El joven mediocampista es una de las figuras centrales del Barcelona

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Arthur Melo pelea por un lugar en la historia de Barcelona

03/05/2020 | 14:13 | Lo contrataron para liderar un mediocampo herido tras la salida de Xavi e Iniesta y el brasileño no esquivó el reto, pero la pandemia podría truncar su camino en el blaugrana antes de lo esperado.

Raúl Monti

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El joven mediocampista es una de las figuras centrales del Barcelona

La dirigencia lo defiende cuando las cámaras están encendidas, pero no dudó en ofrecerlo como moneda de cambio en varias negociaciones. El volante se cansó del jueguito mediático y de sonar como posible refuerzo en todas partes y aseguró que su único interés es defender por muchos años los colores del conjunto catalán.

Aunque la crisis económica podría ponerle un punto final a su ilusión, Arthur dejó en claro que está dispuesto a pelear por su lugar en el club. Después de todo, vestir la casaca del Barca fue su sueño desde que era tan solo un niño jugando descalzo en las calles de Brasil.

A diferencia de muchas estrellas del fútbol brasileño, su historia no comienza en las favelas ni en el seno de una familia humilde. Arthur Melo nació el 12 de agosto de 1996 en la capital del estado de Goiás, donde creció en una casa de clase media acomodada y tuvo una infancia muy feliz junto a su familia.

Desde que era un chico siguió a todas partes a su hermano Pablo, tres años mayor que él, con quien entabló una relación muy especial. Tenían muchas cosas en común, pero su principal pasión era jugar a la pelota y su papá los anotó juntos en Nilton Maravilha, una escuelita de futsal que quedaba en el barrio.

Arthur tenía solo cinco años cuando llegó al club y en esas canchitas comenzó a forjar su técnica y estilo de juego. Su hermano se cansó un par de años más tarde y dejó de ir a las clases, pero él pegó el salto y se sumó a las inferiores del Goiás, el equipo más importante de la ciudad.

Se destacó entre sus compañeros desde que pisó el césped de su nueva casa y no pasó mucho tiempo para que lo subieran un par de categorías. Tenía un gran dominio del juego y lo que más llamaba la atención era su irrefrenable obsesión por la pelota, por pedirla siempre y ser el dueño del equipo.

Su entrega dentro de la cancha lo hizo merecedor de la cinta de capitán y estaba tan comprometido con sus compañeros que llegó a jugar un partido con una mano enyesada. Cuando tenía 12 años llamó la atención de los cazatalentos del Gremio y decidió dejar la casa familiar para continuar su camino en Porto Alegre.

Arthur aprovechó todas las oportunidades que le tocaron y demostró desde muy chico tener la mentalidad de un profesional. Tenía claras sus prioridades y sacrificó mucho para estar siempre en los entrenamientos, con una dieta estricta y el descanso justo y necesario.

Hacía su camino en Gremio, pero su mente ya fantaseaba con jugar en España. Siguió por televisión la increíble campaña del Barcelona de Pep Guardiola, se enamoró del fútbol de Andrés Iniesta y no podía dejar de pensar en lo que increíble que sería, alguna vez en la vida, dar la vuelta olímpica en el Camp Nou.

El primer paso de ese trayecto llegó en 2015, cuando Felipe Scolari le dio una chance en el plantel profesional y lo hizo debutar a los 18 años. “Felipao” sabía que tenía potencial, pero todavía no encajaba del todo bien con su esquema de juego y lo hizo jugar pocos minutos.

Su explosión llegó en el 2017, cuando el entrenador Renato Gaúcho tomó las riendas del “Tricolor” y le dio un rol fundamental en su equipo. Arthur sorprendió a todos con su impresionante visión en la mitad de la cancha y dejó en el olvido sus días como suplente.

La Copa Libertadores fue el trampolín que lo catapultó a la fama, donde consiguió estadísticas difíciles de creer: todas las pelotas pasaban por él y llegó a tener un 97 por ciento de efectividad en sus pases. Su nombre cruzó rápidamente el Atlántico, y los gigantes europeos pusieron la lupa sobre ese rubio del Gremio que se había ganado la reputación de infalible.

Su equipo alcanzó la final del torneo contra el duro Lanús del “Pepe” Sand y compañía, y los brasileños ganaron 1 a 0 el partido de ida en condición de local. La batalla se definió en La Fortaleza del “Granate” y Arthur se despachó con una actuación descomunal, que solo pudo frenar Nicolás Pasquini con una violenta patada en su tobillo izquierdo.

Jugó apenas 51 minutos hasta que salió lesionado, pero el recital de Arthur fue tan brillante que le dieron el premio al mejor jugador del partido. Lloró de bronca en el banco de suplentes pero la alegría del final fue el mejor analgésico: Lanús cayó por 2 a 1 en su cancha y Gremio consiguió la gloria tras 22 años de sequía en la Libertadores.

No pudo viajar con sus compañeros al Mundial de Clubes por el golpe en el tobillo, pero se ganó la tapa de todos los diarios en Porto Alegre por una foto que le generó muchos problemas. Cuando el “Tricolor” se preparaba para la final del campeonato contra el Real Madrid, su figura apareció en las redes sociales con una gran sonrisa, vistiendo la camiseta de Barcelona y abrazado con representantes del culé.

“Fue una foto que no debió filtrarse, pero se filtró. Todo ha sido aclarado”, argumentó el volante, pero el final de la historia era cantado. En julio de 2018, Gremio embolsó más de 30 millones de euros por el pase de su joven promesa, que partió feliz hacia el Viejo Continente.

Los periodistas españoles no tardaron ni una semana en presentar al refuerzo del Barca como “el nuevo Xavi”, una mochila muy difícil de cargar. La presión se hizo aún mayor cuando Lionel Messi, en su primera temporada como capitán, lo llenó de elogios y volvió a compararlo con el histórico mediocampista.

Arthur heredó la casaca número 8 que había quedado libre tras la salida de Iniesta, su ídolo de la infancia. El dorsal funcionó como una motivación extra y se pudo demostrar en su primera temporada que él también era portador del ADN del Barca.

El equipo se quedó con la Liga y la Supercopa de España, pero sufrió una eliminación humillante a manos del Liverpool en la Champions y los logros alcanzados quedaron en un segundo plano. Para colmo de males, el volante padeció muchas lesiones, y empezó a perder terreno en la consideración de Ernesto Valverde.

La llegada de Quique Setién no cambió mucho su panorama y la interrupción del fútbol por culpa de la pandemia empeoró su situación. El club necesita refuerzos sin abrir la billetera, y el ex jugador de Gremio se convirtió en una opción más que viable para un futuro trueque.

La mayoría de los hinchas blaugranas creen que sería un error dejarlo ir con 23 años cuando puede ser uno de los líderes del Barca del futuro, junto a promesas como Ansu Fati o Frenkie de Jong. Los dirigentes repiten constantemente que el brasileño es una pieza importante en el equipo pero escuchan todas las ofertas que llegan por él.

El propio futbolista se cansó de los rumores que lo involucran y aseguró que no le interesa abandonar el club catalán, aunque los efectos del coronavirus en la economía de los clubes podría provocar el final de su historia en España.

Nadie puede adelantar el desenlace de esta novela, pero el protagonista dejó bien clara su postura: Arthur quiere pelear por un lugar en la historia de Barcelona.

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