Mónica Astorga asiste a mujeres trans que acuden en busca de auxilio (Foto: Ohlalá!).

Misericordia en Neuquén

La hermana Mónica, la monja que ayuda a transexuales

14/07/2017 | 00:24 | La religiosa, de la orden de clausura de las Carmelitas, trabaja por la dignidad de las personas de esa condición. Colabora para que abandonen la prostitución. Hoy presentan un libro sobe su vida.

Un libro biográfico de una monja de clausura de la orden de las Carmelitas, que asiste a transexuales en Neuquén, será presentado este viernes durante un encuentro con la prensa especializada organizado por el Opus Dei.

La autora es la periodista María Laura Favarel, quien escribió "Acariciar las heridas: la carmelita que ayuda a transexuales", una historia actual y dramática que da visibilidad al trabajo silencioso de la Iglesia Católica por la dignidad de las personas trans.

En tanto, la autora recoge en este libro, publicado por la Editorial Logos, el conmovedor testimonio de la hermana Mónica Astorga, una monja carmelita que vive en un convento de clausura en las afueras de la ciudad de Neuquén y que desde hace más de nueve años dedica gran parte de su tiempo a las personas trans que acuden a ella en busca de auxilio, y de cinco transexuales que relatan su historia en primera persona.

Favarel es rosarina, licenciada en Comunicación Social por la Universidad Austral de Buenos Aires; trabaja en el diario La Capital de Rosario y actualmente es redactora de la Fundación La Capital, donde se publican entrevistas y notas respecto a temas solidarios e historias de vida en el diario de Rosario.

Realizó distintos programas de radio, dicta cursos de comunicación interpersonal, corporativa y media training, con su pasión por descubrir testimonios de vida para poder transmitirlos, comunicarlos y compartirlos.

La carmelita, en tanto, desde hace más de diez años dedica gran parte de su tiempo a las mujeres trans que acuden a ella en busca de auxilio.

Como una madre, Mónica lucha para que cada una recupere su dignidad, abandone la prostitución y pueda tener una vida digna.

Con una sonrisa serena las lleva a Dios, a quien descubren como un gran Padre y Consolador, mientras su actividad ha suscitado aplausos y condenas.

Sin embargo, la hermana Mónica sigue adelante porque predica que la misericordia de Dios es infinita y que Él no hace acepción de personas.

Todo comenzó cuando la carmelita se contactó con un grupo de travestis de Neuquén que querían dejar la calle; las ayudó a conseguir y reacondicionar una casa donde armaron un taller de costura.

La religiosa apenas alcanza el metro sesenta, tiene la tez blanca, la sonrisa permanente, un hábito marrón hasta los tobillos y un velo negro.

Es una monja de clausura que, a pesar de abrazar el silencio y el resguardo del mundo exterior, puede reunirse con otras personas en salones de uso común del monasterio.

El 7 de julio de 2006, la monja conoció a una rubia, travesti, prostituta y peluquera, hablaron más de dos horas: sobre la infancia, la familia, la vida que llevaba, las ganas de dejar la calle y le pidió que acercara las entre 70 y 80 trans que querían cambiar su existencia.

En 2009, cuando Jorge Bergoglio, arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, visitó Neuquén, la hermana Mónica le contó que estaba acompañando a ese grupo de chicas trans: "Y él me dijo que por favor no las deje solas, que no abandone este trabajo de frontera que me había puesto el Señor", explica.

El encuentro con la autora del libro con periodistas tendrá lugar este viernes 14 de julio, a las 12, en Capital Federal, en Diagonal Norte 615, piso 7, oficina 726.

Neuquén: conflicto

La tarea de la carmelita Mónica no está exenta de sobresaltos: este miércoles tuvo que salir de mediadora entre vecinos y un grupo de 15 travestis que iba a cercar un predio cedido por el Municipio en el barrio Confluencia de Neuquén, pero se tuvieron que ir del lugar custodiadas por la Policía y sin completar la tarea, porque la gente que vive en los alrededores no quieren que se instalen.

En tanto, la hermana, del Monasterio Carmelitas Descalzas de Centenario, las había instado a crear la asociación Vidas Escondidas, con la que lograron que la Municipalidad les otorgue un predio de 1.500 metros cuadrados en Confluencia.

La hermana Mónica intercedió para aclarar la situación, pero el problema no terminó ahí, ya que, al enterarse de que iban a hacer casas, varios vecinos se quejaron y advirtieron que no lo permitirán.

Astorga agregó que, aunque se encontraron con una barrera inesperada, confía en llegar a un acuerdo mutuo que permita superar los prejuicios de los vecinos, ya que el proyecto de las 15 viviendas es único en su tipo y tiene un fin solidario.