Sociedad

Las décadas de los argentinos

01/02/2012 | 13:45

Parece una constante. Cada diez años los argentinos, tenemos un tsunami económico. Algunos más fuertes, otros más moderados, pero los ajustes y la señal de alarma económica que nos avisa a los argentinos que se terminó la fiesta llega. Casi siempre seguida por una devaluación y una fuerte inflación.

En 1971, después de haber quitado dos ceros al signo monetario y el fracaso de la política de ajuste de Krieger Vasena, cae un dictador que pensaba quedarse cuarenta años, un desconocido que pusieron como fusible, y duró unos meses y Lanusse, que pretendía ser el heredero de Perón, debió llamar a elecciones y entregarle el gobierno al peronismo tapándose la nariz.

Después el Pacto Social, el Rodrigazo, el cambio de varios ministros de economía y lo que ya mencionamos en anteriores blogs.

En 1981, después de la tablita y el deme dos de Martínez de Hoz, que pese a las críticas actuales, festejaban muchos argentinos que viajaban al exterior y se traían televisores en color que no funcionaban o radiograbadores con doble casetera, que llevaban al hombro por donde los vecinos pudieran verlo, vino Roberto Viola y su ministro Lorenzo Sigaud que eternizó la frase: “El que apuesta al dólar, pierde” y al otro día hubo una fuerte devaluación, que dejó a los argentinos con su economía hecha trizas. Después vino la 1050, la quita de más ceros a la moneda y el “peso argentino” de Whebe, ministro de Bignone y otro llamado a elecciones. Después la confiscación de los dólares, el plan Austral (mas quitas de ceros a la moneda), el primavera y varios cambios de ministros.

En el 91, después de dos hiperinflaciones (una de Alfonsín y otra de Menem), el plan Bonex de Erman González, que convirtió en papeles los depósitos de los argentinos, y que redujo notablemente sus valores para quienes quisieran hacerse de su dinero en el momento que les correspondía.

No hablemos del 2001, porque todos lo recordamos. Aunque preferimos no hacerlo.

Y ésta década no podía fallar. Se terminaron los subsidios, la inflación crece notablemente, los reclamos sindicales están estallando por todas partes, no existen inversiones en los sitios claves como energía, desagües, etc. Y los gobernantes nos dicen: “Es lo que hay”, como el gobernador De la Sota o no tenemos recursos y hay que aumentar tasas, como afirma el intendente Mestre II.

Mientras tanto, durante cada una de esas décadas, estimulados por los gobernantes (civiles y militares) despilfarrábamos nuestros dineros. Turismo, gastronomía, automóviles, casas, electrodomésticos, teatros pasatistas, y demás gastos proliferan por doquier.

Los créditos en pesos o en moneda extranjera, que a veces termina con los propios bancos o la desaparición de los ingresos, permiten que los argentinos pensemos durante 7, 8 o 9 años vivimos en el mejor de los mundos. Pero indefectiblemente llega el décimo que nos pone en contacto con la dura realidad.

De ahorrar como hacían nuestros antepasados, para cuando vinieran los tiempos difíciles, ni hablemos. Finalmente el aumento de tasas, impuestos y servicios, junto a la inflación termina con nuestra fantasía.