¿Quién se va a animar a congelar el gasto?

Entre tantas pálidas, el gobierno pudo mostrar hoy un dato positivo de fondo al dar a conocer las cuentas públicas de febrero. Si se considera incluso lo que el Estado paga en intereses por las deudas que vino tomando para dejar de emitir pesos, sigue habiendo un déficit. Pero mucho más chico. En los primeros dos meses del año el rojo real del sector público cae un 25% en términos reales. Es la primera vez que se reduce tanto.

Eliminar ese rojo es, en el fondo, la manera más consistente de eliminar la inflación y la recesión.

La pregunta es si ese desequilibrio podrá anularse del todo o no. No es fácil. Porque el gasto público, a su vez, está en gran medida atado a la inflación, está indexado, en gran medida por leyes del Congreso.

Justamente, lo vamos a notar en marzo. Sólo el aumento de jubilaciones y asignaciones por hijo que se paga en este mes implica un gasto extra de 15.000 millones de pesos. En la Argentina ya hemos perdido conciencia de los ceros y las cifras ya no nos dicen nada. Pero para darse una idea basta decir que sólo el aumento que se pagará este mes a jubilados equivale a todo el gasto en subsidios a los servicios públicos en un mes. O a todo el dinero que la Nación manda a las provincias por fuera de la coparticipación. 

De manera que no va a ser fácil que en marzo y en los próximos meses se mantenga la mejora de los números de febrero.

Sería muy importante que, en vistas de las elecciones, los candidatos con chances de ganar dijeran qué piensan hacer con el gasto público argentino. Macri está muriendo con las botas puestas tratando de contenerlo. Porque sentarse sobre la caja implica pagar enormes costos políticos, sobre todo con elecciones encima. Pero los demás no dicen nada al respecto.

Es un problema. Porque Argentina no sólo necesita que alguien se siente sobre el gasto unos meses. Tiene que desindexar el gasto público. Desconectarlo de la inflación para que baje de verdad y no sólo un par de meses. Si no, el próximo gobierno, sea de Cambiemos o de cualquier otro, se va a encontrar de vuelta, más temprano que tarde, con el mismo abismo de la inflación perenne, la desinversión y la caída de la economía.