Uñas esculpidas

Aunque el tema está desde hace más de 15 días en todos los portales y desvela a los comentaristas porteños, lo que se cuenta a continuación no tiene que ver con el conflicto entre estudiantes secundarios y el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, aunque se deriva de su existencia.

Ávido de respuestas, un conductor radial comenzó a indagar a padres de los alumnos para establecer los motivos del respaldo o el rechazo a la ocupación de las escuelas. Recogió todo tipo de justificaciones para una cosa o la otra, contabilizó seguramente perfiles presuntamente kirchneristas y aparentemente macristas, hasta que se topó con un argumento desconcertante.

“Mi hija se hace las uñas esculpidas, ¿sabés por qué? Porque en casa no hay necesidades para que mi hija tenga que lavar los platos, entonces no va a ir a lavarlos al Marriot. Me parece una falta de respeto”.

La persona que tiene esa particular concepción acerca del respeto es una madre que se llama María Pérez y que del listado de reclamos estudiantiles eligió objetar las pasantías que se realizan en el marco de las “actividades de aproximación al mundo del trabajo”.

Debe haber una docena de razones para apoyar o invalidar la decisión de mandar a un estudiante a lavar los platos, pero el temor de afectar el esculpido de las uñas suena curioso y, sobre todo, frívolo.

Y la mujer abundó en detalles de cómo es la vida de la adolescente que está a punto de completar el nivel secundario, puertas adentro de su casa.

“Mi hija no hace las camas en casa y no va a ir de mucama al Marriot. ¿Qué enseñanza es esa? Eso es hacer una persona que no tiene derechos”.

La primera conclusión no tiene que ver con la pelea de fondo y es que debe ser muy difícil trabajar en la casa de los Pérez si dan por sentado que las personas que se ocupan de lavarles los platos y de tenderles la cama carecen de derechos.

La otra cuestión es que la mayoría de las María Pérez de este país suelen inflar el pecho de orgullo cuando sus hijos ligan una working holiday y parten hacia Australia o Nueva Zelanda para la recolección del arándano o recalan de niñeros en alguna ciudad norteamericana.

El enfrentamiento que le está permitiendo a un grupo de adolescentes hacer los primeros palotes en la defensa de conquistas sectoriales y a Rodríguez Larreta ensanchar su base de sustentación con los que admiran su intransigencia , no debería saldarse con una discusión tan hueca sobre el trabajo en un país donde el desempleo bajó pero está todavía en el 6,7 por ciento.