La palabra de un cordobés varado en Jamaica: "Vivimos un poco con pánico"

El huracán Melissa, de intensidad máxima categoría 5, golpeó Jamaica este mediodía con vientos huracanados y lluvias torrenciales, dejando a un grupo de argentinos, entre ellos cordobeses, atrapados en hoteles de Negril, al oeste de la isla. 

Mientras el ojo de la tormenta avanza hacia Kingston y Ocho Ríos, los turistas enfrentan el caos: aeropuertos cerrados, vuelos cancelados y una espera angustiante bajo palmeras que "flamean" como antorchas. 

"Es la parte más fuerte que vi en todo el proceso", relató  Christian Green, cordobés en vacaciones, en diálogo con Cadena 3 desde su ventana en un hotel fortificado.

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Melissa, con vientos que superan los 250 km/h los más fuertes registrados en la historia reciente del Caribe, tocó tierra pasada el mediodía local, azotando primero el oeste jamaicano donde se hospedaban los argentinos. 

Planeaban regresar el sábado, pero el huracán forzó la suspensión de vuelos; el domingo, los aeropuertos de Montego Bay y Kingston cerraron por completo. 

"Muchos trataron de salir el sábado, cambiando aéreos a precios exorbitantes: casi 5 millones de pesos por un boleto", contó Green. 

"Incluso los que pagaron se tuvieron que volver al hotel cuando todo colapsó". 

En Negril, fuera del ojo pero barrida por la "cola" del huracán, los vientos y la lluvia convierten el paraíso playero en una pesadilla: "Palmeras que se doblan hasta casi romperse, ráfagas terribles", describe, prometiendo un video que ilustra el horror imágenes que pronto circularán en redes.

Los hoteles, zonas turísticas con generadores eléctricos, distribuyen folletos de emergencia, activan apps con partes climáticos y "parte médico" en tiempo real, y proveen comida para días críticos. 

"Nos dieron provisiones ayer y para hoy, el día más complicado", explicó Green. 

Alarmas suenan a deshora "a las 6 de la mañana te pegás un salto en la cama", posiblemente por sensores en habitaciones abarrotadas o humo de fumadores nerviosos. Ventanas tapiadas con maderas y sillones como barricadas: protocolos caribeños que, para los locales, son rutina. 

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"Están acostumbrados, saben actuar", admitió Green, aunque el miedo acecha: "Con la familia en Córdoba preocupada, es un poco de pánico, pero hoy ya es distinto con alarma incluida".

Informe de Alejandro Bustos