El sindicalista que pide en un lado lo que niega en el otro

Energía

El sindicalista que pide en un lado lo que niega en el otro

06/02/2019 | 11:24 |

La asamblea de Añelo expuso el enorme poder de Guillermo Pereyra. Votó en contra de los aumentos tarifarios con que se pagan los sueldos de sus afiliados. Ahora exige subsidios.

Adrián Simioni

Este martes se produjo en Añelo, corazón de Vaca Muerta, un hecho muy significativo. Por primera vez, el sindicalismo dejó claro que va a ser un actor central en la “nueva pampa” argentina, cuyos recursos hidrocarburíferos podrían proporcionarle al país una riqueza parecida a la que en 140 años proporcionaron los granos y las carnes.

Guillermo Pereyra, secretario general del Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa, juntó, dicen, a 15 mil empleados en una asamblea sindical. Fue para dar una señal de fuerza ante la decisión del Gobierno nacional de reducir y redistribuir entre las petroleras los subsidios que les pagará este año para que extraigan gas y petróleo no convencional.

Tecpetrol será la empresa más perjudicada porque había invertido más que las otras y, por ende, captado más subsidios, que este año se le reducirán. Y ha dicho que revisará sus planes. Rumores dicen que podría cancelar 300 contratos. Las petroleras que no habían recibido subsidios y los obtendrán ahora no han dicho nada, pero se supone que incrementarán su actividad.

Bajo el control de Pereyra, la asamblea se declaró en alerta y movilización. El sindicato cuestionó la decisión del gobierno y recordó que firmó un acuerdo de flexibilización parcial y a término en su momento para viabilizar la explotación no convencional. Y advirtió que todo eso se irá por la borda si hay despidos por el cambio en los subsidios.

Lo curioso es que, el año pasado, cuando el kirchnerismo lideró la movida que terminó con diputados y senadores impidiendo la suba de tarifas de la energía, Pereyra, jugó en contra. El sindicalista es senador por el Movimiento Popular Neuquino. Y votó en contra de la suba de tarifas que había determinado el Gobierno, con alto costo político, que encima tuvo, después, que vetar la ley. Doble costo.

Incomprensible (o no tanto)

Lo de Pereyra fue en ese momento como si el Sindicato de la Carne se opusiera a que aumentaran las costeletas. Los sueldos de los petroleros salen de lo que ingresa a las petroleras. Por eso él debería apoyar las subas de tarifas: si los consumidores de gas no pagan lo que los empleados petroleros (y las empresas y las provincias que cobran regalías) exigen para extraer el gas, más subsidios tendrá que poner el Estado para cubrir la diferencia. A menos que Pereyra sea realista y admita bajar los sueldos de los petroleros.

Pero Pereyra quiso en ese momento la chancha y los chanchitos. No quiso quedar mal con los votantes y por eso frenó una suba de tarifas. Pero quiere quedar bien con sus afiliados y entonces exige más subsidios para que lo que no pagan los consumidores lo pague el Estado.

El tema es que el Estado exhausto no puede pagar más subsidios que las fortunas que ya gasta en ello. Si no fuera por las subvenciones que siguen pagando los contribuyentes argentinos, los empleados petroleros no podrían cobrar los sueldos que, por lejos, son los más elevados del país.