Préstamos y vuelos: el perfeccionamiento del atraso
Préstamos y vuelos: el perfeccionamiento del atraso

Política esquina economía

Préstamos y vuelos: el perfeccionamiento del atraso

11/07/2019 | 07:36 |

La estrategia de algunos gremios de “aguantar lo que dure” bloquea todo cambio. La brecha con el mundo es cada vez mayor. Los casos de estos días: bancos y aerolíneas.

Adrián Simioni

No pasa casi ningún día en que la Argentina atrasada, corporativa y prebendaria choque con la modernidad que espiamos por Internet y que tímidamente y muy por detrás de otros países golpea la puerta de nuestras vidas. El fenómeno no es nuevo. Pero la brecha, la distancia entre lo que ya es inviable y lo que no puede terminar de nacer en una sociedad refractaria a cualquier cambio es tal ,que las colisiones son cada vez más numerosas, obvias y voluminosas.

Sólo en estas dos semanas hubo dos golpazos. Uno, está sucediendo entre el viejo y costoso sistema bancario y las llamadas “fintech” (financieras tecnológicas), que practican nuevas y viejas formas de intermediación financiera potenciadas por tecnologías cuya regulación está en discusión.

El otro choque fue entre las empresas aéreas en general y parte de sus empleados contra los sindicatos aéreos que ejercen el monopolio y pretenden fijar las políticas aéreas para que no se mueva más una mosca en los cielos eternos de sus reglas laborales bancadas con dinero público.

Lo viejo tiene poco para defender

El sistema bancario ha sido lo suficientemente malo como para bancarizar sólo al 48% de la población, contra el 74% de Chile (datos del Banco Mundial). Puede haber otras razones que expliquen un desempeño tan pésimo. Pero es obvio que la gente ha encontrado medios de pago y de financiación que les parecen más ágiles y baratos en las “fintech”.

El viejo mercado aéreo tampoco era un exitazo. Los argentinos del interior pasamos años viajando como ovejas de Córdoba a Aeroparque para luego ir a Resistencia. O acarreando valijas desde Aeroparque a Ezeiza si se nos ocurría perder un ojo de la cara y viajar al exterior. Con la nueva política en tres años se agregaron 90 rutas. Se multiplicaron por 2,1 los argentinos que hacen vuelos domésticos sin pasar por Buenos Aires. Y los que pueden viajar afuera e ignorar Ezeiza se multiplicaron por 2,4.

Lo normal en Argentina

En la batalla campal de los bancos el sindicato Asociación Bancaria no está solo. El gremio anunció, como si dependiera sólo de él, que va a representar a los empleados de Mercado Pago, la división financiera de Mercado Libre, máximo símbolo de las “fintech” en Argentina. Pero estuvo precedido de una fuerte presión de los bancos para que las “fintech”, cuando ofrecen sus medios de pago, tengan que retener el mismo impuesto al cheque que encarece las transacciones bancarias (lo cual parece muy razonable si no fuera porque lo desquiciado es el impuesto en sí). Un sector de los bancos sabe que no va a sobrevivir la disrupción que crea en la industria la tecnología y la redefinición de relaciones comerciales que conlleva.

El convenio laboral que quiere aplicar el gremio algo que en la Argentina parece normal. Es del año 1975. Enumera una infinita cantidad de puestos y categorías (por ejemplo, el perforador de tarjetas tipo IBM, el ayudante de perforador y el revisor de tarjetas perforadas). Para cada uno fija remuneraciones con centavos incluídos. Hasta los premios anuales están regulados, por no hablar de los horarios.

¿Qué es un banco?

En nuestras mentes locales la primera reacción es pensar que eso es muy viejo y que hay que readecuar categorías y algo más. Pero el fondo de la cuestión es que semejantes regulaciones ya no existen en el mundo. Por empezar porque ya no se sabe bien cuál es el límite entre un comercio, un comisionista, un transportista, un administrador y un operador. De hecho, algunas fintech están autorizadas y supervisadas por el Banco Central porque hacen lo esencial y más riesgoso que hace cualquier banco: tomar dinero del público como depósitos y pagar un interés para prestarlo a un interés mayor.

Pero eso no es lo que hace Mercado Pago. Hay fintech que en realidad administran fondos fiduciarios. No pagan un interés a los depositantes. Al revés. Les cobran una comisión por administrar el fideicomiso, una figura jurídica a través de la cual los dueños del dinero prestan directamente a quienes se financian con el dinero del fideicomiso. 

Hay fintech que sólo habilitan un monedero electrónico: el usuario pone dinero ahí como en la tarjeta del colectivo y luego paga desde su teléfono. Su dinero no está prestado, más allá de que la fintech invierta una porción precalculada que sabe que siempre está depositada. Las empresas que administran tarjetas de colectivos hacen exactamente lo mismo (calculan que en promedio el millón de usuarios de colectivos de Córdoba capital siempre tienen 20 pesos en la tarjeta entonces siempre tienen invertido por ahí 20 millones de pesos). Y no por eso son bancos o viene La Bancaria a querer afiliar a los choferes.

¿Cómo competir así?

Hay un punto más importante. Un convenio que todo lo fija es para un sistema que jamás compitió. ¿Cómo iban a competir los bancos si a todos los empleados debía pagarles lo mismo, para hacer lo mismo, en el mismo horario, al mismo ritmo? 

Es la esencia de la Argentina vieja. La que armó bancos a los que entraban los más ricos y que fueron forzados financiar al Estado antes que asumir el riesgo de prestarles a los privados. Esos convenios para ese sistema: tal para cual. Todo eso no existe ya ni en nuestros países vecinos.

Aviones: 312 versus 82

En el sector aéreo la puja es más patética aún. En la medida en que los gremios tuvieron más éxito que en ninguna otra parte en abortar cualquier competencia, Aerolíneas se fue anquilosando cada vez más, encerrándose en un mercado cada vez más chiquitito que terminó por hacerla disfuncional a ella misma.

Un contraejemplo regional es Latam. Era muchísimo menos que Aerolíneas. Pero la temprana política de cielos abiertos de Chile la obligó a crecer o morir. Aerolíneas, protegida ad infinitum por un nacionalismo extraviado (aún mucha gente la llama “aerolínea de bandera”) engordó con subsidios en un corralito cada vez más chico.
En 2018 el grupo Latam operaba 312 aviones en 26 países. El Estado argentino no le da un solo peso. Aerolíneas operaba 82 aviones en seis países. 

¿Cómo salir de ese cajón? ¿Agrandándola? ¿Y encima sin cambiar sus convenios laborales? Es absurdo. Aerolíneas perdió plata cuando era estatal, cuando se privatizó y cuando se reestatizó. La idea de agrandarse para mejorar ya se usó muchas veces. Costó fortunas. Nunca funcionó.

Meterle mientras dure

No es casual que la estrategia de los gremios sea perdurar sin que se toque nada. Lo que se pueda. Mientras dure. En beneficio de los que están adentro y reciben el bálsamo de los subsidios estatales que cubren el déficit. Son ellos, sobre todo, los que saben que todo eso no tiene ningún futuro. Su estrategia es la prueba.

Es parecido a lo que sucede en los bancos. Todos saben que los sistemas financieros ni siquiera alguna vez funcionaron como el argentino. Mucho menos ahora. Pero no hay ambición de futuro. Sólo la de perdurar, como si nuestra sociedad entera pudiera llegar alguna vez a una utópica jubilación masiva, donde ya no sean necesarios los bancos, ni las “fintech”, ni nada.

Un viejo dicho decía: “España inventó el atraso. Y Argentina lo perfeccionó”. Tal vez sea verdad.