Internacionales

Frankestein Trump

31/03/2016 | 12:22

En tiempos recientes, la vieja Europa ha mirado a EE.UU. con una mezcla de admiración y condescendencia, lo primero por la energía emprendedora de su sociedad, lo segundo por sus desbordes patrióticos y ombliguismo.

Sin embargo, desde la II Guerra Mundial, los europeos reconocen un agradecimiento infinito a las barras y estrellas por haberlos ayudado a salvarse del tenebroso proyecto nazi.

Cuando desde Europa se buscaban íconos, al otro lado del Atlántico emergían los Kennedy, la meca del cine, Luther King, la gran manzana, Woodstock, Mohamad Ali, Woody Allen, Poe... Ahora miran a EEUU y se les aparece...Donald Trump.

Como en todo el mundo, primero se recibió con sarcasmo e ironía la irrupción , como elefante en cacharrería, del magnate millonario en la campaña presidencial. Pero han ido corriendo los meses y avanzando los caucus, y de la anécdota se ha pasado a la inquietud.

Y estamos llegando sin frenos a la estación de la pesadilla. Ya no es una utopía imaginar a este irascible pelirrojo subiendo sus piernas a la mesa principal del despacho oval.

De Obama a Trump, así, sin anestesia.

Pero, ¿cómo ha sido posible llegar a este escenario tan inesperado?, se preguntan los analistas europeos, sirviendo de inspiración a numerosos artículos que pretenden responder a esta pregunta.

El estilo lenguaraz y directo de Trump resultó un elixir para los medios, ávidos de un espectáculo que la política pocas veces ayuda a alimentar.

El lenguaje del candidato va “orientado al consumidor”, según define Yuri Morejon, consultor y polítólogo, que amplificado por televisiones, diarios y las redes, cala como garúa fina en una sociedad sumida en un gran descontento con la clase política tradicional.

Hasta los propios custodios de las esencias del Partido Republicano están en alerta roja ante el monstruo que tan alegremente ayudaron a crear, pensando que podrían neutralizarlo una vez que hubiese levantado los ánimos de su electorado. “Anda Donald, ya está bien la broma, vete a casita ya y deja sitio para los políticos de siempre, ellos toman el mando ahora”, pensaron decirle, y tal vez ya se lo dijeron.

Como toda respuesta, Trump les habrá mostrado el dedo anular de su mano derecha bien erguido.

Frankestein Trump se lo cree, cada día más, por sus venas corre vivaracha esa adrenalina que ya no se movía ni cuando abría su caja fuerte.

“Quiero ser presidente de los IUESEI...”

Es razonablemente posible que a medida que el camino a la presidencia del gigante americano se haga más factible, Trump moderará su discurso, apaciguará su histrionismo y ablandará la radicalidad de sus propuestas. Con el electorado extravagante que le sigue no le alcanza para jurar ante el Capitolio.

Pero lejos de tranquilizarse, en Europa contienen la respiración, ya bastante tienen con torear a bestias tan indómitas como el terrorismo yihadista, la crisis de refugiados o la caída del estado de bienestar, como para tener que guardar reservas en prevención de que este sujeto pueda ser el próximo inquilino de la Casa Blanca.