Fachada del Ministerio de Economía, en donde aún se observan orificios de bala y de esquirla.

Recuerdo histórico

Recordamos el bombardeo de 1955 a Buenos Aires: un acto de terrorismo que dejó huella

15/06/2025 | 08:00 | A 70 años del ataque, se recuerda el bombardeo a Plaza de Mayo como un acto de terrorismo interno que dejó cientos de muertos y marcó la historia argentina.

El 16 de junio de 1955 significó un día trágico para Buenos Aires, donde un ataque aéreo y terrestre del antiperonismo tuvo lugar, dejando una herida profunda en la memoria colectiva de la nación. Ese día, entre las 12:40 y las 17:40, la Armada Argentina, con el respaldo de un sector de la Aeronáutica y numerosos Comandos Civiles, lanzó más de cien bombas en el microcentro porteño. Según lo expresó el destacado historiador Eduardo Luis Duhalde, “el bombardeo de una ciudad abierta por parte de fuerzas armadas del propio país es un acto de terrorismo”.

Los objetivos del ataque incluían la Casa Rosada, el Aeropuerto de Ezeiza y diversos puntos estratégicos, así como la Plaza de Mayo. Durante este asalto, un avión incluso ametralló a un grupo de obreros frente a la fábrica de Jabón Federal. Miles de personas, en su mayoría armadas con palos, se movilizaron para resistir el golpe, pero la tragedia tocó fondo con la caída de una bomba en un trolebús lleno de trabajadores, donde todos sus pasajeros perdieron la vida.

Este bombardeo no fue un hecho aislado. Desde 1951, Argentina había experimentado varios intentos de golpe de Estado, y en septiembre de 1955 se produciría otro intento. El bombardeo de junio marcó un incremento en la violencia política contra civiles, un acto de terrorismo prolongado que había empezado en abril de 1953, cuando un grupo de Comandos Civiles colocó explosivos durante una concentración de la CGT, resultando en la muerte de varias personas.

Hasta la fecha, la cifra exacta de víctimas del 16 de junio permanece incierta. Sin embargo, investigaciones serias indican que alrededor de 300 personas perdieron la vida, incluyendo nombres como Severo Aguire, Ángela Modesta Albornoz y muchos otros. Es fundamental reconocer no solo a las víctimas, sino también a los responsables de estos actos, cuyas acciones dejaron una huella imborrable en la historia Argentina.

Al final, el 16 de junio representó una victoria para la democracia y el poder popular, aunque a un costo inimaginable. A tres meses de este ataque, un nuevo golpe de Estado reiniciaría un ciclo de autoritarismo y violencia. La historia del país, marcada por este evento sombrío, es un testimonio de cómo el terror y las proscripciones han estado presentes a lo largo de los años. Este ciclo de violencia y sufrimiento sigue vigente en la actualidad, mostrando que, aunque han pasado décadas, las luchas por la democracia y los derechos continúan siendo parte de la historia de Argentina.