Día 7: la espalda de Messi

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Día 7: la espalda de Messi

20/06/2018 | 17:26 |

El equipo de Cadena 3 en Rusia recorrió el Kremlin de la ciudad, ubicada en el oeste del país anfitrión del Mundial. Allí estaba la fábrica armamentista más importante de la nación. Mirá el video. 

Diego Borinsky

Cinco. Hay un número que hoy es un común denominador en las vidas mundialistas de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.

Cinco son los goles de Cristiano de los últimos cinco que metió la Selección de Portugal en las Copas del Mundo. O sea: todos. Los cuatro de esta edición (3 a España, 1 a Marruecos) y el último de los lusos en Brasil 2014: el 2-1 a Ghana que cerró la fase de grupos. Parece que si CR7 no la emboca, Portugal tampoco.

Cinco también son los partidos que lleva Messi sin meter goles en Mundiales. Después de los dos a Nigeria que construyeron el 3-2 en el cierre de la fase de grupos de Brasil 2014, luego quedó en blanco en los cruces mano a mano.

Di María la metió en el último minuto del alargue en el 1-0 a Suiza (octavos), Higuain puso el 1-0 ante Bélgica (cuartos), frente a Holanda pasamos por penales tras igualar 0-0 y frente a Alemania perdimos 1-0, también en 120 minutos. En el estreno ante Islandia, Leo tampoco pudo facturar.

La comparación no tiene como objetivo fustigar a nuestro genio. Para nada. Soy muy hincha de Messi, para mí es el mejor futbolista de la historia. Me emociono con sus trucos cotidianos y me levanto para aplaudirlo solito, como un loco, en el living de mi casa, aunque lleve la camiseta del Barcelona. Pero el dato con el que arranca esta nota le debe estar martillando en la cabeza.

Competidor obsesivo compulsivo, acumulador serial de títulos, acostumbrado a derribar un récord tras otro, él solo se va autopresionando día tras días. Imagino que cada gol de Cristiano le agrega 10 kilos más a esa mochila repleta de deseos y reclamos ajenos, las de todo un país.

Encima, Sampaoli ayuda poco. En sus primeras declaraciones, apenas asumió, en su intento de elogiarlo le tiró toda la responsabilidad: “Este equipo es más de Messi que mío”. Y esta tarde, aprovechando la fecha patria, le agregó otros 20 o 30 kilitos a esa espalda que un día se terminará doblando: “Messi es un prócer”.

Argentina afronta este jueves un duelo crucial frente a Croacia, que tiene grandes probabilidades de definir el rumbo de nuestro equipo en el Mundial. Si no gana, estamos con un pie afuera. Si superamos al rival más complicado del grupo, acariciaremos la clasificación.

Es una pena que en vez de disfrutar de la Copa con la responsabilidad y también el orgullo de la potencia que somos (sólo 8 países ganaron al menos un Mundial, y apenas 3 consiguieron más de 2 Copas, las que obtuvimos nosotros) lo vivamos como una cuestión de vida o muerte. Que no aceptemos que perder es una de las alternativas del fútbol. Si así fuera, quizás Lionel Messi lo viviría con más soltura, sin tanto peso, como Cristiano.

Para cerrar: cuesta entender que Cristian Pavón no sea el segundo titular del equipo después de Messi. Los entrenadores saben más que nosotros. Han planificado miles de partidos, han tomado decisiones, los han vivido desde adentro. Además, están todos los días con los jugadores. Los ven en decenas de prácticas. Saben quiénes están mejor o peor.

Pero hay cosas que son demasiado evidentes. Que rompen los ojos. Y Pavón ha demostrado, no sólo en la última temporada en Boca, que es imparable por izquierda y por derecha, que asiste y mete goles, que tiene una capacidad física impactante, al punto de no faltar en 69 partidos consecutivos con su club.

También ha dejado su sello en sus escasas apariciones en la Selección. Debutó ante Rusia y en unos minutos le sirvió el gol al Kun Agüero. Entró ante Haití y se lo sirvió a Messi. Tuvo 15 minutos ante Islandia y encargó como ninguno lo había hecho. Es nuestro revulsivo. La sangre joven. El Caniggia del Mundial 90, el hombre-rayo al que Bilardo no quería poner de titular (¡pronta recuperación, Narigón!). Lo puso en el segundo tiempo ante Camerún, en el debut, y no salió más. Ojalá que Pavón escriba la misma historia. ¿Y si nos ayudamos entre nosotros?