Por qué el plan M no es (todavía) K y no le gusta a nadie

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Por qué el plan M no es (todavía) K y no le gusta a nadie

18/04/2019 | 06:29 |

CFK creía en medidas como las anunciadas. Macri no. CFK aniquiló superávits trillizos para construir poder. Macri busca recuperarlos, con alto costo político. Políticas parecidas, objetivos distintos.

Adrián Simioni

Faltó que los ministros de Mauricio Macri anunciaran la Supercard ¿Se acuerdan de aquella tarjeta oficial que iba a sacar Axel Kicillof en tiempos de Cristina Fernández para frenar la codicia de las tarjetas de crédito?

Cada medida anunciadas ayer por el gobierno tenía el color, el aroma y la consistencia de los planes kirchneristas: el aspaviento de un control de precios, un “plan asado” que sonó a Milanesas para Todos, una muestra de colmillos a los “formadores de precios”, un uso de fondos de Anses, un poco de congelamiento de tarifas y concentración de algunos de los beneficios en el Gran Buenos Aires.

Eso, junto al cambio de anteayer -otro más- en la política de intervención del Banco Central que dejó en el recuerdo la libre flotación del dólar, dejaron la sensación de que Macri se hizo kirchnerista. La sensación de que en la última curva antes de entrar a las elecciones, el presidente que venía a terminar con la demagogia K que había dejado un desastre ha empezado a hacer demagogia K para contrarrestar el desastre que él también estaría dejando.

El “déjà vu” kirchnerista es tan fuerte que ni siquiera faltó la improvisación en el anuncio. No se entiende de otro modo que en el paper el gobierno diga que corresponde a las provincias fijar las tarifas de distribución de gas, como si fuera igual que el caso de la electricidad. El último de los pasantes de cualquiera de los ministerios del área económica sabe que eso es una burrada.

Sin embargo, subsisten diferencias fundamentales entre la política K y la política M.

De déficits trillizos a superávits trillizos

Cristina Fernández recibió un país que todavía tenía superávits trillizos: el Estado gastaba menos de lo que recaudaba, la economía en general exportaba más de lo que importaba y el país producía más energía de la que consumía. Le costó trabajo, pero en ocho años logró transformar esos tres superávits en tres déficits. Eso dejó cuando se fue, luego de dos gestiones anunciando siempre medidas parecidas a las anunciadas ayer.

Macri, con mucha impericia, aumentando la deuda pública para financiar el tránsito y pagando brutales costos políticos por el ajuste fiscal que debe imponer, ha buscado revertir esos tres déficits. Volver a los superávits trillizos.

Los tiene, con muchas salvedades en cada caso, en la punta de los dedos:

1- Viene cumpliendo el compromiso con el FMI de llegar al equilibrio primario este año, primer escalón para revertir luego el déficit fiscal en serio, considerando también el pago de intereses y no sólo los gastos primarios.

2- Febrero fue el sexto mes consecutivo en que Argentina exportó más de lo que importó. Es más resultado de la recesión que voltea las importaciones que del crecimiento que aumenta exportaciones. Pero allí está: por primera vez en muchos años entran más dólares de los que salen. La cosecha tal vez récord de este año ayudará a consolidar ese resultado, al revés de lo que pasó con la sequía del año pasado.

3- Desde noviembre del año pasado Argentina volvió a exportar gas. Había dejado de hacerlo en 2006. Y desde 2008 tuvo que importar cada vez más gas en barcos.

Creer o no creer

Por si queda alguna duda de que el paquete M no es igual a lo que eran los paquetes K, vale un simple ejercicio mental. A Cristina Fernández le encantaba anunciar este tipo de medidas. Ella creía en ellos. Creía que “aumentar la demanda agregada” siempre era keynesianismo buenista, aún si la economía estaba en la fase ascendente de su ciclo. Sus asesores no le explicaban para más.

Macri no cree en sus propios anuncios. Lo ha dicho reiteradamente. Las tarifas deben reflejar los costos reales de generar la energía. Los precios deben reflejar los costos reales de la carne, el aceite o lo que sea. Argentina debe dejar de vivir de dólares prestados. El Estado no puede gastar más de lo que le ingresa.

Para el gobierno macrista, el único sentido de estos anuncios es reparar parcialmente los costos del ajuste camino a las elecciones de octubre a un costo fiscal moderado: equivale a 0,5% de un presupuesto como el de la Provincia de Córdoba.

Hacete un focus group, Durán Barba

De todos modos, es difícil que estas medidas le sirvan a Macri. Están pensadas para ayudarlo a llegar con algún margen a las elecciones y muchas han sido diseñadas para conformar a sus socios radicales, muchos de los cuales han sido tradicionalmente poco confiables en cualquier alianza cuando las papas queman.

Encima, fueron pésimamente anunciadas, con un video que simula ser casero y que reitera caprichitos “cool” del duranbarbismo que ya no tienen lugar. El macrismo no se da cuenta de que la crisis ya se llevó puesto ese estilo. Seguir insistiendo en esa forma de comunicar puede parecer piola en la Recoleta y en dos countries de Pilar. Pero en el resto del país no sirve más. Marche un focus group, Durán Barba. También CFK insistía con su estilo y no se  daba cuenta que cada cadena nacional la hundía más.

Por último, un cambio de libreto nunca convence a nadie. Y esa es la cuestión de fondo. Los macristas de derecha se sienten traicionados, violados en su pureza por el “plan asado”. Los macristas progres desencantados, en cambio, ven a un gobierno haciendo cosas muy parecidas a las que criticaba y por la que ellos lo votaron. Y a los radicales y macristas que presionaron por un cambio vendible en las elecciones, seguramente el paquete les parecerá insuficiente.