"Los adolescentes duermen poco": huso horario, escuela y debate abierto

Un estudio reciente elaborado por investigadoras del Conicet volvió a poner sobre la mesa un debate que crece entre familias, docentes y especialistas del sueño: los horarios escolares en Argentina comienzan demasiado temprano y chocan de lleno con el reloj biológico de los adolescentes.

La advertencia fue planteada por María Juliana León, investigadora del Conicet y del Centro de Evaluación de Políticas Basadas en Evidencia de la Universidad Torcuato Di Tella, en Viva la Radio por Cadena 3 Rosario donde explicó que el problema no es una “rebeldía” juvenil, sino un fenómeno biológico conocido y estudiado: durante la adolescencia, el sueño se desplaza hacia horarios más tardíos.

/Inicio Código Embebido/

León señaló que en esta etapa de la vida las personas tienden naturalmente a dormirse más tarde y a tener un “cronotipo” más nocturno. Ese reloj interno, combinado con horarios escolares que empiezan alrededor de las 7.30 de la mañana —y aún antes en varias provincias— genera una ecuación inevitable: chicos que duermen poco, mal y a destiempo.

Según el estudio recientemente publicado, el primer mapa nacional de horarios de inicio escolar, el turno mañana en Argentina comienza en promedio a las 7.31, pero hay fuertes diferencias provinciales.

El caso santafesino

La situación más extrema se registra en Santa Fe, donde el inicio promedio es 7.07, y más del 70% de las escuelas abre sus puertas incluso antes. “Es muy temprano para el reloj biológico de los adolescentes”, remarcó.

/Inicio Código Embebido/

El análisis también reveló que, tomando el 20 de junio como referencia —cuando amanece más tarde—, en todas las jurisdicciones del país las clases comienzan de noche. En algunas provincias, incluido Santa Fe, los estudiantes ingresan a la escuela sin luz natural durante más de cien días al año.

La investigadora explicó que esto no solo afecta el sueño y el rendimiento escolar, sino también la salud mental y física. La exposición a la luz natural de la mañana, sostuvo, es clave para sincronizar el reloj biológico.

En varios distritos de Estados Unidos ya se aplicó. En California, por ejemplo, existe una ley que prohíbe que las clases comiencen antes de las 8.30. Sin embargo, el cambio requiere años de consensos y ajustes logísticos: transporte, rutinas familiares, horarios laborales y actividades extracurriculares.

/Inicio Código Embebido/

Actualmente, el país utiliza UTC-3, pero por ubicación geográfica la mayor parte del territorio debería emplear UTC-4. El cambio —que tiene media sanción en Diputados— haría que amanezca una hora antes, y por lo tanto que más escuelas comiencen con luz natural.

Desde el punto de vista biológico, incluso algunas provincias del oeste deberían adoptar UTC-5, pero León aclaró que tener dos husos horarios simultáneos dentro del país generaría complicaciones económicas y administrativas.

El proyecto también contempla la posibilidad de adoptar UTC-3 solo durante el verano, como un “horario estival”. Aun así, León sostuvo que la opción más saludable sería mantener UTC-4 todo el año.

¿Búhos o alondras?

Consultada sobre si el “cronotipo” es fijo, León explicó que existe una predisposición genética, pero no es inmodificable. La edad influye —los niños son más matutinos, los adolescentes más nocturnos, y los adultos mayores vuelven a adelantarse— y también lo hacen los hábitos y la exposición a la luz solar.

/Inicio Código Embebido/

Una misma persona, dijo la investigadora, puede volverse más matutina simplemente por pasar más tiempo a la luz de la mañana, mientras que quienes trabajan en interiores sin luz natural tienden a retrasar sus ritmos.

La discusión sobre los horarios escolares y la salud del sueño no es nueva, pero el primer mapa nacional de horarios aporta por primera vez datos sistematizados para las 24 jurisdicciones.

Para León, el desafío no consiste solo en diagnosticar el problema, sino en construir acuerdos que permitan acercar la hora de ingreso escolar al amanecer o, al menos, evitar que los adolescentes comiencen la jornada en plena oscuridad. En un país donde se cena tarde y se duerme poco, la investigadora resume así la urgencia: “Si no alineamos la escuela con el reloj biológico, los chicos van siempre un paso atrás”.

Entrevista de Lucas Correa.