Asalto a la panadería: los graves antecedentes del detenido

A Marcelo Hugo Martin casi todos lo conocen sólo como "el Chavo". El hombre, que supo vivir buena parte de la primera mitad de su vida sobre calle Peredo, entre los barrios Cupani y Residencial Santa Ana, hace poco que había regresado a la libertad.

Porque, en realidad, casi toda la segunda mitad de su existencia Martin la pasó encerrado en un pabellón. En 2001 fue condenado a 20 años de prisión como partícipe necesario de un homicidio en ocasión de robo.

O sea, se lo encontró culpable de haber integrado la banda que el 2 de diciembre de 2000 ejecutó un asalto que terminó de la peor manera. Aquel día, al menos dos ladrones armados, con un tercero que hacía de "campana" afuera, ingresaron en un lubricentro de la avenida Fuerza Aérea al 1800. En medio del robo, un hijo del propietario se resistió, ante lo cual los delincuentes comenzaron a efectuar disparos. Uno de los balazos terminó por matar a un cliente, Héctor Elio Miranda.

Para aquella época, a sus 33 años, "El Chavo" ya acumulaba un importante prontuario sobre sus espaldas, ya que era acusado por una serie de robos calificados por el uso de arma de fuego. Aquel asesinato terminó por llevarlo, al fin, a la cárcel.

Los investigadores saben que no purgó los 20 años enteros, pero sí que pasó buena parte de las últimas dos décadas encerrado en las cárceles de la provincia.

La libertad le duró poco: este viernes a media mañana, un grupo de sabuesos de la Investigaciones Criminales y de Robos y Hurtos de la Policía lo capturaron en un domicilio de Colinas de Vélez Sarsfield.

Se lo acusa de ser el solitario ladrón que el domingo pasado a la tarde baleó al dueño de una panadería de Alto Alberdi en medio de otro violento asalto. Luciano Pipino (24) recibió un balazo en el estómago cuando un ladrón ingresó en su comercio de la avenida Duarte Quirós casi Espora y a punta de una pistola nueve milímetros le exigió que le entregada toda la recaudación. La filmación interna del local no deja margen a dudas: el disparo se le escapó al delincuente cuando intentó apoyar el arma en medio de ademanes de amenazas.

Apenas se produjo la detonación, el asaltante optó por escapar sin llevarse nada.

Pipino sufrió lesiones gravísimas en el estómago, el colon y un riñón, lo que obligó a que fuera intervenido de urgencia en el Sanatorio de la Cañada. Desde entonces, viene evolucionando satisfactoriamente. Ya empezó con dieta líquida y logró tomar sopa y comer gelatina, lo que representa todo un avance a pocos días de haber sufrido semejantes heridas.

Una vaina que quedó en el local dio la pauta de que el delincuente había utilizado una pistola nueve milímetros. Su rostro, con barbijo, fue captado de manera nítida por la cámara del local.

La difusión pública de su cara fue más que útil para la investigación. El comisario inspector Sergio Lezcano, de Robos y Hurtos indicó que gracias a datos que fueron aportados por ciudadanos, más un trabajo intenso de campo de los policías, se llegó a su identificación. Pero se toparon con un escollo: desde hacía unos días, Martin no dormía dos noches seguidas en la misma casa.

Por ello, para este viernes temprano la fiscalía de turno ordenó un allanamiento en un domicilio de barrio Cupani y, de manera simultánea, que otro grupo de policías montara una discreta vigilancia frente a una casa de Colinas de Vélez Sársfield. Fue allí donde finalmente lo detuvieron. En el procedimiento también se secuestró una pistola nueve milímetros, similar a la utilizada en el asalto de la panadería. El arma ahora será peritada para intentar comprobar si se trata de la misma.

Si hoy en un mapa se coloca el domicilio de Martin en barrio Santa Ana y los dos asaltos de las avenidas Vélez Sarsfield y Duarte Quirós se observa que todo ocurrió en un radio de 20 cuadras desde su casa. Una zona que él conoce de sobra.