Creer o reventar: hay 200 mil empleos más que hace un año

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Creer o reventar: hay 200 mil empleos más que hace un año

20/06/2019 | 11:17 |

El desempleo trepó: por primera vez desde 2006 superó el 10%. Pero también creció el empleo. Es porque hay una reconversión. Crece en el interior. Y el Indec no lo mide del todo.

Adrián Simioni

La Anónima es, por lejos, la cadena de supermercados más importante en la Patagonia. Con más de 130 sucursales, es la segunda distribuidora de capitales nacionales. En marzo su balance decepcionó: en los últimos 9 meses acumuló resultados negativos por 727 millones de pesos. Sin embargo, le fue muy bien con los dos frigoríficos con los que desde hace años abastece a sus supermercados, con los que tuvo resultados positivos por 932 millones de pesos.

Lo que sucedió con La Anónima es un buen reflejo de lo que está pasando con la Argentina. En general, todo lo orientado al mercado internola  está golpeado por caída del poder de compra a manos de la inflación. En cambio, lo que se orienta al mercado externo, tiene mejores chances. De hecho, por eso salvó las papas La Anónima: hizo inversiones para aprovechar la demanda china de carnes y la apertura de nuevos mercados el año pasado.

La cuestión viene a cuento porque es bajo esta luz que hay que leer los datos de empleo difundidos por el Indec, que siguen sorprendiendo. A pesar de la paliza que significó la recesión (el Producto Interno Bruto cayó 5,8% en el primer trimestre de este año respecto al primer trimestre del año pasado), el empleo no se derrumbó.
Al contrario. Creció. En el primer trimestre del año el Indec registró 200 mil ocupados más que los que había en el primer trimestre del año anterior. Y 150 mil más que en el último trimestre de 2018.

Color de rosa, para nada

¿Qué significa eso? ¿Que es todo está genial? Para nada. La recesión existe. Y golpea. La desocupación aumentó exactamente un punto año a año y es la más alta desde 2006. Aunque haya más empleos, aumenta la cantidad de desempleados porque más gente ha salido a buscar trabajo. Y salió más gente porque los salarios de los que estaban trabajando ya no alcanzan para lo mismo que alcanzaban antes. Hay hijos e hijas que sólo estudiaban, adultos que trabajaban sólo tiempo parcial, o que estaban en el hogar cuidando de la familia que, de pronto, han tenido que salir a buscar un ingreso.

También lo muestra el Indec: si se suman los desempleados, los subocupados que quieren o necesitan trabajar más o que podrían trabajar más y los ocupados que aún estándolo necesitarían trabajar más para completar sus ingresos, se llega al 34% de la población económicamente activa, cuatro puntos más que hace un año. Eso se llama “presión sobre el mercado de trabajo”.

Ahora bien: ¿por qué hay que leer estos datos a la luz de situaciones como las de La Anónima? Porque el mercado de trabajo se está reconvirtiendo. No es que estamos en la mala y, una vez que pase, todo volverá a ser como antes. Y en esa reconversión pasan muchas cosas.

A exportar

Por empezar, se pierden empleos orientados al mercado interno; se crean en sectores orientados a la exportación. No es sólo el agro. La pesca, la energía y la agroindustria están en este paquete.

En cambio, como hemos visto en los últimos meses, industrias mano de obra intensiva y en las que Argentina nunca logró ser competitiva, como la textil, la de indumentaria y la de calzado, sobre todo deportivo, están muy golpeadas y perdiendo puestos. Es difícil que los recuperen. Hacia adonde va la Argentina, no hay mucho espacio para esos rubros.

Desde el interior

También se pierden más empleos en las grandes ciudades que en el interior, en parte porque en el interior están las economías que exportan. 

De hecho, el Indec tiende a mostrar muchos empleos destruidos en las 31 grandes ciudades que mide y pocos de los empleos que se crean en el resto del interior que el Indec no mide. 

El caso de La Anónima vuelve a ser un buen ejemplo. Sus supermercados que pierden plata y probablemente no estén tomando gente están en las grandes ciudades de la Patagonia, todas las cuales son medidas por el Indec. Pero sus dos frigoríficos, a los que les va tan bien están, uno, en Salto (Buenos Aires), y, el otro, en Speluzzi (La Pampa). Jamás un encuestador del Indec pisó esos pueblos.

Algún día habrá que discutir este sesgo de Indec, que sobrerrepresenta el impacto negativo de las políticas públicas en las ciudades y minimiza el impacto positivo de esas mismas políticas donde vive el 40% de los argentinos a los que el Indec no les pregunta si están o no empleados.

Y con el sector privado

Argentina está embarcada en una reducción de los déficits fiscales a mediano plazo. En todos los niveles del Estado. Tiene que abandonar la senda que la llevó a los altos impuestos que asfixian a las empresas, a la emisión inflacionaria y al sobreendeudamiento que deja sin crédito a los privados. 

Si en verdad se termina la fiesta fiscal, el sector público, sobre todo el provincial, tendrá que dejar de ser una agencia de colocaciones despreocupada por la productividad. El empleo público también deberá entrar a una meseta, para que el sector privado pueda volver a generar riqueza, ahorro, inversión y empleos sólidos, capaces de sostenerse solos en un mundo competitivo.