Otitis: dolorosa, irritante y recurrente en verano.

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Otitis: dolorosa, irritante y recurrente en verano

10/01/2018 | 06:49 | La otitis externa, conocida como oído de nadador, suele ser una patología frecuente durante las vacaciones de verano. Te explicamos por qué se produce y como evitarla.

Con la llegada del verano son más comunes los baños prolongados en piscinas, una mayor exposición al agua, más calor y más humedad, situaciones que favorecen el crecimiento de bacterias y hongos en nuestros oídos, considerando que todo ello debe suceder en el contexto de una persona que sea susceptible a adquirir dicha infección.

Como mecanismo de defensa el oído produce secreción de cerumen, además de presentar un PH bajo en la piel que lo recubre internamente. Cuando nos bañamos o sumergimos en las piscinas, la humedad excesiva y constante predisponen a un cambio en dicho PH, desapareciendo los mecanismos de protección existentes.

La otitis externa es un trastorno inflamatorio e infeccioso del conducto auditivo externo producido por una alteración de los factores de protección de la piel, provocando una pérdida de su integridad. Esta situación facilita el desarrollo de una infección bacteriana producida desde el tímpano hacia afuera y que, a su vez, genera congestión y edema progresivo de las capas epiteliales y subcutáneas.

Existen personas que son más propensas a la adquisición de este tipo de infecciones por poseer un conducto auditivo más pequeño, inflamación en la piel de dicho conducto o bloqueos por cerumen,

escenarios que favorecen que el oído permanezca húmedo luego de realizar actividades acuáticas, debilitando la piel y provocando el crecimiento de gérmenes en la zona. Los traumatismos en la región,

ocasionados muchas veces por el uso de hisopos o por algún otro elemento, pueden generar una puerta de entrada para este tipo de infecciones.

Si bien no se trata de una afección grave, suele ser bastante dolorosa. El dolor agudo, denominado otalgia, puede estar acompañado de prurito, disminución de la audición, sensación de ocupación en el oído y de “apunamiento”, inflamación del conducto auditivo y, en ocasiones, supuración.

Habitualmente, el diagnóstico se realiza a partir de la aparición de los síntomas, ante un intenso dolor al traccionar o presionar el pabellón auricular y frente al antecedente de exposición al agua y/o manipulación del oído, observándose al examen una marcada estrechez del conducto auditivo con intenso dolor a la manipulación del mismo.

La otitis puede presentarse de forma localizada o de manera difusa. La primera de ellas, también llamada “otitis externa circunscripta”, afecta sólo a una región de la piel del conducto auditivo externo, mientras que, en la segunda, denominada “otitis externa difusa”, se daña toda la piel del conducto en forma homogénea, generando gran estrechez en el mismo. A menudo, las otitis externas por hongos pueden coexistir o continuar a una infección bacteriana.

Los tratamientos varían de acuerdo a cada uno de los cuadros: desde la colocación tópica de gotas con antimicrobianos y antiinflamatorios asociados, limpieza y curaciones locales en consultorio, hasta antibióticos por vía oral.

Habitualmente, a estas opciones de tratamiento se agrega el uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), los cuales disminuyen el dolor y permiten que los síntomas comiencen a ceder luego de las 24 a 48 Hs de iniciado el tratamiento. Durante su transcurso se recomienda evitar mojar el oído y, en aquellos casos de patologías crónicas del mismo, la inmersión dentro del agua está contraindicada.

Si bien este tipo de otitis suele presentarse de forma leve, resolviéndose rápidamente y sin secuelas con un tratamiento a tiempo y adecuado, ocasionalmente pueden presentarse formas agresivas en pacientes inmunocomprometidos, con diabetes mal controlada o añosos que podrían llegar a requerir internación con antibióticos endovenosos si la extensión de la lesión y la agresividad del caso lo justificaran.

Se recomienda la consulta al especialista de forma previa a la época estival, para realizar un control de los oídos y tomar medidas preventivas, como evitar el uso de hisopos o de prácticas que pudieran llegar a dañar el oído.

Ante la aparición de los primeros síntomas recomendamos realizar una consulta médica para tratar la afección de forma prematura, prestando especial atención a aquellos pacientes con riesgo de padecer formas agresivas.