Internacionales

Borbones y bribones

05/03/2016 | 09:29

Tópicos e iconos se vienen desmoronando por kilogramos últimamente en España. Es el punto en común que tienen las guerras y la corrupción, que socavan las escalas de valores establecidas.

En un juzgado ad hoc instalado en el parque empresarial de Palma de Mallorca se ha dado por fin la imagen que tantos intentaron evitar y otros tantos propiciaron con avidez: la realeza española sentada en el banquillo de los acusados.

El rostro cansado y la voz casi inaudible de una hermana e hija de reyes intentando ante el juez evitar la cárcel por colaboración necesaria en delitos fiscales, ha sido para muchos españoles la caída a los infiernos del otrora gallardo orgullo ibérico, asentado sobre una monarquía imperial, que apenas se había reivindicado en el último siglo abortando el golpe de Estado de febrero del 81.

Hasta ese gesto patriótico del rey Juan Carlos ha caído ahora bajo las sospechas de un igualmente sospechoso revisionismo histórico.

Otra parte de la sociedad cree haber encontrado la razón final para pasar a la monarquía al rincón de la historia que los dos intentos republicanos anteriores no lograron consolidar.

El nuevo rey Felipe VI es tan consciente del alambre por el que camina, que ha tenido que soltar lastre para no perder su equilibrio. Mantiene una distancia escéptica con su hermana encausada, ya no digamos con su cuñado ex deportista olímpico, núcleo principal del juicio en marcha.

La familia ya no se junta más que para comuniones y bodas, y con ceño fruncido. Si hasta a su propio padre, ahora rey emérito, le ha perdido la agenda de actos oficiales para que no se exponga a posibles cuestionamientos ciudadanos.

Felipe VI se ha cargado casi en exclusiva – la reina Letizia no siempre asoma – el desafío de conducir la nave real por este largo temporal de desprestigio, a la espera que el paso del tiempo amaine su furia. De momento va zafando.

Pero Cristina de Borbón podría ser apenas la cabeza mediática de un entramado de negocios apalancado en la imagen de la Casa Real y que iría subiendo escalones hasta involucrar al propio rey que abdicó hace dos años. Los acusados hacen en la sala del juicio una verdadera esgrima verbal para demostrar que estaban sometidos a la tutela del palacio de la Zarzuela en sus opacos business, pero sin llegar a manchar al monarca. Estrategia compleja, probablemente inverosimil...

Herida pero no mortecina, la realeza española bien podría sobrevivir si lograra mimetizarse en el fenomenal alud de lodo que la corrupción ha desparramado por todo el marco institucional español.

Qué le haría una mancha más al tigre, aunque fuese una mancha real.

Una caterva de bribones que desde partidos políticos e instituciones públicas armaron verdaderas “organizaciones criminales” según sostiene la propia Guardia Civil, van quedando al descubierto acusados de medrar los recursos públicos hasta magnitudes alucinantes.

Evasión fiscal, prevaricato, tramas urbanísticas, maquinación para alterar el precio de las cosas, reparto de obras públicas entre amiguetes privados, tratos de favor...(nada que los argentinos no hayan visto, ni que probablemente dejen de ver), son las lanzas de la corrupción que han puesto en jaque la salud de la democracia española. Y que han cargado de sospechas a las más excelsas referencias del Estado, incluida la monarquía.

Escrutados todos por la acción de la justicia, que afortunadamente parece gozar de buena salud e independencia.

Y allí están, Borbones y bribones, unidos por un mismo afán. Salvarse.