Un cepo al servicio del Partido

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Un cepo al servicio del Partido

12/07/2021 | 14:24 |  

Adrián Simioni

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Un cepo al servicio del Partido

Cada dos por tres el gobierno argentino le da una nueva vuelta de rosca al cepo cambiario. Entre los muchos cepos que rigen en el país (cepo educativo, cepo aéreo, cepo exportador, cepo de precios, cepo jubilatorio, etc), el cepo al dólar es el original y más antiguo. Por eso ya no tiene casi nada por cerrar. Casi todo lo que podía prohibirse, ya se prohibió. Y para siempre: por ejemplo, si alguna vez el Estado subsidió una partecita de tu sueldo un solo mes el año pasado, pues tu ventanita para acceder a los 200 dólares ahorro ha quedado cerrada para siempre. Así cualquiera contiene al dólar.

Sin embargo, las finanzas del Estado son tan precarias que la creatividad de los expertos en cepos funciona full. El fin de semana le encontraron una nueva vuelta de tuerca. A la gente de a pie no nos afecta en forma directa. Afecta a las empresas. ¿Qué hicieron? Bueno, hasta ahora las empresas que necesitaban hacerse de dólares para pagar deudas, comprar insumos o enviar ganancias a accionistas en el exterior podían apelar al famoso Contado con Liqui. ¿Cómo funciona? La empresa compra con pesos, dentro del país, un bono de deuda del Estado en dólares y luego lo vende en el exterior, donde esos títulos también cotizan, y con eso cumple sus obligaciones. Comprado de esa forma, cada dólar de esos cuesta 167 pesos.

El gobierno quiere que el Contado con Liqui no suba, para que no genere nervios y no arrastre al dólar paralelo, por ejemplo. Entonces lo que ha hecho es reducir aún más la posibilidad de que las empresas usen ese mercado y demanden el dólar contado con liqui. Por ejemplo, si dos empresas tienen distinto CUIT pero pertenecen a un mismo grupo económico, sólo una de ellas podrá comprar en este mercado (esto es algo rarísimo, porque jurídicamente son dos personas distintas, es como decir que si Pablo y Pedro son primos, sólo Pablo puede votar). Y la otra traba es que sólo pueden comprar 50 mil dólares por semana, lo cual es una exhibición obscena de la miseria en la que estamos: si una empresa tiene que hacer una operación minúscula de 200 mil dólares debe hacerlo en cuatro semanas. Algo así como tarjetear transferencias al exterior. Imaginen lo que debe pensar un proveedor, un acreedor o un accionista del exterior. Más Costa Pobre no se consigue.

A esta altura ya debería ser obvio para todos que estos esquemas son inviables. Que el plan Sarasa y el método Vamos viendo y le vamos dando lleva al estrangulamiento. Que todo se hace para llegar a las elecciones sin que se vuelen todas las chapas. Es postergar cualquier decisión racional e hipotecar todo el país al servicio del Partido. Después de que votemos se verá. O se vira hacia una economía más racional. O se avanza hacia otros cepos, más peligrosos y siniestros, que restrinjan mucho más que meros derechos cambiarios.

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