Internacionales

Bye, bye british, ¿bye bye Europa?

24/06/2016 | 10:46

Y así, casi sin darnos cuenta, Gran Bretaña le ha dicho adiós a Europa.

Por apenas un millón de votos de diferencia, por el canto de una uña, el resultado abre una incertidumbre que se extenderá en el tiempo, porque no se atisba en el horizonte cuándo se podrán asentar y calmar estas aguas revueltas. Y en el espacio, porque la influencia de este cisma se hará sentir más allá de los países directamente involucrados, como ya lo están evidenciando el precio del petróleo, los mercados bursátiles de todo el mundo y los flujos migratorios.

Europa tendrá que repensarse su proyecto, porque se nos va una de las piedras fundamentales de su esencia, como los británicos, pero al mismo tiempo el continente se libera de un socio incómodo, conflictivo y que exigía un tratamiento diferenciado. Que estoy, pero no estoy, doy la bienvenida a los capitales pero no entro en el euro, toco y me voy.

A Europa esta fractura la encuentra con una osteoporosis institucional que le adelanta el peligro de otras quebraduras: ya salió la euroescéptica Marine Le Pen pidiendo un referéndum similar para Francia. Y Le Pen no es ninguna hormiguita, el año que viene podría ser la próxima presidenta de la republique francaise.

En Bruselas y Estrasburgo se jugará en los próximos años el ser o no ser del continente.

Pero del otro lado del canal de la Mancha no todas son rosas. El Reino Unido, (ojo, tal vez en pocos años eso de “Unido” ya no refleje cabalmente la realidad), sale fracturado de esta contienda. División entre los propios ingleses, y entre los ingleses y las otras naciones del imperio: escoceses e irlandeses del norte han reaccionado al instante pidiendo un replanteo de la relación con Londres, porque ambas sociedades son claramente europeístas.

Claro que a partir de ahora el proceso de divorcio se ralentizará, ya que entrará en el alambique de la terrible burocracia europea, que a su vez será estorbada por sus políticos, interesados en detener el reloj a la espera de que un milagro cambie el sentido de la decisión que acaban de tomar los británicos

Y pensar que todo este terremoto se originó en una aparentemente inofensiva falla geológica dentro del partido conservador inglés, cuando su líder David Cameron resolvió zanjar las disputas internas con la oferta de una consulta que por aquellos dias, nadie creía que los antieuropeos podrían ganar.

Y de aquellos barros, estos lodos.

Cameron se inmoló en alguna de los hogueras de San Juan que celebraron el solsticio de verano, la misma noche en que el escrutinio inclinaba la balanza hacia el Brexit. En octubre, David Cameron dejará de ser primer ministro. La primera víctima, tal vez el principal victimario.