Pasó el paro matero y el opositor necesario sigue ausente

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Pasó el paro matero y el opositor necesario sigue ausente

26/06/2018 | 07:41 |

Los corresponsales de Cadena 3 relevaron precios de tickets de las aerolíneas tradicionales, las de "bajo costo" y las líneas de colectivo para Córdoba, Mendoza, Neuquén, Ushuaia y Buenos Aires.

Adrián Simioni

Con alto acatamiento se cumplió el feriado matero dispuesto por las centrales sindicales que le regaló un fin de semana largo y mundialista a un país paradójico; a una sociedad que quema un día de actividad gritando que es pobre, pero en realidad se puede dar el lujo de ofrendarle otro día a Netflix porque vive como rica. 

Es el mismo país que se da el lujo de subsidiar la pobreza (no la lucha contra la pobreza) y que, justamente por eso, no para de multiplicarla. La misma sociedad que a la primera de cambio pide más Estado para que haya más soluciones, sin percatarse de que el Estado ya se come 42 por ciento del Producto Interno Bruto y que hay buenas razones para pensar que, más que soluciones, es el que genera los problemas. Sin ir más lejos, la inflación.

El alto acatamiento al mate y los criollitos tuvo lugar sobre todo en las ciudades. Y cuanto más burocráticas, más todavía. Es obvio. Los más amenazados por la racionalización del Estado que deben encarar el gobierno de Mauricio Macri y las provincias son los sindicatos estatales y paraestatales (los que viven de regulaciones públicas tan densas que sus patronales privadas son apenas una fachada). 

Por eso -y por otras razones, como el riesgo cero de pérdida del empleo o del salario- siempre en estos casos lo que se ve más vacío son las oficinas públicas. Y los que más vociferan son sindicalistas del sector estatal o paraestatal. Tipo Rubén “Pollo” Sobrero, que ayer blanqueó que su objetivo es la caída del Gobierno. Golpismo de la típica izquierda desleal con la democracia liberal, de la que aprovecha sus garantías pero en la que jamás ha creído de verdad.

La confusión es tal que en estos fastos nac&pop de huelgas generales, los sindicatos de sectores privados convocan junto a los gremios estatales y paraestatales. En realidad, deberían estar enfrentados. 

El malestar de la economía argentina se llama, desde hace muchas décadas, inflación. Y esa inflación estructural y continua (no la suba circunstancial del petróleo o de cualquier otro producto por una situación puntual) es fogoneada por un Estado voraz e incapaz de frenar su gasto, que primero castra con impuestos al sector privado, luego lo defrauda emitiendo moneda sin respaldo y al final lo asfixia apoderándose de todo el crédito. 

Puede decirse con verdad que los impuestos, la inflación y la desaparición del crédito castigan tanto a los empleados estatales como a los privados. La diferencia es que impuestos, emisión y endeudamiento, finalmente, se exacerban para pagarles a los estatales (no a los privados), que encima gozan de mayores salarios y derechos laborales que los demás.

El paro de un partido

En lo que no hay confusión es en el alineamiento partidario del paro. Como en el debate de las tarifas del Congreso, aquí no faltó nadie. El peronismo ampliado dijo presente: desde los sindicatos hasta la iglesia católica, pasando por las organizaciones piqueteras que alimenta el propio Estado, gobernadores justicialistas que prefirieron el silencio y un libreto que, finalmente, vuelve a coincidir con el abecé kirchnerista. El kirchnerismo sigue conduciendo estratégicamente al peronismo, por más desafiliada del PJ que esté Cristina Fernández.

Como sucede con la ley de despenalización del aborto, el peronismo sólo habilita la objeción de conciencia individual, no la institucional. Nadie en el partido de Juan Perón logra sacarse de encima a la expresidenta y, sobre todo, a sus ideas.

Un verdadero problema para la Argentina. Los países capitalistas democráticos más importantes del mundo acaban de darle al país, a través del Fondo Monetario Internacional, otra oportunidad para que de una vez encuadre sus números y deje de vivir de prestado.

Ahora son las empresas, los inversores, los que deben confiar en que, esta vez sí, Argentina, una vieja y mañosa conocida, cumplirá sus promesas. 

Pero ¿cómo creer?. Ellos saben que el gobierno de Mauricio Macri no tiene el poder institucional necesario para transitar ese camino solo. 

Por eso el plan económico está diseñado para, llegado el caso, permitirle a Cambiemos un final digno y habilitar la llegada de un partido, una fuerza o un político opositor comprometido con el largo plazo. Ese opositor es el que sigue sin aparecer. 

Una pena. Agosto de 2018, mes de las Paso presidenciales, está cada vez más cerca.

La falta de arrojo de ciertos potenciales candidatos del PJ, que hoy son gobernadores y legisladores, promete dejarlos sin el pan y sin la torta. Es que, en la medida en que no ellos no aparecen generan un vacío de alternativas razonables que, a la vez que hunde a Cambiemos, le da alas al kirchnerismo o, cuanto menos, al libreto K. Incendian a un contricante con el que coinciden para engordar a un socio al que odian.