"No había otra forma de comunicarnos", recordó Roberto Ortiz.

Historia de vida

Roberto Ortiz, el telegrafista que unió continentes

28/04/2020 | 17:09 | Trabajó en 1966 en la Isla Decepción, en la Antártida. Compartió con la audiencia de Viva La Radio la experiencia y tradujo un mensaje en código morse. Escuchá.

Audios

"No había otra forma de comunicarnos", recordó Roberto Ortiz.

Roberto Ortiz recuerda con cariño cómo en 1965 cambió su vida para siempre: ganó un concurso para trabajar como telegrafista en la Antártida y desde entonces su historia se cuenta en código morse. 

“Gané el concurso y en 1966 tuve la posibilidad de trabajar como telegrafista por un año en la Isla Decepción”, contó en diálogo con Cadena 3.

La Isla Decepción pertenece al archipiélago de las islas Shetland del Sur. Se sitúa al noroeste de la península y es uno de los tres volcanes de la Antártida (junto al monte Erebus y la isla Buckle).

“Nos habían advertido de la actividad volcánica: temblores y fumarolas. Había también un lago cuya agua, por efectos del volcán, permanecía siempre a una temperatura de 35 grados”, recordó.

En aquella época había tres destacamentos en el lugar y Roberto era telegrafista de uno de ellos: “Nuestro destacamento pertenecía a la marina. Éramos cuatro los encargados de todas las comunicaciones que se hacían por radio. Cubríamos las 24 horas de servicio”.

“Era la única forma de comunicar los mensajes importantes. La mayoría eran informes meteorológicos se emitían desde la isla cada tres horas. También atendíamos mensajes personales. Los comunicábamos a Pacheco Radio, de Buenos Aires. Desde ahí establecían la comunicación personal”, narró

Roberto permaneció un año, hasta 1966, en la Isla Decepción. “No podíamos salir, dependíamos del mar que casi siempre estaba congelado. Volví a casa un año después”, dijo.

Hoy, la cuarentena lo ha alejado de su casa y lo mantiene desde el mes de febrero en Villa Dolores. “Estoy viviendo otro encierro más como en los '60. Pero esta vez estoy con mi mujer. Estamos esperando algún permiso para volver a casa”, comparó.

A pesar de los años, Roberto no ha perdido su pasión y vínculo con el telégrafo. Actualmente da cursos en el Radio Club de su Río Gallegos natal. “Para ser hoy radioaficionado se exige conocimientos de telegrafía. Me entretengo con eso”, dijo.

Como no podía ser de otra manera, Roberto se despidió de la audiencia con la traducción de un mensaje telegráfico: “Seguimos con Viva la Radio”, se entreveró entre su apacible voz y las notas del antiguo transmisor.

Entrevista de Rony Vargas.

Te puede Interesar