La marcha de la gente, no de los dirigentes

Otra mirada

La marcha de la gente, no de los dirigentes

18/08/2020 | 09:18 |  

Fernando Genesir

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La marcha de la gente, no de los dirigentes

No hay ninguna duda que la de ayer fue una marcha multitudinaria.

En Buenos Aires, en Córdoba, en Mendoza, en Rosario y en casi todas las ciudades del país, mucha gente hizo escuchar su voz.

Los motivos de la protesta fueron varios pero todos dirigidos hacia el Gobierno.

Contra la cuarentena, contra la reforma judicial, contra la corrupción, contra la impunidad, contra la inseguridad, según las distintas convocatorias.

Y “en defensa de las instituciones fundamentales de la democracia republicana”.

Por el motivo que sea, con barbijo o con poco distanciamiento, a pie o en auto, la gente salió.

Y constituyó el mayor banderazo contra el Gobierno en los 8 meses que pasaron desde que asumió.

Predecible la reacción del Gobierno: en lugar de tomar nota del reclamo, culpó a Macri por la protesta, como si el ex presidente tuviera semejante poder de fuego.

¿En serio alguien puede pensar que la gente fue porque Macri convocó?

¿Está Macri en condiciones de reunir a tanta gente después del desastre económico que dejó?

Y además, ¿hay alguien en la oposición que puede adjudicarse semejante convocatoria?

No fue una movilización con una consigna unificada y no pareció que la gente estuviera obedeciendo el pedido de un líder político o de un actor.

En todo caso, se podría decir que el convocante a la marcha fue el propio Gobierno, porque lo de ayer fue una reacción a las medidas del oficialismo.

Ya antes de la marcha, desde el Gobierno imaginaban una convocatoria importante.

Y para desarmarla o desautorizarla advirtieron por el riesgo sanitario de la protesta.

Alberto Fernández dijo que la convocatoria era “una invitación al contagio”. Y el ministro Agustín Rossi llegó a considerar que el 17A era "un atentado contra la salud de los argentinos”.

Por supuesto que, como en toda reunión numerosa o aglomeración hay riesgo sanitario. Y que este no es el mejor momento para amontonarse.

Pero al margen del riesgo sanitario, el tema es si hay o no  motivos para marchar, para protestar, para reclamar.

Y claramente, a mucha gente le sobran los motivos.

Y no hay que enojarse ni descalificar a las marchas.

A ningún Gobierno le agradan las manifestaciones, que generalmente son en su contra.

Y desearían que mantener a la población mansa y tranquila.

Pero así no funcionan el sistema.

En democracia, la participación ciudadana no se limita al sólo acto de votar cada dos o cada cuatro años.

Así se eligen a los representantes en el Ejecutivo y en el Legislativo.

Pero después de eso, la democracia se nutre de la participación activa de los ciudadanos, sobre todo cuando los representantes parecen no escuchar a sus representados.

Y por eso las marchas, las manifestaciones, los actos, las protestas.

Les guste o no a quien gobierna.

Y está bien que sea así.

Aunque no pasa con mucha frecuencia, algunas veces los gobiernos se nutren de los reclamos de la gente.

Pasó hace poco con la ley del aborto: el fuerte reclamo de mucha gente puso el tema en la agenda y después impulsó su tratamiento en el Congreso.

A propósito, en mayo el Presidente dijo que "la ley del aborto está lista" y agregó "no la hemos enviado porque estamos otras urgencias", en referencia a la pandemia.

¿Cómo se explica entonces que en medio de la lucha contra el virus haya urgencia para cambiar la justicia, incluida la Corte?

Parece que no hay otro motivo más urgente que salvar a Cristina. Y la gente parece que ya se dio cuenta.

Hace mucho que vienen reclamando en contra de la corrupción, en contra de la impunidad y por una mejor justicia.

Y sin embargo, nada.

Eso explica el hartazgo de la gente. Y que harta de no ser escuchada, salga a la calle.

Y me parece que va a seguir saliendo. Sola, autoconvocada, sin líderes que la lleve de las narices o a cambio de algún bolsón.

Es gente que se moviliza sola y que no está esperando que alguien le baje un discurso en un palco.

Como dijo un viejo peronista, es también la demostración de que el peronismo ya no tiene el monopolio de la calle.

Ahora es la gente que se convoca por las redes, sin la intermediación de los partidos o de las organizaciones o de los dirigentes.

Es un fenómeno de estos tiempos: la gente redescubrió que puede cambiar las cosas saliendo a la calle sin ser convocada por alguien.

Como decía Carlos Pagni anoche en su programa Odisea Argentina, "El sistema representativo de la política ha sido diseñado justamente para que la gente no salga a la calle. El estado de normalidad es la calle vacía y una clase dirigente que se hace cargo de los reclamos de la sociedad. Este juego entre representados y representantes tiene enormes fallas e insuficiencias entre nosotros. Y esto hace que veamos un país que está reclamando lo mismo hace ya demasiado tiempo, sin una clase política que pueda absorber esa demanda".

Con el correr de los días veremos si el Gobierno miró, escuchó, tomó nota que hay buena parte de la población reclamando o si, en cambio, la ignoró.

En función de ello se verá si modifica el camino o si sigue como hasta ahora, con un Presidente tan condicionado por su mentora.

Y aquí está el problema central: para dar respuestas a los reclamos de la marcha de ayer, Fernández aparece muy condicionado por la agenda que le marca su vicepresidenta.

A pesar de la pandemia y la cuarentena, la gente se moviliza.

Acá y en Alemania.

Hay una sociedad activa, que sale: antes contra Macri, ahora contra Fernández.

La gente ya no se calla. La gente resiste, cuestiona, reacciona, marcha, reclama, protesta.

Será cuestión que los gobiernos se den cuenta que podrán ganar elecciones, que podrán manejar el Congreso, que podrán influir en la Justicia, pero que afortunadamente no podrán manejar a la gente.

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