Renunció a su trabajo para cambiar su vida y vender contenido en Only Fans

Aguz Tana, una mujer de 34 años, renunció a su trabajo de oficina para dedicarse a la venta de contenido para adultos a través de Only Fans. Su historia comenzó cuando intercambió videos con parejas swinger, buscando ver si había conexión. Sin embargo, todo cambió cuando recibió una propuesta inesperada que le ofreció "mucho dinero" por una de sus grabaciones.

Durante años, Aguz vivió atrapada en la rutina de una jornada laboral de nueve horas en el centro porteño. Despertaba antes del amanecer, viajaba en colectivo y regresaba a casa cuando el día ya se había perdido. A pesar de haber intentado emprender con su propia oficina de seguros, un sueño que se desvaneció con la pandemia, sentía que "trabajaba para sostener la vida de otros".

La situación cambió de manera inesperada cuando, casi por accidente, se vio inmersa en el mundo del contenido para adultos.

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Aguz no tenía una vocación clara ni un plan definido. Su historia surgió del deseo compartido con su pareja de explorar el mundo swinger. "Nos pasábamos videos con otras parejas para ver si había onda", relató en una entrevista a Infobae.

Aguz comenzó a filmarse en la intimidad y, aunque al principio era solo una herramienta para decidir encuentros, una propuesta de compra de un video la llevó a considerar la monetización de su contenido. A pesar de no conocer bien qué era OnlyFans, el dinero que le ofrecieron resultó atractivo y la llevó a tomar la decisión de dejar su trabajo corporativo.

"Imaginate que en un día gano lo mismo que trabajando un mes en la oficina", comentó. Aguz se convirtió en productora, editora y guionista de su propio contenido. Al principio, optó por el anonimato, creando dos cuentas y bloqueando el acceso desde Argentina y países limítrofes. Su enfoque era el contenido amateur, utilizando su teléfono celular y buscando la autenticidad en sus videos.

Aguz construyó una comunidad fiel sin la ayuda de representantes ni productores. Cada video se convirtió en un relato que compartía con sus suscriptores, cobrando entre USD 2.500 y USD 15.000 al mes. A pesar de la fluctuación de sus ingresos, Aguz aseguró que el contenido antiguo seguía generando ganancias. "En un mal mes son USD 2.500 o USD 3.000", explicó.

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Con el tiempo, Aguz decidió invertir en un celular de alta gama y contratar un pequeño equipo para ayudarla con la facturación y el marketing. Su rutina diaria, aunque distinta a la de su anterior trabajo, seguía siendo intensa, dedicando entre cinco y seis horas a grabar, editar y gestionar su contenido.

Aguz comenzó a ofrecer cursos para hombres sobre empatía, consentimiento y respeto por los tiempos de una mujer, sintiendo que su aporte real estaba en otro lado.

A pesar de que el porno le brindó independencia económica y oportunidades en el ámbito artístico, Aguz ahora se enfocaba en su nuevo proyecto de educación. Distribuía sus ingresos con cuidado, invirtiendo en propiedades y asegurando su futuro.