Sociedad

El año de la liebre y el caracol

06/03/2015 | 11:29

Se mueve el árbol político e institucional español, al compás de las intensas ráfagas electorales que durarán todo este año.

A finales de este mes se abre la agenda del sufragio con las elecciones en Andalucía, que tendrán su prolongación en el mes de mayo con las elecciones municipales y autonómicas (provinciales), para pasar a septiembre, con la convocatoria para Cataluña y cerrar en el último bimestre, sin fecha precisa aún, con las elecciones generales para elegir nuevo presidente del gobierno español.

La crisis que el país viene sufriendo desde finales de la década pasada y la movilización social generada por la frustración, la indignación y las ideas para renovar un sistema que muchos consideran injusto y obsoleto, ha logrado germinar en nuevas formaciones políticas que según las encuestas de intención de voto podrán aposentarse en las ramas del poder, desplazando en muchos casos a quienes llevan décadas anidando allí, y a los que se señala como los responsables directos del angustioso panorama que vive actualmente la sociedad española.

El fin del dominio alterno entre la derecha del Partido Popular y la últimamente dubitativa y despistada socialdemocracia del Partido Socialista parece un resultado cada vez más factible. Como también lo son las consabidas estrategias proselitistas que en estos tiempos de urnas calientes llevan a cabo los que pretenden renovar la confianza de los ciudadanos e impedir la llegada de los cambios.

Desde el más modesto de los alcaldes, pasando por el presidente de cualquier comunidad autónoma hasta llegar al mismísimo equipo de gobierno de la Moncloa, se esmerarán a partir de ahora en generar un carrusel de inauguraciones llamadas “vistosas”, entre las que pueden incluirse puentes, rotondas, primeras piedras de infraestructuras que nunca se erigirán, actos donde se prometen cosas que una vez cerradas las elecciones se olvidarán en un olvidado cajón de un olvidadizo funcionario.

El caso es mostrar dinamismo y zigzagueando para abarcar muchos flancos, como una liebre cuando corre a campo abierto.

Pero al mismo tiempo, otros emprendimientos menos vistosos, pero no por ello menos trascendentes para el bien común, van a sufrir la indiferencia y los recortes presupuestarios: proyectos científicos, planes de renovación educativa, acciones de cooperación internacional, una visión estadista y a largo plazo, en fin, todo aquello “intangible” que no se puede vender en un acto preelectoral. Es el carril del caracol.

Así viviremos los españoles este ventoso año político; mirando desde el pie del árbol del poder cuánta nueva fauna logra un sitio en el tronco y cuantos vertebrados, muchos de ellos algo vetustos, deberán abandonarlo para buscar otros arbustos donde refugiarse.

¿Y en Argentina cómo está el árbol del poder?

¿Qué similitudes y diferencias podríamos aportar a esta reflexión?