Cristina va por todo, incluso por lo de los otros

Política esquina economía

Cristina va por todo, incluso por lo de los otros

26/03/2019 | 07:26 |

Mientras los K se ratificaron como propietarios de la Memoria, la ex Presidenta se apropió de la condición de los perseguidos y de espiados. Y, de paso, ya le puso el ojo a los votos de Schiaretti.

Adrián Simioni

Fue el 27 de febrero de 2012. Hacía poco la habían elegido presidenta con el 54%. Poco antes había muerto Néstor Kirchner, hecho determinante en las urnas.

Estaba en un acto en Rosario. En un momento miró a los militantes que la alentaban y lo dijo: “Vamos por todo, por todo”.

Hay cosas que nunca cambian. Este fin de semana fue una muestra. Cristina Fernández volvió a mostrar su debilidad por la apropiación. No de dineros públicos, en estos casos, sino de banderas, historias, interpretaciones y hasta votos ajenos. Veamos.

24 de marzo

La conmemoración del Día de la Memoria fue otra vez -pese a la participación de agrupaciones de izquierda- ampliamente apropiada por los organismos de derechos humanos escriturados a nombre del kirchnerismo y por los diversos grados de la militancia K, desde los que forman parte de la estructura rentada hasta quienes micromilitan los grupos de whatsapp de los amigos.

Esta apropiación es añeja. Viene de cuando en 2003 Néstor Kirchner decidió usar los derechos humanos como mecanismo de legitimación luego de haber ignorado hasta entonces la cuestión, al igual que su esposa.

El giro alienó hace mucho a una gran franja social de una bandera que debería ser estratégica y compartida pero que los K transformaron en una táctica privada.

Privatización total

Cristina ratificó la escritura K sobre los derechos humanos. Pero esta vez hizo algo más. Unió “el ayer y el hoy”, como ella misma tuiteó, para adjudicarle al gobierno de Macri no sólo el ajuste y la “timba financiera” supuestamente similar a la de la Dictadura, sino la “persecución a opositores políticos”.

¿Y quiénes serían esos perseguidos? Pues claro, ella misma y su familia.

Con esta operación sencilla -y la complicidad aquiescente de militantes e intelectuales muy versados en teorías de los dos demonios pero negacionistas de la corrupción K- Cristina se transformó a sí misma en una víctima del terrorismo de Estado actual. Macri, vos sos la dictadura.

Curiosa esta dictadura. A diferencia de lo que pasó con el terrorismo de Estado, hoy no hay, como entonces, hijos muy pequeños de cúpulas terroristas no tengan que huir a La Habana primero y a México después.

Acá la hija mayor de la presidenta, ya de 29 años de edad, puede ir a Cuba, pese a estar involucrada en investigaciones judiciales, porque desde 1983 rigen todas las garantías constitucionales y el debido proceso. No hay encapuchados.

De manera que ahora Cristina, además de apropiarse de una tragedia que nunca la tocó y que ignoró, la banaliza asimilándose a las víctimas.

Personaliza en ella algo que jamás le sucederá, con un objetivo claro: conseguir una coartada para sus responsabilidades penales. Un justificativo para impugnar la legitimidad de los procesos judiciales en su contra.

Es la apropiación de los desaparecidos para uso ya no partidario sino personal. Privatización total. Todo hecho con el asentimiento de los que marchaban, de quienes dicen ser guardianes de los derechos humanos pero en realidad son como esos custodios que se dejan asaltar en complicidad con los cacos.

No es la primera vez que lo hacen. Ni será la última. Pero al menos podrían bajarse de la lomita moral en la que dicen vivir.

Las manos en la Massa

Como si jamás hubiera pasado nada, la ex presidenta también aprovechó el sospechoso asalto a oficinas de Sergio Massa para expresarse en sus redes sociales: “El espionaje político que se vive en nuestro país es francamente intolerable”.

No es que no haya razones para decirlo. La investigación judicial que lleva adelante el juez kirchnerista de Dolores Alejo Ramos Padilla podría dejar al descubierto una red de espionaje cuyo vínculo con la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) está por verse y cuyo responsable será, de una o de otra manera, el Gobierno.

Pero la ex mandataria no sólo olvida que el mismo Massa fue robado en su casa por un prefecto durante la campaña electoral 2013. La Presidenta era ella. La Prefectura dependía de ella.

Claro que hay más. Nadie, mucho menos ella, parece recordar la escucha telefónica en la que ella le urge a Oscar Parrilli, ex titular de la AFI buscar “todas las causas que le armamos” al ex jefe de la SIDE Antonio Stiuso para contraatacar declaraciones que éste había formulado.

Nadie parece recordar el Proyecto X por el que hasta 2011 la Gendarmería hacía espionaje interno.

Ni al ex general César Milani que por orden de una cámara federal sigue siendo investigado por el montaje de una red paralela de espionaje a cargo -nada menos- que del Ejército.

Así, Cristina ya se apropia no sólo de los perjuicios que otros infligieron a los ciudadanos sino de lo que ella misma pudo haberles infligido durante sus gobiernos, según surge de sus charlas con sus colaboradores más importantes y de sospechas que han dado lugar a investigaciones judiciales iguales a las del juez de Dolores Ramos Padilla.

Apropiación a futuro

Pero no todo tiene que ver con el pasado. En un confuso episodio, el muy anti UnionPorCórdoba Pablo Carro, decidió bajarse de la candidatura a gobernador por el kirchnerismo cordobés para la que había sido ungido un día y medio antes. Rarísimo.

Las causas posibles pueden ser varias e incluso complementarias. Van desde la existencia de un presunto pacto entre Cristina Fernández y Juan Schiaretti hasta la sospecha de los kirchnerismo de que la elección del 12 de mayo los expondría en una miseria de votos con pésimo impacto para la campaña de la jefa.

La ex presidenta no tuiteó al respecto. Pero su exjefe de gabinete arrepentido devenido en actual jefe de campaña dijo que la bajada de Carro fue una decisión de ella porque aprendió de los errores de la campaña anterior en la que la presentación de Unidad Ciudadana “complicaba las chances de los que gobernaban”, en referencia a los gobernadores peronistas.

O sea que, más allá de la verdad, el relato oficial K va a decir que Cristina Fernández se “sacrificó” en Córdoba y, el 12 de mayo, se va a adjudicar una parte indeterminada de los votos que consiga la nueva alianza de Schiaretti.

Acá en Córdoba puede que semejante intento de apropiación de votos ajenos nos despatarre de la risa, pero en el escenario nacional (en Capital Federal y conurbano bonaerense, bah, digamos la verdad) va a ser un caramelo que muchos ya comenzaron a saborear.