Dormí sin frazada, que además de corruptos tenemos inútiles e indolentes

Hoy nos desayunamos, gracias a una nota de nuestro colega Diego Cabot, con que el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación compró 160 mil frazadas por casi 1.100 millones de pesos pagando entre 150 y 170 por ciento más que lo que cuestan frazadas similares en el mercado minorista, con una frutilla en el postre: las frazadas llegarán al ministerio cuando comienza la primavera.

La ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, mandó a su gente a responder a través de la agencia Télam. Dice que no se puede cuestionar los precios que pagó porque están por debajo de los precios indicativos de la Sindicatura General de la Nación (Sigen) y que necesitan las frazadas todo el año porque el nuestro es un país con gran amplitud térmica.

Nuestra primera reacción es saltar en lo que aparece como otro negociado más de un Estado al que en principio consideramos corrupto. Damos por sentado que alguien se quedó con una coima por pagar más del doble del precio minorista de una frazada por comprar al por mayor 160 mil unidades.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

Pero es más interesante detenernos en otras dos posibilidades que expliquen todo este absurdo: la ineptitud de funcionarios y empleados públicos y la desidia de funcionarios y empleados públicos. O sea, que sean unos inútiles o gente a la que les importa un cazzo los pobres con frío.

Miren la explicación del sobreprecio que da la ministra: está por debajo del precio testigo de la Sigen. Primero: ¿a la ministra no le interesa ahorrarnos unos mangos más allá de lo que diga la Sigen? Segundo: ¿a nadie se le ocurrió pensar que tal vez la Sigen también está llena de inútiles e indolentes? Los que hacen las compras en Desarrollo Social ¿no pueden levantar la mano y decir, "che, me parece que los precios de la Sigen están inflados"? ¿Son ineptos o son inútiles?

La explicación de que las frazadas compradas llegan en septiembre porque nuestro país tiene gran amplitud térmica también es simpática. En toda la Patagonia viven 2,98 millones de personas. Se ve que para este verano Desarrollo Social prevé catástrofes sin fin en la Patagonia y por eso piensa repartir una frazada cada 18 habitantes. No resiste el menor análisis. 

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

Mucho más convincente es la teoría de que el paquidermo estatal que pasta tranquilo en el presupuesto público empezó el trámite en febrero (ya tarde para semejante burocracia) y que entre que tomaron mate, fueron a la asamblea, le erraron a algunos de los 10 mil sellos de la licitación, se tomaron los días por mudanza, las vacaciones adeudadas por días tarjeteados y mil razones más, los tiempos no les dieron. Y las frazadas llegaron con el calor.

No podemos limitarnos a sospechar corrupción. La corrupción se puede atacar en el Estado. Porque el corrupto enfrenta al menos el riesgo potencial de chocar con la ley. Pero tal vez a ineptitud y la desidia sean mucho más importantes para explicar el fracaso oceánico del Estado. 

Porque los inútiles y los vagos no enfrentan riesgo alguno. Nadie los echa nunca. Nadie les exige nada nunca. Nadie les impone metas nunca. Labura el que quiere y como quiere. Y hasta que no hagamos algo seguirán comprando decenas de miles de frazadas carísimas para repartirlas en verano. A ellos nunca les cuesta nada.