Su padre Franco ha resistido desde siempre sus incursiones políticas y ha llegado a declarar su desagrado por las aspiraciones presidenciales del hijo mayor. Afín al kirchnerismo, el octogenario supo manifestar que “Mauricio no tiene corazón para ser presidente”.

Macri se recibió de ingeniero en la Universidad Católica -tras cursar también en costosos centros de estudios de Nueva York y Filadelfia-, trabajó en las empresas de su padre (Socma y Sevel), fue presidente de Boca Juniors desde 1995 hasta 2008, diputado nacional de 2005 a 2007 y luego jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, desde 2007 a la actualidad.

Sólo el secuestro del que fue víctima en 1991 no estaba en sus planes. Catorce días pasó a merced de la después conocida como “La banda de los comisarios”, plazo tras el cual lo liberaron luego del pago de un rescate de seis millones de dólares.

Estremece su recuerdo de aquellas horas: “Me empujaron hacia una camioneta blanca que estaba estacionada con el motor en marcha... Al rato estaba metido en un ataúd en la parte de atrás de una Volkswagen. Me ataron las manos y los pies con alambre y me pusieron una capucha negra... Me empezó a faltar el aire. No podía moverme y casi ni respirar. Tenía miedo”.

Recién este año y a través de su página web se animó a hablar de ese trance. “Aquel sábado 24 de agosto de 1991, a la 1.15 de la madrugada, en la profunda oscuridad de ese cajón de muertos, algo en mi interior cambió para siempre”. “Recibí más de lo que me sacaron por haber sido secuestrado”, escribió en otro párrafo de su autobiografía.

Nada parece casual en su vida. Mucho menos haber llegado a la presidencia de Boca y desde allí edificar una imagen de gestor exitoso que le permitió gobernar la ciudad más rica y problemática del país.

Durante su administración al frente de Boca, el equipo obtuvo 17 títulos (11 internacionales en ocho años), convirtiéndose en el presidente del club que más logros futbolísticos ha obtenido. Ese fue el espaldarazo que le posibilitó meterse en la política, sin quedar obligado a padrinazgos comprometedores.

En 2003 fundó el partido Compromiso para el Cambio y se presentó a elecciones de jefe de gobierno porteño acompañado por Horacio Rodríguez Larreta. En primera vuelta logró el 37,55 % de los votos, mientras que la fórmula oficialista integrada por el entonces jefe de gobierno Aníbal Ibarra y Jorge Telerman obtuvo el 33,54 %.

En el balotaje, Ibarra consiguió la reelección con un 53,48 % sobre el 46,52 % de Macri. En 2005, armó la alianza electoral Propuesta Republicana con Ricardo López Murphy, acuñó la sigla PRO, y ganó una banca como diputado nacional.

En 2007 volvió a presentarse para acceder a la Jefatura de Gobierno porteño, en esa ocasión acompañado por Gabriela Michetti, y derrotó al kirchnerista Daniel Filmus.

Aunque ya empezaba a soñar con la Presidencia de la Nación, en 2011 buscó la reelección en la Jefatura de Gobierno porteño -en fórmula con María Eugenia Vidal- y aplastó en balotaje al binomio Filmus-Carlos Tomada. Así, desde Boca y la Jefatura de Gobierno porteño, Macri ha logrado erigirse como uno de los principales candidatos a reemplazar a Cristina Fernández.

Pero no todas fueron rosas. Ha debido declarar en los estrados judiciales por una denuncia que le presentó en 2009 Sergio Burstein por presunto espionaje en su contra por parte de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires.

Por ese caso fueron detenidos los ex jefes de la Metropolitana Jorge “Fino” Palacios y Osvaldo Chamorro y el presunto espía Ciro James. También debió renunciar el por entonces ministro de Educación porteño, Mariano Narodowski. El juez federal Sebastián Casanello dispuso que no hay pruebas suficientes para someter al líder del PRO a juicio oral, pero tampoco para sobreseerlo.

Y recientemente su candidatura presidencial resultó afectada porque trascendieron presuntas irregularidades en contrataciones a la consultora del periodista Fernando Niembro.

La alianza electoral con la UCR y el armado del frente Cambiemos le han posibilitado el sustento político nacional del cual carecía años atrás por concentrar su gestión en Capital Federal.

Sin embargo, en ese entretejido político, siempre ha quedado claro que él lidera el espacio. En las primarias de agosto logró un aplastante 80,75 % de los votos, mientras que Ernesto Sanz (UCR) consiguió el 11,47 % y Elisa Carrió (Coalición Cívica) el 7,78 %.

Después de ser hipercrítico con el kirchnerismo, en los últimos meses pasó a reconocer que en caso de llegar a la Presidencia mantendría en la órbita estatal a YPF y Aerolíneas Argentinas. Así ha buscado captar a aquel elector que valora ciertas medidas del oficialismo pero que está desencantado con el estilo impuesto a la gestión.

En su prolijo derrotero, Macri contempla una victoria el domingo, pero no está claro cuál será su destino en caso de que aquel plan concebido hace años tenga otro final.

Macri, el prolijo.