Política esquina Economía
24/12/2025 | 14:29
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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Saluden al último año de Cristina que se va
Lo que está sucediendo frente a nuestros ojos es, quizás, el proceso más significativo de la política argentina reciente, aunque no sé si todo el mundo lo está terminando de ver. Cristina Fernández de Kirchner ha entrado en un ocaso que ahora ya incorpora a su propio liderazgo sobre el kirchnerismo. La señal más potente de este quiebre es la actitud de Axel Kicillof, quien finalmente ha decidido plantar bandera y decirle "Me voy. Basta".
Las señales de esta fragmentación están por todos lados, especialmente en el corazón electoral del conurbano bonaerense. Estamos viendo enfrentamientos, a veces violentos, entre La Cámpora y sectores referenciados en Juan Grabois o el Movimiento Evita en municipios clave como Quilmes y Lanús.
/Inicio Código Embebido/
/Fin Código Embebido/Dentro del propio espacio, dicen que es Kicillof quien manda a estos grupos para poner en aprietos a los intendentes de La Cámpora, como Mayra Mendoza, y dificultarles la gestión. Es un clima de confusión total donde incluso exalbertistas, como Victoria Tolosa Paz, salen a defender a Cristina denunciando mecanismos extorsivos que ellos mismos solían avalar.
En el plano legislativo, el vaciamiento de poder es evidente y cuantificable. Cristina ya perdió la primera minoría en la Cámara de Diputados debido a que los legisladores que responden a gobernadores peronistas abandonaron su bloque. En el Senado, la situación es igual de crítica: de aquellos 42 senadores originales, hoy quedan apenas unos 21 que responden a ella y está a punto de quedar relegada como la segunda minoría del cuerpo. La capacidad de arrastre político que alguna vez fue indiscutible se ha evaporado.
Mientras tanto, Kicillof avanza como una "tromba" lanzando su movimiento político a nivel nacional y reuniéndose con gobernadores que antes le respondían directamente a Cristina, como Quintela, Ziliotto o Insfrán. Hoy la expresidenta parece detenida en su propia vivienda, en su propia cárcel política, perdiendo capacidad de liderazgo día tras día. Su único lugarteniente es su hijo, Máximo Kirchner, quien se muestra muy debilitado al no tener ya a disposición los recursos del Estado para disciplinar a la tropa.
Muchas veces se anunció el fin político de Cristina y nunca terminaba de suceder, pero esta vez el escenario es distinto. Kicillof ha sido claro al marcar su autonomía: "Yo ya no soy ustedes; si quieren, síganme".
Sigue siendo una referente valorada por el sector más ideológico, pero ya no conduce el proceso político. Por eso, ante la evidencia de este aislamiento y la pérdida de sus bases de poder, me animo a decirles: saluden al último año de Cristina, porque esta vez sí se está yendo.
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