Argentina-Brasil, un clásico con todas las letras
Argentina-Brasil, un clásico con todas las letras

El repaso de un duelo especial

Argentina-Brasil, un clásico con todas las letras

14/10/2018 | 14:28 |

El amistoso que jugarán ambas selecciones el próximo martes en Arabia Saudita será el número 100 de una historia cargada de emociones que merecen ser recordadas. Mirá.

Mauricio Coccolo

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Rivalidad histórica es una cosa y clásico, otra muy distinta. Duelos encarnizados puede haber muchos desde hace tiempo, pero clásico, lo que se dice clásico, hay uno solo. Argentina tiene una rivalidad histórica con Uruguay, pero el clásico es contra Brasil. “Contra” Brasil, no “con” Brasil. Ahí queda clara otra pequeña diferencia: la rivalidad es “con”, el clásico es “contra”.

La cercanía geográfica y las distancias futbolísticas fueron las chispas que encendieron el fuego cruzado entre argentinos y uruguayos en el amanecer del Siglo XX. De hecho, oficialmente, desde su primer partido en 1902 hasta 1910 el seleccionado nacional solo enfrentó a su par de Uruguay. Luego llegarían los duelos con Chile y recién en 1914 se mediría por primera vez en la historia contra Brasil.

Desde el 20 de septiembre de 1914, las selecciones de Argentina y Brasil jugaron al menos 109 veces, pero el número depende de quién lleve la cuenta. Ocurre que los brasileños son tan hábiles con las estadísticas como con la pelota y durante años discutieron la oficialidad de muchos partidos. Curiosamente, casi siempre les parecía que los que habían perdido estaban flojos de papeles y los que habían ganado eran válidos. La discusión se terminó cuando la FIFA se vistió de árbitro y estableció las reglas de cuáles son los partidos que deben considerarse como “internacionales clase A”.

Fue la propia entidad rectora del fútbol mundial la que pasó la zaranda y dejó como válidos 99 enfrentamientos entre Argentina y Brasil, con 37 victorias para cada uno y 25 empates. Por lo tanto, el amistoso que jugarán este martes en Arabia Saudita será el clásico número 100 de la historia. Una historia cargada de emociones que merecen ser recordadas, incluyendo aquellas a las que sería mejor olvidar.

Los primeros duelos se dieron en los torneos Sudamericanos, que fueron los antecesores de la Copa América, y en la Copa Roca, un mano a mano anual que servía para homenajear al expresidente que había tenido, siendo ministro, un rol clave para evitar que estallara una guerra entre ambos países. Claro que lo que no se pudo evitar fue la rivalidad deportiva, que empezó a tomar temperatura hacia finales de la década del 30.

La noche del 1 de febrero de 1937, Argentina y Brasil jugaron un desempate para definir quién se quedaba con el Sudamericano. Iluminados por los reflectores del Viejo Gasómetro, completaron los 90 minutos sin sacarse diferencias, hasta que en la madrugada del día siguiente comenzó a nacer una leyenda: Vicente de la Mata, un nene de 17 años que jugaba en Central Córdoba de Rosario. Dicen que Antonio Sastre le dijo: “Pibe, ponete a mi lado que hoy hacemos capote”. De la Mata no solo le hizo caso, sino que además metió dos goles que significaron un título para Argentina y un apodo para la historia: Capote de la Mata. 

Durante 1940 se produjo el acontecimiento más curioso del historial entre argentinos y brasileños, en los cinco partidos que jugaron a lo largo de ese año Emilio Baldonedo hizo siete goles, un registro que hasta el día de hoy lo ubica como el máximo goleador de Argentina contra Brasil. Sí, sí, claro que sí: es el mismo Baldonedo del tango… “Mamita, mamita, ganaré dinero / seré un Baldonedo, un Martino, un Boyé / dicen los muchachos del Oeste argentino / que tengo más tiro que el gran Bernabé…”.

En el cierre de la década del 50, Argentina disfrutó de dos vueltas olímpicas con Brasil como testigo. Primero, en el Sudamericano del 57, “Los Carasucias” derrotaron al clásico rival por 3 a 0 con goles de Angelillo, Maschio y Cruz. Dos años después, en el Monumental de River, la selección se sacudió la tierra del porrazo que se había pegado en el Mundial de Suecia y levantó la 12º Copa América de su historia, luego de empatar 1 a 1 contra el Brasil de Pelé.

Justamente, Edson Arantes do Nascimento sería el dueño de los años que vendrían: durante las décadas del 60 y el 70, se jugaron 22 partidos, de los cuales Brasil ganó la mitad incluyendo el primer cruce en un Mundial, que fue en Alemania 1974, donde los brasileños se impusieron por 2 a 1 con goles de Rivelino y Jairzinho. De todas formas, Argentina cerró el período con una sonrisa porque el olvidable 0 a 0 que jugaron en la cancha de Central, por la segunda fase del Mundial 78, dejó mejor parado al equipo de Menotti en su camino a la final.

La racha más favorable de uno sobre otro en el clásico es de Brasil, que estuvo 13 partidos sin perder entre 1970 y 1983. El punto culmine de la serie se produjo en la Copa del Mundo de España 82, donde los brasileños se dieron el gusto de ver como se derrumbaban Argentina, el campeón vigente, y Diego Maradona, el ídolo en ciernes.

