El gobierno inminente de Alberto Fernández.

Política esquina economía

El gobierno inminente de Alberto Fernández

31/10/2019 | 06:18 | Hora a hora se achica el margen para que el presidente electo eluda definiciones. El caso de la energía es claro. Pero no el único.

Adrián Simioni

Alberto Fernández apeló a lo que le contó el dueño de la fábrica del Conurbano Bonaerense que recorrió ayer para volver a cuestionar los costos del gas. “Me contó que en 2015 pagaba la décima parte de energía de lo que paga hoy, que las facturas en gas vienen directamente en dólares”, sostuvo.

Al mismo tiempo, los neuquinos lo andan siguiendo en masa. El ex gobernador Jorge Sapag no se le despegó en el acto de asunción del tucumano Manzur. El aún senador y jefe sindical de los petroleros, Guillermo Pereyra, está moviendo cielo y tierra para que Miguel Galuccio vuelva a ser presidente de YPF. Y el gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, avisó ayer por los diarios que se iba a Buenos Aires a tratar de pescarlo al presidente electo, pese a no tener una reunión agendada. Los tres buscan lo mismo: arrancarle a Fernández el compromiso de no volver a pisar los precios de la energía como hizo el kirchnerismo -antes de liquidar la industria energética argentina- y como ha vuelto a hacerlo el macrismo en sus dos últimos meses de gobierno.

En la vida hay que elegir

Las dos historias son un buen ejemplo de cómo a Fernández se le acabó el tiempo de las indefiniciones. Si las Paso anticiparon las presidenciales, las presidenciales adelantaron la agenda. El jefe de sus equipos técnicos (megareuniones de profesionales del PJ que siempre escriben planes que luego pocas veces se cumplen), Nicolás Trotta, viene diciendo una y otra vez un único mensaje en estos días: que hasta el 10 de diciembre el único que gobierna es Macri.

Pero esa es una formalidad. Como queda expuesto en el caso del gas, tanto los industriales proteccionistas bonaerenses como los neuquinos librecambistas quieren definiciones de Fernández. Es como si Fernández ya gobernara, lo quiera o no. Aunque sea dando su aval o su rechazo a lo que inevitablemente tiene que definir Macri.

Para seguir con el caso de la energía: en dos semanas empieza a vencer el congelamiento de los precios del barril del petróleo, de los combustibles y de las tarifas del gas que puso Macri tras las elecciones. Será Macri el que lo prorrogue, lo flexibilice o lo elimine. Y Fernández va a tener que decir si está de acuerdo o no. Puede preferir que se le vuelva a regalar el gas a los industriales bonaerenses hasta que se acabe, como hizo el kirchnerismo y como querrían Axel Kicillof, gobernador de la industria vetusta del conurbano, y la UOM, el Smata y otros cegetismos que hicieron campaña por él. Puede optar por asegurarles a las petroleras precios casi internacionales para que ellas inviertan y el gas no se acabe, para que los emiratos patagónicos puedan seguir quemando regalías en empleo público y para que los petroleros tengan los sueldos más altos del país. En Neuquén los pozos desactivados y los equipos freezados ya están a la orden del día.

No se olviden del presupuesto

Por supuesto, toda la política económica está patinada con el mismo lustre. Todo aguarda con urgencia una señal de Alberto Fernández. Su mano derecha en asuntos financieros, Guillermo Nielsen (que dicho sea de paso les prometió a las petroleras una ley para blindar sus inversiones) y le avisó que el momento de acordar con los acreedores una reprogramación de la deuda (casi seguro con quita) es ahora.

Y, para eso, cerrar trato con el FMI es condición casi inevitable. Y para acordar con el FMI hay que prometer sustentabilidad fiscal. Eso significa delinear un presupuesto, que dicho sea de paso el Congreso aún no definió para el año que viene. De hecho, el gobierno macrista no envió un proyecto para dejar lo hiciera el gobierno que resultara elegido. Bueno: eso ya sucedió.

En el flanco monetario pasa lo mismo. Mauricio Macri avanza con un cepo estricto como pocos que prácticamente prohíbe la compra de dólares al precio oficial. Y, mientras rodea a los dólares con ese paredón, abre el grifo de los pesos (reduciendo el stock de Leliq del Banco Central y bajando tasas de interés) y se dispone a aguantar un nuevo chubasco inflacionario antes de retirarse de la Casa Rosada. El silencio de Fernández al respecto es casi como si ambos firmaran juntos un decreto.