Nada nuevo bajo el gol

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Nada nuevo bajo el gol

13/08/2018 | 13:29 |

El viejo y querido maestro Victor Brizuela, entre sus frases célebres decía que el fútbol era el único negocio del mundo que corría a sus clientes a pedradas. Y lo triste es que sigue pasando.

Raúl Monti

Arrancó una nueva edición de la Superliga que de “super” no tiene nada. Será como “la super” que está cada vez más cara a lo mejor. O como “el super” donde, entre góndolas, podes comprar algunos víveres pero nunca criterio y buen gusto atributos que jamás están a la venta. Se tienen o no se tienen. 

A la “Superliga”, pomposo nombre si los hay, le está quedando grande el mote de un espectáculo cada vez más caro para el espectador y cada vez más berreta.

Sólo lo sostiene la inagotable paciencia del hincha que va igual a por todas, que renueva todos los años su carnet de socio tribuna y que evidentemente se conforma con poco.

El mismo espectador que abona la mitad de lo que cuesta una popular para ver una película en el cine y que no aceptaría verla de parado, a metros de un baño inmundo y con perro policía tarasconeando sus talones mientras come pochoclo y bebe gaseosas.

Huracán gastó unos 9 millones de dólares en refuerzos pero aparentemente no le alcanzó para comprar un puñado de semillas de invierno y unas carretilladas de arena del Paraná, de modo tal que el piso del Palacio Tomás Ducó luzca mínimamente presentable, tras dos meses de receso mundialista. 

Otra perlita se escuchó y vió en el Boca Jrs. vs Talleres del domingo por la mañana. A gritos pedía la voz del estadio que algunos revoltosos bajen de la punta del alambre o que se desalojen los pasillos de la platea, por razones de seguridad. ¿A qué fueron a Rusia los funcionarios del programa Tribuna Segura que no aprendieron lo básico? ¿Es tan difícil comprender que en un paño de tribunas con asientos para 5.000 butacas solo deberían sentarse unas?… Si, adivinó, unas 5000 colas máximo. No tendríamos pasillos ocupados pero si vendes 10.000 tickets donde entran 5.000 personas es obvio que los muchachos entrarán a “cococho” por aquello de que en una botella de un litro entra… si, adivinó. Un litro.

Campos en mal estado, partidos trabados y mal jugados, tribunas semi-vacias y con la gente parada tras un alambrada tipo corral de vacas que ya casi no se usa en ningún estadio respetable de la región.
La contaminación visual nos remite a un tiempo que creímos pasado pero que en realidad es un tiempo presente en el que no evolucionamos. Estamos como estamos porque somos como somos. Nada nuevo bajo el gol.