Por qué no estamos en hiperinflación (todavía), por Adrián Simioni.

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Por qué no estamos en hiperinflación (todavía)

15/03/2023 | 14:26

 

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

Hay varias definiciones de inflación clásicas. La más clásica, es cuando los precios suben más de 500% anual. Otra, cuando suben más de un 50% mensual. Otro criterio internacional es cuando en tres años los precios suben más de 100%. Otro criterio dice que hay híper cuando la población de un país repudia su propia moneda, ahorra en otros activos y deja de usar la moneda incluso para algunas transacciones.

O sea que la Argentina ya está muy cerca, reúne varias condiciones para estar en una hiperinflación, pero todavía no cumple los parámetros más clásicos, pese al brutal índice de 6,6 por ciento de febrero. Sí tenemos la superinflación más larga de la historia. En febrero se cumplieron 16 años de que Néstor Kirchner ordenara intervenir el Indec para comenzar a adulterar la medición de la inflación que el kirchnerismo reintrodujo a la Argentina y que comenzaba a escaparse de las manos. Eso sí es un fenómeno: hay pocos antecedentes de sociedades que acepten vivir tanto tiempo con tanta inflación.

Ahora: es un milagro que no estemos de lleno en una híper, teniendo en cuenta el enorme gasto del Estado y las cordilleras de pesos sin respaldo que hemos emitido para financiarlo. Hay varios factores que todavía tienen atado con baba al barrilete de los precios. Uno, es que el gobierno volvió a atrasar el precio del dólar, a usar como ancla esa moneda. El dólar oficial viene subiendo menos que la inflación para crear la ilusión de que no se ha perdido el control.

Otro elemento son las enormes trabas a la exportación. No sólo las retenciones a las exportaciones de granos, lo que obliga al agro a vender a precio regalado, en comparación al mundo, la soja, el maíz y el trigo que son la base de la alimentación. Imagínense que la carne vacuna subió 33% en febrero. Y eso que está prohibido -no limitado, prohibido- exportar siete cortes básicos de la cocina argentina. También están pisados los precios de la nafta y el gasoil a costa de la capacidad de inversión de YPF. Y las tarifas siguen congeladas de hecho -incluso la luz y el gas pese a la "segmentación"-, sobre todo en el Gran Buenos Aires, donde muchos servicios cuestan cada vez menos en relación al resto de las cosas porque siguen muy subsidiados. Todo esto por no hablar de Precios Justos, que aunque no funciona para contener la inflación, es otro intento por evitar que el barrilete cósmico se pierda en el cielo de la remarcación infinita.

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