Tandarica en la Cancillería

La quinta pata del gato

Tandarica en la Cancillería

03/12/2020 | 12:25 | ¿Solá inventó o se resfrió? En todo caso, el gobierno terminó otra vez en Costa Pobre: el propio presidente acusa al canciller de falsear un diálogo diplomático, y no lo echa.

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El gabinete nacional se va turnando para protagonizar la cuota semanal de papelones. La vara del patetismo quedó alta luego de que la semana pasada nada menos que el presidente de la Nación, megáfono en mano, como si fuera un capo piquetero o un guía turístico, no sabemos bien, intentara calmar en la vereda de la Casa Rosada a barras bravas que lo prepoteaban, sin escucharlo, en medio del extravagante velorio fallido de Maradona.

Esta semana le tocó a Felipe Solá, ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina, que debe ser el único país del mundo con un canciller que no habla inglés, ni ningún otro idioma. Como Tandarica, aquél personaje de un mozo torpe y chaplinesco que no podía parar de provocar molestias y desastres, el canciller argentino quedó en off al contar por radio que Alberto Fernández, en su primera conversación con Joe Biden, le había prácticamente pedido al presidente electo de Estados Unidos la renuncia del representante de ese país en el FMI porque no es proclive a facilitar un acuerdo con el Fondo favorable a la Argentina. Nuestro Tandarica hizo eso luego de errarle al lugar adonde se iba a realizar la importante llamada telefónica, razón por la cual se la perdió.

La queja de Fernández, si hubiera existido, sería en sí mismo un papelón, por muchas razones. No se hace eso en una primera conversación, la ayuda de Estados Unidos no depende del capricho de un funcionario sino de relaciones de país a país y encima Biden no puede echar al funcionario en cuestión nombrado por Trump, que tiene mandato hasta mayo. Y, si aún así lo hubieran hablado, no debió trascender, porque entonces el papelón es para la Casa Rosada e incluso para Biden.

Por eso, la Casa Rosada lo tiró a Solá debajo del tren: lo acusó de haber inventado esa parte del diálogo entre Biden y Alberto. Ahí es donde a Solá Tandarica ya se le cae el café sobre la falda de la dama y la bandeja sobre la pelada del caballero.

En un gobierno de científicos es lógico que haya un ministro inventor, ironizó alguien por las redes.

La verdad, nunca sabremos si Solá inventó o si contó algo que le contaron. En todo caso, el gobierno terminó metido en otro capítulo de Costa Pobre, con un canciller al que el propio Presidente acusa de falsear un diálogo diplomático, pero sin echarlo.

Mientras tanto, la viga más importante del acuerdo con el FMI, que es la ley para frenar el gasto en jubilaciones que mandó Martín Guzmán al Congreso y no la simpatía de un funcionario estadounidense, acaba de caerse, porque el kirchnerismo no quiere pagar el costo político del ajuste, exactamente como lo advertimos ayer en este mismo espacio. La marcha atrás pone en duda el plan antiinflacionario de Guzmán. Por suerte, por ahora podemos reírnos con Tandarica.