Manos Solidarias Rosario cierra el año con 900 viandas y una última ronda

Desde temprano, una casa del sur rosarino se convirtió en una cocina a gran escala. Ollas, bolsas, bandejas y panes se repartían por cada rincón mientras un grupo de voluntarios trabajaba contrarreloj. No era un día más: Manos Solidarias Rosario realizaba su última ronda del año y la más grande, con unas 900 raciones destinadas a personas en situación de calle y familias vulnerables.

La escena se repetía entre risas, organización y apuro. Sándwiches de milanesa con huevo, jugo, budines y pan dulce iban tomando forma sobre las mesas. El menú no fue casual. Durante el año suelen repartir guisos, pero esta vez decidieron sumar productos navideños para que quienes reciben la vianda también puedan cerrar el año con algo distinto.

“Es la última ronda del año y quisimos que sea especial”, contó al móvil de Cadena 3 Rosario Vicky, una de las voluntarias, mientras coordinaba tareas y respondía preguntas sin dejar de trabajar. Manos Solidarias Rosario es un grupo integrado por vecinos y vecinas, sin vinculación política ni religiosa, que desde hace casi nueve años sale todas las semanas a recorrer cinco zonas de la ciudad con comida caliente y tiempo para compartir.

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Las rondas no se limitan a la entrega de alimentos. En cada encuentro hay charlas, nombres que se recuerdan, historias que se escuchan y pequeños gestos que, para quienes viven en la calle, marcan la diferencia. “Muchas veces lo más importante es que alguien los vea, que les pregunte cómo están, que se acuerde de ellos”, explicó Vicky.

El trabajo se sostiene con aportes mínimos pero constantes: alguien que cocina, otro que presta el auto, quien dona ropa o dedica dos o tres horas por semana. Así logran asistir a unas 500 personas cada semana. En fechas especiales, como esta última ronda del año, el número se multiplica gracias a manos amigas que se suman de manera espontánea.

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Vicky llegó al grupo a través de las redes sociales, cuando buscaba dónde donar ropa. Hoy es una de las referentes del equipo y resume el espíritu del espacio con una idea simple: cualquiera puede ayudar desde donde pueda. “Con poco tiempo o con algo que tengas para dar, ya estás colaborando un montón”, señaló.

Mientras la primera ronda se preparaba para salir cerca de las 7 de la tarde, la casa seguía llenándose de voluntarios. El cansancio no se notaba. Lo que se imponía era la certeza de que, al menos por esa noche, cientos de personas iban a recibir algo más que comida: un momento de atención, de escucha y de compañía para cerrar el año de otra manera.

Informe de Agostina Meneghetti.