“El éxito y el fracaso son dos impostores”

Superfinal, Capítulo 2

“El éxito y el fracaso son dos impostores”

21/11/2018 | 11:26 |

Si bien en las últimas dos prácticas había evolucionado, el atacante "millonario" volvió a sentir dolor en la zona y no estará a disposición del entrenador Marcelo Gallardo.

Jorge Parodi

La reflexión se le atribuye al escritor Rudyard Kipling: “El éxito y el fracaso son sendos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia”. 

La sentencia pierde validez desde el momento en que como personas, muchas veces, no estamos preparados para aceptar el fracaso y menos aún de manera colectiva, como sociedad. Llevado al terreno del exitismo futbolero, todo se potencia y multiplica.

En ese contexto, una derrota suele ser una buena excusa para la búsqueda despiadada de los “verdaderos culpables del estrepitoso fracaso”.

Esperando sentencia, sentado en una imaginaria silla eléctrica, está el director técnico, casi siempre sobrevalorado en los triunfos y vapuleado sin miramientos en las derrotas.

Ante la inminencia del “River-Boca más importante de la historia, la pregunta se impone: ¿Cómo quedarán parados Marcelo Gallardo y Guillermo Barros Schelotto después del sábado”?

En un partido donde habrá un ganador que se llevará todo y un perdedor que deberá ejercer la virtud de la templanza para asumirlo.

En un encuentro en el que puede haber alargue y penales, sin posibilidad alguna de revancha inmediata.

Con todo lo que hay para ganar, con todo lo que hay para perder. Con todo lo que hay para celebrar, con todo lo que hay para padecer.

En ese contexto: ¿Qué puede pasar con Marcelo Gallardo y con Guillermo Barros Schelotto el día después?

Está claro que Gallardo tiene un crédito enorme y las espaldas muy anchas. Le devolvió a River parte del orgullo perdido con el descenso a la B. El “Muñeco” demostró tener “muñeca” en los partidos importantes y la hinchada de River lo idolatra.

Si River gana la Libertadores, seguramente Gallardo se subirá a cococho a la estatua de Ángel Labruna, para no bajarse nunca más. Quedará a la altura o por encima del ídolo más grande la historia de River.

Además, el proyecto integral de Gallardo, que incluye a las inferiores, recibirá una nuevo espaldarazo.

Y también el DT podrá elegir entre ser el Alex Fergusson de River, probar su capacidad en un grande de Europa o seguir coqueteando con la Selección.

Si River llegara a perder, Napoleón tendría su Waterloo. Su uniforme de imbatible sufriría su primera mancha y será una derrota que no pondrá en juego la continuidad del técnico, pero reducirá marcadamente los efectos de sus logros anteriores.

Guillermo Barros Schelotto fue idolatrado como futbolista en una época inolvidable en la historia de Boca.

Como DT, pese a ganar dos campeonatos locales, nunca terminó de convencer, ni a los hinchas, ni a la prensa. Sus equipos no tuvieron el funcionamiento requerido y fueron sus individualidades las que marcaron diferencias. Y es sabido que el contrato del Mellizo vence a fin de año.

Un triunfo sobre River, sería una reivindicación a su tarea. El reconocimiento que no logró en todos estos años por la hinchada que lo amó como futbolista.

Ser campeón y lograr el pasaporte al Mundial de Clubes, podría ser la mejor despedida o la puerta abierta a permanecer en Boca.

También para Guillermo, podría ser el trampolín para ponerse en carrera en la decisión del Comité Ejecutivo de AFA para ser un posible DT de la Selección, aunque parece improbable.

Perder la final de la Libertadores, sería para Barros Schelotto abrir la puerta de salida a su experiencia en Boca sin lograr el objetivo.

Quedarse con la Copa es una obsesión para el hincha Xeneize, que hace 11 años no puede ganar la Libertadores.

También la confirmación para sus detractores de la escasa influencia como DT, sobre un plantel rico y poderoso.

Caer ante River, en esta final, puede significar la visa de salida del Mellizo para volver a Estados Unidos, esta vez como entrenador.

En este escenario de pasión y exitismo extremo; entre la historia y la histeria de un Superclásico inolvidable, hay dos hombres que estarán frente a frente, cara a cara.

Uno en un banco de suplentes, el otro desde algún palco, tendrán las camisetas pintadas en el alma.

Sus armas serán la inteligencia, la táctica y la estrategia. Sus instrumentos serán jugadores de fútbol, la Pizarra y un fibrón o una tiza.

De sus decisiones acertadas o equivocadas, dependerá (de algún modo) la alegría y la tristeza de millones de argentinos, aquí y en el mundo. Se juegan el futuro y la historia.

Marcelo Gallardo y Guillermo Barros Scheletto saben que nada, ni nadie los desalojará del corazón de los hinchas de River y de Boca, respectivamente.Que más allá del sábado, el tiempo hará justicia y los pondrá en su lugar.

Que como afirmó Kipling “El éxito y el fracaso son sendos impostores”. Sólo que esta vez, resultará imposible ser indiferentes a ellos.