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El país, con "El País"

07/05/2016 | 08:36

Cuando llegué a vivir a España, una de las primeras costumbres que adopté fue hacerme asiduo de “El País”, el periódico que llevaba apenas 15 años en circulación y que había nacido para ser el vocero de los nuevos tiempos que se abrían en el posfranquismo.

Sobrevolando sus páginas se respiraba libertad, modernidad, europeísmo, frescura, plumas talentosas, y un tratamiento respetuoso y equilibrado de la realidad latinoamericana, sin esa rémora paternalista de ex imperio que predominaba en general en el resto de los medios.

Por esas razones, y por otras más propias de cada individuo, era el diario preferido por los argentinos residentes en España. Lo afirmo por experiencia propia, admitiendo que esa adhesión no era unánime, como es de suponer, pero bastante mayoritaria.

A algunos ví, por ejemplo, con el “ABC” bajo el brazo, por citar disidencias. Y estoy seguro de que muchos compatriotas, que tras haber vivido algunos años en estas tierras han regresado a su patria, siguen accediendo a este periódico, más ahora con las facilidades que otorga el universo digital.

“El País” tenía una indisimulable posición socialdemócrata, en las décadas en las cuales esta orientación gozaba de un prestigio en Europa que la hacía deseable de adoptar en otras latitudes, sin ir más lejos, por la renacida democracia argentina tras los años de plomo y muerte.

No era de extrañar entonces, comprobar las sinergias que existían entre el grupo Prisa y el socialismo de Felipe González, asentado cómodamente en el poder gracias a sucesivas reválidas electorales.

Desde sus albores, en la primavera del 76, “El País” había estampado varias portadas que harían historia en la conciencia colectiva de los españoles, pero ninguna como aquella “El país, con la Constitución”, que vocearon los quiosqueros pocas horas después de que unos iluminados retrógrados asaltaran el Congreso de los Diputados para interrumpir la democracia. Fue en el recordado como 23 F (23 de febrero de 1981) una pesadilla que acabó en la madrugada siguiente.

Pasaron los años, volaron las décadas, y “El País” siguió acompañando la vida de millones de españoles que vivieron y evolucionaron junto al periódico que nunca se bajó del primer lugar en ventas y en influencia.

Hasta que las cosas empezaron a cambiar. Hoy, como si de un ser humano se tratara, “El País” cumple 40 años...en plena crisis existencial.

La difícil situación económica y financiera del grupo Prisa, propietaria del diario, ha provocado la entrada de accionistas corporativos y globales que parecen haber condicionado la histórica posición ideológica del medio.

Tal es el giro neoliberal y de adhesión al establishment de la línea editorial desde comienzos de esta década, que muchos lectores de siempre se sienten desorientados con ciertas tomas de posición que ha tenido el diario. No son pocos los que, con indisimulable decepción, han abandonado la rutina de leerlo.

La era digital, por otro lado, obliga a una recreación conceptual del medio de comunicación, y el soporte impreso afronta el desafío que pone en duda su propia existencia.

“El País” no es ajeno a ello, más bien se ha puesto a la cabeza en la búsqueda de nuevas fórmulas de convivencia entre el papel y las pantallas. Pero hay debate en la redacción, cuestionamientos al liderazgo y la resolución del dilema no estará exenta de turbulencias.

No es de extrañar por ello que a “El País” se le reconozca ahora más por lo que fue que por lo que es. Aunque tanto detractores como frecuentes admiten que su historia no es solamente la de un periódico, sino la de un patrimonio cultural de la democracia española.

Un ciclo vital inseparable de la propia historia de la España intersiglos. Y trae a cuento la expresión que hace unos días escuché de Iñaki Gabilondo “¿Qué hubiera sido de este país sin El País?”.