El hecho se produjo en el interior del aula (Foto: Archivo)

Opinión

Menos alumnos, más maestros, pésimas políticas

20/02/2019 | 13:13 |

De las 12 provincias que más alumnos perdieron y más maestros nombraron, 11 eran beneficiarias de los gobiernos K. Los gobernadores designaban; la Nación pagaba parte del sueldo.

Adrián Simioni

En la escuela primaria de gestión estatal de la Argentina hay cada vez menos alumnos y cada vez más maestros. Es la conclusión principal a la que llega un centro de estudios de la Universidad de Belgrano. En 2003 había 15,6 alumnos por maestro en el promedio del país; en 2017 eran apenas 12,2.

Pero la situación no es igual en todas las provincias. La peor del grado es Catamarca, que hoy tiene solamente 6,2 alumnos por cada cargo docente. Que se sepa, eso no se ha traducido en una mejora extraordinaria de la calidad educativa. Es más: en la escuela primaria de los países más ricos del mundo nucleados en la Ocde la relación es de 15,2 alumnos por profesor (datos de 2016). En 2014, el entonces ministro de Educación de Catamarca le admitió a El Ancasti que “por lo menos” la mitad de los docentes pedían licencias por enfermedad todos los meses.

El problema es que, si cada vez hay más maestros innecesarios, será cada vez más difícil pagarles salarios más elevados a los que maestros que serían suficientes. 

Pero hay otro punto. No todas las provincias fueron tan descuidadas. Desde 2003 hubo distritos que agravaron esta relación más que otros. Por ejemplo, Buenos Aires tenía 17 alumnos por maestro y pasó a tener 16. Y Formosa, que tenía casi 17, pasó a tener 10.

¿Por qué algunos gobernadores fueron, durante esos años, mucho más proclives que otros a contratar maestros? Las razones pueden ser muchas.

Una posible razón es la siguiente. Las 12 provincias que más achicaron la cantidad de alumnos por maestro fueron Catamarca, Formosa, Salta, La Rioja, Santiago del Estero, Tierra del Fuego, Corrientes, La Pampa, Tucumán, Entre Ríos, Jujuy y Chaco. 

De ellas, nueve fueron beneficiadas durante los gobiernos K por lo que se llamó Programa de Compensación Salarial Docente.

Como se recordará, los gobiernos K acordaban con los gremios docentes un salario mínimo para todo el país, que después muchas provincias no podían o no querían pagar. Entonces, a un lote de 11 provincias selectas, la Nación les pagaba la diferencia. Nueve de esas provincias están entre las que más llevaron la relación de alumnos por maestros a niveles aún más bajos que los de los países más ricos del mundo, aunque todos más o menos mal pagos.

Hacer mal el bien

Aquel programa tenía una buena intención: ayudar a los distritos presuntamente más pobres a mejorar los salarios. Y tenía una desventaja: castigaba a las provincias y a los gobernadores que hacían el mayor esfuerzo por invertir en educación.

Ahora vemos otro costado negativo: probablemente, el esquema haya sido un incentivo para que algunas de las provincias más clientelares del país hayan aprovechado que la Nación pagaba parte de los sueldos para contratar maestros sin ton ni son. Les convenía contratar maestros antes que otros empleados públicos. Además, siempre queda bien emplear más docentes que burócratas, aunque no hagan falta.

A veces los gobiernos hacen muy bien el mal. Y otras veces, como en este caso, pueden hacer muy mal el bien. La intención de ayudar a provincias puede haber sido buena. Pero las consecuencias reales no. Lo que quedó fueron provincias tapadas de maestros, a los que pagarles bien alguna vez va a ser más difícil que nunca.