La gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner, se reúne con Rogelio Frigerio.

Opinión

Sin gradualismo, Alicia expone la hipocresía K

30/01/2019 | 10:30 |

El gobierno cambió el sistema de subsidio. Afecta la petrolera de Techint, la más que más invirtió, en miles de millones. Expertos descartan que tenga que volver el barco regasificador.

Adrián Simioni

Cuando asumió al finalizar 2015, Alicia Kirchner dijo que la Provincia de Santa Cruz estaba quebrada, luego de 24 años de gobiernos K y pese a los privilegios nacionales que había tenido durante 12 años. Tenía razón. El desastre era obvio.

Tres años después, Alicia terminó 2018 con superávit fiscal, el primero en 15 años. Lo logró con un ajuste draconiano. En Santa Cruz no hubo gradualismo en modo Macri. La gobernadora sencillamente dejó de pagar salarios en tiempo y forma. Y demoró cualquier aumento. La inflación hizo el resto. La pérdida de poder de compra de los sueldos y jubilaciones estatales fue homérica. No se compara con nada que haya pasado en ninguna otra provincia.

Y ahora, Alicia se anima a pensar en su reelección. Al fin y al cabo, está recuperando la normalidad. Es lo que muchos macristas le reclaman a Macri: no haber hecho el ajuste todo de golpe apenas asumió. Suponen que, como Alicia, a estas alturas habría una recuperación y estaría cosechando los resultados, en lugar de estar haciendo recién ahora el trabajo sucio, ya con las elecciones encima.

Lo increíble es lo incombustible que resulta la hipocresía K. Por muchísimo menos que la carnicería estatal y previsional que hizo Alicia en Santa Cruz, a Macri los kirchneristas que controlan las oficinas públicas, los sindicatos, las universidades, las empresas estatales y demás, hubieran incendiado todo.

Un botón de muestra: Santa Cruz se apresta a ejecutar este año una nueva versión de presentismo docente que ya decretó el año pasado. Los docentes que no hagan paro y que no falten por enfermedad ascenderán más fácilmente que los otros. Imaginemos qué dirían la conducción K de la Uepc de Córdoba o Roberto Baradell en Buenos Aires si a Schiaretti o Vidal se les encendiera la lamparita.

No sólo eso. Las cosas que más les critican los K a Macri son las que más beneficiaron a Santa Cruz. Por empezar, los sucesivos pactos fiscales, que cedieron enormes recursos a las provincias a cambio de respaldo en el Congreso para leyes que los K votaban automáticamente en contra.

Hasta de los tarifazos se benefició Alicia. Macri pagó los costos políticos de sincerar los precios del petróleo y el gas que cada vez se extraían menos en el país y de las naftas y la electricidad que se producían con ellos. La movida contra la que los K militan hasta la extenuación en las redes sociales fue doble beneficio para Alicia: reactivó el sector en Santa Cruz y multiplicó las regalías que entran a su billetera. Como esas regalías se cobran en dólares, la devaluación por la que pone la cara Macri también multiplica los billetes.

Alicia exhibe dos cosas. Una, es que la historia de Macri podría haber sido otra si el kirchnerismo le hubiera permitido hacer un ajuste tan brutal como el de la gobernadora. La otra, que el doble discurso de Cristina Fernández, que jamás dijo una palabra en contra de lo que hacía la hermana de su marido difunto, es infinito.

Como me dijo con mucho humor mi compañera, la periodista María Rosa Beltramo, lo de Alicia y Cristina es, al fin y al cabo, “un clásico entre cuñadas”.