Comisaría 8ª, de barrio Patricios, en la ciudad de Córdoba (Google Street).

Corrupción en la Policía

Condenan a un policía cordobés que robaba... en la propia comisaría

28/08/2025 | 10:06

El cabo aprovechaba cuando estaba de guardia para sustraer los datos de las tarjetas de crédito y débito de los detenidos, además de sacar pertenencias de los autos secuestrados.

Redacción Cadena 3

Juan Federico

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Detienen a policía por robos en comisaría: un caso insólito en Córdoba

Los saturados pabellones de las cárceles de Córdoba no dejan de recibir a policías. Que se quedan allí, encerrados, como delincuentes comunes. En menos de un año, de manera inédita en la Provincia, dos altísimos miembros de la Plana Mayor marcharon presos.

El subjefe de la Policía, Alejandro Mercado, fue detenido en septiembre pasado. La causa apunta a dos áreas demasiadas sensibles para la seguridad de todos los días: apañar, presuntamente, a una banda que reducía celulares y otros objetos robados, y, también, haber conformado una asociación ilícita con un numeroso grupo de policías de Delitos Económicos, abocados a un impresionante abanico de delitos, según sospecha la fiscalía de Delitos Complejos a cargo de Enrique Gavier. 

Junto a Mercado quedaron presos, en estos meses, otros altos funcionarios policiales, que aún estaban en actividad: el jefe de las Brigadas Civiles, Cristian Cabrera, y quien aún figuraba como jefe de Delitos Económicos (aunque estaba de licencia), Diego Martinelli.

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Ahora, en junio, a quien era el flamante titular de la Caminera, Maximiliano Ochoa Roldán, también le hicieron “tocar el pianito” de las huellas prontuariales antes de ser alojado en una celda. Junto a él, cayeron presos el número dos de la Caminera, Martín Heredia, y el jefe de Asuntos Legales de la Jefatura, Leonardo Javier Torres, además de otros tres policías. 

Al resolver la prisión preventiva en contra de ellos, el fiscal Guillermo González apuntó a un uso intensivo de bases de datos más que sensibles de la propia Policía, como el 911 y los Antecedentes Personales, para conformar una supuesta banda que se dedicaba a usurpaciones y otros delitos en torno a los terrenos en la provincia, entre otras acusaciones. Una descripción que dejó a estos jefes policiales al borde de la inteligencia ilegal, siempre según se lee en la resolución de la prisión preventiva.

"Se ha valorado la gravedad institucional que representa que efectivos policiales en actividad, de jerarquía, que ocupan lugares sensibles en la estructura funcional de la Policía, con más de 20 años en la fuerza y que, a su vez se trata de letrados que ejercen la profesión de abogado, cometan hechos de esta gravedad, por lo que la sociedad no puede estar a merced de funcionarios públicos que utilicen al Estado para sus apetencias personales", resaltó el fiscal González al resolver las prisiones preventivas.

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Nunca antes, tantos policías de tan alto rango dentro de Jefatura habían sido detenidos en sólo un puñado de meses.

Mercado, Ochoa Roldán y Torres, además, habían sido ascendidos en los últimos 20 meses. Los dos últimos figuraban como hombres de confianza del jefe de Policía, Leonardo Gutiérrez, de quienes habían sido secretarios privados.

Al conocerse las detenciones y las gruesas imputaciones en contra de ellos, el Gobierno de Córdoba reconoció que no había alertas internas que los hicieran sospechar de que estaban dedicándose a actividades ilícitas. Y que tampoco se había analizado la evolución patrimonial de los involucrados.

Ahora, varios escalafones más abajo, otro escándalo sacude a la Policía de Córdoba. Este miércoles, ante el juez de Control, el policía Ignacio Matías Barrionuevo (38), un cabo primero que ya tenía algunos años dentro de la fuerza, agachó la cabeza y reconoció haber sido un delincuente.

La acusación que llevó adelante el fiscal Andrés Godoy impresiona, no sólo por lo burdo del proceder del policía, sino por el descontrol que denota.

En marzo de este año, Cadena 3 había revelado que Barrionuevo había sido detenido luego de que un compañero constatara, a través de las cámaras de seguridad de la comisaría 8 de barrio Patricios, ubicada en una zona caliente de la ciudad de Córdoba, que este cabo primero había aprovechado que se encontraba sólo, de guardia, durante la noche, para revisar los 10 autos que estaban secuestrados en esa sede policial, de los que robó diferentes pertenencias: un estéreo, una llave cruz, un gato hidráulico y los plásticos cobertores de los espejos laterales, entre otros elementos.

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Para concretar el robo, se lee en la causa que llevó adelante el fiscal Godoy, Barrionuevo llamó por teléfono a un cómplice civil (Mauro Ezequiel Quiroga, que aún no fue juzgado), que esa noche llegó a la comisaría en su vehículo, en el que dejó durmiendo a su pequeña hija.

Pero esto no fue todo: cuando Barrionuevo fue detenido, la Justicia le secuestró su teléfono celular, que, al ser abierto por los investigadores judiciales, trajo otra sorpresa desagradable.

Desde hacía meses, este cabo primero les robaba a los detenidos. De acuerdo a lo que se comprobó en la investigación, al menos desde el 10 de noviembre de 2024 hasta el 21 de marzo último, Barrionuevo aprovechaba que los detenidos tenían que dejar todas sus pertenencias a resguardo en la guardia de la comisaría para buscar las tarjetas de débito y crédito de ellos.

En minutos, les sacaba fotos a todos los datos de las tarjetas, imágenes que les enviaba con su celular a su pareja, Raquel Elizabeth Roldán (36), que de inmediato utilizaba esta información para intentar todo tipo de compras on line. Hubo un detenido al que le robaron 800 mil pesos. En total, se configuraron al menos 14 hechos de esta característica.

Las conversaciones que figuran en el expediente son escandalosas. Allí, se lee cómo una sobrina le solicitaba a Roldán si podía “conseguir plásticos” para pagar diferentes compras y servicios, a lo que esta mujer le respondía que esa noche Barrionuevo iba a estar de guardia en la comisaría, por lo que le iba a pedir que se ocupara de conseguir datos de tarjetas de créditos. No sólo les robaba estos datos a los detenidos, sino que también aprovechaba cuando algún ciudadano honesto llegaba hasta la comisaría y devolvía alguna tarjeta o billetera que había encontrado perdida en la vía pública.

Ahora, Barrionuevo y su pareja pactaron un juicio abreviado, abrumados por la prueba en contra de ellos. Él recibió un año y medio de prisión efectiva, mientras que ella deberá purgar un año de cárcel condicional. 

Para el juez, el hurto y las estafas de Barrionuevo estuvieron doblemente calificados, por su condición de policía. Una confianza que, otra vez, terminó vulnerada.

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