Política y Economía

Presidentes reelectos II

02/04/2012 | 10:54

De acuerdo a lo planteado en el blog anterior, es importante que el autor emita una opinión acerca de los contenidos que se publican. Si bien no es imprescindible, podemos intentar hacerlo con respecto a este tema.

En primer lugar, quien esto escribe es opositor al sistema de reelección indefinida. Coincido más con la Constitución de 1853 que sólo permite la reelección, después de un período de espera.

Esto es no aprueba dos mandatos consecutivos.

Esto lo cumplieron a rajatabla Julio A. Roca e Hipólito Irigoyen, si bien quisieron seguir influyendo en quienes le sucedieron, cosa que les resultó bastante complicada.

El primer presidente constitucional reelecto, tiene varios flancos críticos. El primero es haber pertenecido al unitarismo y haber combatido en varias oportunidades contra ejércitos federales, también la llamada conquista del desierto donde se asesinaron miles de habitantes aborígenes.

Esta última, puede equilibrarse con la certeza de que antes que Roca ya Juan Manuel de Rosas, había realizado esta tarea, con la misma impiedad y en segundo lugar porque los tehuelches habitantes de esa zona, eran dominados por mapuches provenientes de Chile, que asaltaban poblaciones argentinas cercanas y vendían lo obtenido al país limítrofe.

Esto significaba el riesgo cierto de que varias provincias patagónicas hoy pertenecieran a Chile de no producirse la incursión Roquista. Pero ese tema es discutible según quien lo encare y yo no me considero capacitado para tomar posición al respecto.

Sí puedo criticar que en 1880 las elecciones eran fraudulentas, no existía el voto secreto, obligatorio y universal y la corrupción campeaba por todos los sectores gobernando fundamentalmente para una minoría privilegiada. Lo mismo ocurrió en su segundo mandato.

Irigoyen fue electo por la llamada ley Sáenz Peña, lo que le garantizó el voto de la mayoría del pueblo, salvo de las mujeres, lo que no lo exceptuó de críticas, porque al igual que su antecesor reelecto gobernó como un verdadero caudillo, el personalismo era moneda corriente y el federalismo relativo.

Muchas provincias fueron intervenidas. También tiene como manchas negras el radical la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde, donde una policía dura asesinó a muchos trabajadores.

El segundo gobierno de Don Hipólito estuvo teñido de corrupción y allí nació el término “amansadora”, que eran las esperas que tenían que hacer los correligionarios, para conseguir prebendas del gobierno.

Juan Domingo Perón, el tercer presidente reelecto, lo fue sin respetar la Constitución por la que había asumido en 1952.

Con mayoría holgada en las cámaras, y no por eso con poco debate, aprobó una nueva Carta Magna en 1949, lo que le permitió volver a la presidencia. Lo que si bien logró con la suficiente cantidad de votos, tiene dudosa legitimidad. Lo mismo puede decirse de Carlos Saúl Menem, quien hizo con anuencia radical, mediante el Pacto de Olivos, una Constitución a medida para continuar en el poder, cosa que quiso lograr por tercera vez, y fue impedido por la justicia.

Cristina Fernández al igual que Roca e Irigoyen, respetó la Constitución vigente, que permite una reelección, con la diferencia, que a esta la pudo votar todo ciudadano mayor de edad incluyendo las mujeres. Cosa que no pasó con los dos anteriores.

De todas maneras el autoritarismo, la falta de federalismo y la corrupción no faltaron en sus gobiernos al igual que en los de Menem.