La revancha se hizo esperar, pero valió la pena. Llegó ocho años más tarde en Turin, donde Argentina resistía entre los indios, con los palos abollados y los rosarios gastados de tanto rezar, hasta que se produjo el milagro. Maradona, con el tobillo como una cabeza de perro dóberman, inventó un pase magistral para Caniggia, que todavía hoy, casi 30 años después, sigue volando en esa gambeta larga mientras Taffarel sufre, con vergüenza, gateando en el piso.   

Dulce, Argentina aprovechó los vientos favorables de los 90 y se alzó con dos Copas América consecutivas, dándose el gusto de ganarle a Brasil en ambas. En 1991 fue 3 a 2 por la primera fecha de la Ronda Final, con dos goles de Darío Franco y uno de Batistuta. En 1993 la cosa ya no sería tan fácil: el equipo de Basile empató el partido en el segundo tiempo con un cabezazo de Leo Rodríguez y, después, en los penales apareció… Goycochea, Sergio Javier Goycochea, ¿quién si no?

El desquite de los brasileños fue en uno de los clásico más polémicos que se recuerden: alcanza con decir “la mano de Tulio” para resumir lo que pasó en la Copa América del 95. La selección de Passarella, que increíblemente había puesto suplentes contra Estados Unidos y perdió el primer lugar del grupo, se cruzó prematuramente con Brasil en cuartos. Así y todo ganaba 2 a 1 cuando quedaban menos de diez minutos para el final y apareció el brazo estirado de Tulio, bajando un pelotazo que terminaría en el empate definitivo. En los penales, las que aparecerían esta vez serían las manos de Taffarel.

Está claro que los amistosos en los clásicos son diferentes, aunque no dejan de ser amistosos. Por lo tanto, son pocos los que logran meterse en la historia grande, pero hay uno para Argentina que completa el formulario: 1 a 0, gol del Piojo López, el 29 de abril de 1998. ¿Por qué fue tan importante? Sencillamente porque hasta el día de la fecha sigue siendo la única victoria albiceleste en tierras brasileñas en los últimos 48 años.

El karma argentino de las finales perdidas tiene un origen que bien podría ser por culpa de Brasil. El archirrival de toda la vida acertó tres cachetazos consecutivos, de esos que duelen, en partidos grandes. El primero fue en Lima, donde la selección de Bielsa parecía tener el camino allanado hacía el título: los astros estaban alineados, el Chelito Delgado había firmado el 2 a 1 cuando faltaban menos de dos minutos. La cosa parecía simple: cerrar los ojos, abrirlos y encontrarse con los flashes y la copa. Pero todo terminó siendo de otro color: negro, como el cuero de Adriano, que revoleó la camiseta después de bolear a la red la última pelota del partido.

Como si lo del 2004 no hubiese sido suficiente, Brasil le volvió a meter un par de piñas a la Argentina en otras dos finales: 4 a 1 en la Copa Confederaciones de 2005 y 3 a 0 en la Copa América 2007. Todo esto, sin contar que desde el 2000 Argentina y Brasil se cruzaron en 20 partidos, de los cuales los brasileños ganaron 10, incluyendo las tres finales, dos ediciones del Superclásico de las Américas y el dolorosísimo 3 a 1 en la cancha de Central, el día que a Maradona se le ocurrió que sería mejor salir del Monumental para que los morochos sintieran la presión de la gente.

Una de las pocas buenas para Argentina durante el Siglo XXI en el clásico contra Brasil, fue el 3 a 1 del 2005 por las Eliminatorias, que además de sellar el pasaje para el Mundial de Alemania sirvió para dejar guardada en la memoria una de las mejores tardes de Juan Román Riquelme vestido de celeste y blanco.

En la última década, Argentina y Brasil se enfrentaron diez veces, en las que empezó a escribir su nombre Lionel Andrés Messi. Aunque la Pulga tiene una historia más larga contra los brasileños, que arranca en el 2005 cuando les hizo goles en los dos partidos que jugaron: primero por el Sudamericano y después en las semifinales del Mundial Sub 20. La trilogía se completa justamente con un 3 a 0 en los Juegos Olímpicos de Pekín, otra vez en una semifinal.

Los primeros goles de Messi a Brasil con la selección mayo serían en dos amistosos muy recordados. En el 2010 hizo el gol para ganar 1 a 0 en el minuto 91 y en el 2012 gritó por triplicado en un épico 4 a 3, en el que Argentina perdía y lo dio vuelta, pero otra vez pasó a perder faltando veinte minutos; se puso 3 a 3 y cuando se moría el partido, Lionel Messi clavó un golazo desde afuera del área para sellar el resultado final.

La última vez que se cruzaron los caminos de Argentina y Brasil fue en el comienzo del ciclo de Sampaoli. La albiceleste ganó por 1 a 0 con gol de Mercado en Australia y volvió a emparejar el contador del historial que quedó 37 a 37, el resumen perfecto de una rivalidad que para ninguno de los dos es la más vieja, pero para ambos es la más importante y así la viven, como lo que es: un clásico. Un verdadero clásico. El único.