Reacciones y análisis
14/06/2025 | 23:30 | Cristina está acabada. Rodeada de lúmpenes, sin poder, sin apoyo real. Robaron, mintieron y perdieron. No hay que dejarlos levantar nunca más.
Como era de esperar tras la confirmación de la condena a Cristina Kirchner, se desató una serie de reacciones que evidencian la falta de autocrítica entre sus seguidores. A lo largo de los años, se destacó la presencia de individuos con escaso nivel intelectual en el gobierno kirchnerista. Esta administración no solo fue reconocida por su corrupción, sino que también se caracterizó por la baja calidad de sus referentes.
En los últimos días, la palabra proscrípción se ha repetido insistentemente en los discursos kirchneristas, como si lo fundamental fuera que la exmandataria no pudiera presentarse como candidata a diputada provincial debido a esta sentencia. Sin embargo, lo que se ha demostrado es un patrón de corrupción que comenzó con una denuncia de Javier Iguacel y ha sido objeto de la atención de múltiples jueces y fiscales. La inquietud sobre su candidatura parece ser irrelevante en comparación con el entramado delictivo que se ha puesto en evidencia.
En un contexto donde las fake news dominan el debate, se hace necesario aclarar que, en Argentina, nadie está proscripto realmente y el concepto de lawfare es solo un invento de políticos corruptos a nivel global que sus seguidores, a manera de mantra, repiten sin cuestionar. Numerosos integrantes del Foro de San Pablo han tomado la palabra para hablar de este fenómeno, aunque resulta llamativo que muchos de ellos tienen antecedentes de corrupción.
Dentro de las reacciones post fallo, destacó una afirmación particularmente desafortunada de Axel Kicillof, quien afirmó que la Cámara de Comercio de Estados Unidos había solicitado el fallo en cuestión. Este tipo de comentarios subraya la falta de seriedad en el discurso político actual.
Las manifestaciones de diversos artistas y personajes del espectáculo también resultaron cuestionables. Un claro ejemplo fue el actor Juan Minujín, quien argumentó que tres jueces no electos decidían sobre la vida de una candidata. Este tipo de opiniones, que reflejan una profunda desconexión de la realidad, no hacen más que exhibir la ignorancia política de muchos en el ámbito del entretenimiento.
El kirchnerismo ha mostrado, una vez más, su naturaleza delictiva y el bajo nivel intelectual de sus líderes. Resulta fundamental enfrentar esta narrativa errónea. La inhabilitación de CFK es consecuencia directa de la corrupción durante su gestión, y si no hubiesen malversado recursos, hoy no tendríamos que debatir su elegibilidad.
Asimismo, se produjeron episodios de violencia, características que también están asociadas a la identidad kirchnerista. El ataque a TN, orquestado por La Cámpora, y la participación de José Lepere—un exfuncionario del gobierno de Alberto Fernández—son solo un ejemplo del clima de hostilidad que se ha creado. Las amenazas dirigidas a periodistas como Gustavo Noriega y en medios de comunicación como Radio Rivadavia muestran la estrategia agresiva de este sector.
En cuanto al futuro de CFK, parece estar marcado por más conflictos judiciales. El peronismo enfrenta su peor cara, defendiendo a alguien con una condena poco atractiva que resulta irrelevante para la mayoría del electorado. A medida que las elecciones se acercan, se evidencia una desconexión alarmante entre sus dirigentes y sus votantes.
Es vital mantenerse firme en la oposición al kirchnerismo. A pesar de lo que sostengan figuras como Pablo Avelluto, exministro de Cultura de Macri, es esencial combatirlo con todas las herramientas disponibles. Se necesita un cambio que permita recuperar el país de aquellos que destruyeron su credibilidad y persiguieron a quienes pensaban diferente. En esta lucha, Cristina puede disfrutar de un momento de atención, pero la historia nos muestra que esta situación es efímera y pronto se encontrará sola, alejada de los verdaderos actores de la política, rodeada únicamente por quienes no tienen nada que ofrecer.