La apatía ciudadana

 -Ha disminuído drásticamente el número de votantes.Sin ir más lejos, el veintitrés de julio, en las últimas elecciones municipales en la ciudad de Córdoba se registró la afluencia más baja desde el regreso de la democracia. Sólo el cincuenta y ocho por ciento de los electores concurrieron a cumplir con su obligación cívica.

- Por eso, el viernes pasado el concejal Juan Pablo Quinteros presentó un proyecto modificando la ordenanza con la intención de revertir la conducta evasiva de los electores a emitir su voto. En esa ordenanza se propone, dentro de una serie de penalidades no económicas, la creación de un registro de infractores en el artículo noventa y cuatro, y se establece las penalidades por incumplir la ordenanza y así dice, los que incurran en dicha conducta, o sea, los que no vayan a votar, no podrán participar en la selección de personal que realice el municipio.

- No podrán tramitar la emisión o renovación del carnet de conducir. No podrán gestionar permisos de edificación, solicitar habilitación de comercio e industria. No podrán solicitar el retiro de residuos de poda u obra ante las empresas prestadoras del servicio, no podrán postularse para el boleto social cordobés o el boleto educativo gratuito o el boleto Obrero Social.

- No podrán postular a ferias que organiza el municipio, o sea, todas estas penalidades para los que no vayan a votar en la ciudad de Córdoba. Está claro que la gente no vota porque está cansada, porque está harta, porque está con bronca, porque la política no le soluciona sus problemas. Al contrario, los problemas, lejos de solucionarse, se agravan.

- El abogado y sociólogo Roberto Vergara dice este fin de semana en la revista Eñe que muchas veces se busca encubrir el propio fracaso electoral, culpando a veces a la apatía política ciudadana; en otros casos, al creciente sentimiento antipolítico de las mayorías. Y en otros más se habla de la irracionalidad, confusión o estado de engaño en que vive el electorado y se permite dudar sobre esas explicaciones a la hora de la baja participación en las urnas.

- Argumenta que la alegación a la apatía electoral quiere negar que lo que la ciudadanía está haciendo conscientemente es decirle que no a lo que bien percibe como sospechosas invitaciones que recibe desde la clase dirigente. También dice que el aumento de los índices de abstinencia electoral no merece ser leído simplemente como un repudio a la política.

-En otras palabras, agrega que el rechazo a la dirigencia política dominante no debe confundirse con el rechazo a la vida política. Hemos dicho en este espacio que no es lo mismo votar que no votar y que si el derecho al voto es también una obligación, debería sancionarse la no concurrencia en las urnas.

-Ahora bien ¿, alcanza con la sanción, con la multa, con la pena?. ¿Alcanza con decirle al ciudadano cordobés que si no va a votar no va a tener el boleto educativo gratuito o no le van a habilitar un comercio o no va a poder retirar los residuos de poda de su domicilio?. ¿Alcanza la sanción, la multa, la pena?. Está claro que mucho debería mejorar la respuesta de la clase política a los problemas de la sociedad para cambiar la apatía política ciudadana