Los tornillos sin rosca de la escuela argentina

Casi 6 de cada 10 chicos no terminan la primaria con un saber satisfactorio de matemática y lengua. Es el resultado de un informe del Observatorio Argentinos para la Educación, hecho sobre datos oficiales. Sólo el 57% de los chicos salen de sexto grado leyendo y calculando con un nivel de mínimo para arriba. No en todas partes es igual. Córdoba, por ejemplo, está entre las mejores provincias: pero, igual, el 44% de los chicos sale mal de la escuela. Un desastre.

A ver: si se tratara de una fábrica de tornillos donde el 60% de los tornillos salieran sin rosca, ¿cuánto durarían en su puesto el CEO o el gerente de producción? ¿les darían aumento a los operarios? Si no se fuera el CEO y les subieran el sueldo a los empleados ¿cuánto podría durar la fábrica sin quebrar?

Bueno, en la escuela argentina no pasa nada: damos por sentado, aceptamos resignados, desde hace décadas, que nadie -ni el ministro, ni la inspectora, ni la directora, ni el maestro, tienen metas mínimas que cumplir, logros que alcanzar. Ninguno tiene la obligación de hacer bien su trabajo, que es enseñar. Porque, está bien que una escuela no es igual a una fábrica de tornillos, pero en definitiva la justificación básica de las escuelas es que los chicos aprendan. A menos que eso ya no sea así y no nos hayan avisado.

Pero, eso sí, a pesar del fracaso exigen como si fueran los mejores: mañana en Córdoba, por ejemplo, habrá un nuevo paro para reclamar aumentos salariales por encima de la inflación y por encima de lo que aumentan los ingresos de los padres de sus alumnos, de esos padres que, por cada dos hijos que mandan a la escuela, a uno se lo devuelven sin rosca. Y sin que a nadie se ocurra exigir resultados a cambio de salarios de una buena vez.