Un país sin precios, a cambio de nada

Opinión

Un país sin precios, a cambio de nada

20/08/2022 | 08:30 | Por Adrián Simioni

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

No hay precio para la energía en Argentina. Cada uno va a pagar según la cara del cliente: según su ingreso, según dónde vive, según cuánto consume, según la época del año. Nadie sabe cuánto cuestan el gas y la electricidad. Por lo tanto, seguiremos sin la principal señal del mercado. Unos pocos ahorrarán. Unos muchos derrocharán. Pocos arriesgarán a producir porque sus ingresos seguirán dependiendo de los cheques que deberán firmar políticos a cargo de un Estado quebrado.

La República Demagógica

No hay precios básicamente porque el gobierno no puede evitar los subsidios. Está en su naturaleza. Es el alacrán de las subvenciones. El Estado ya hace política social con las jubilaciones, con subvenciones familiares, con los alimentos, con el desempleo, con la geografía, con las universidades, con los combustibles, con la energía, con el tipo de cambio, con las importaciones, con las exportaciones, con la legislación laboral. Por eso tenemos un precio de la nafta en la Patagonia y otro en el resto del país; 1,3 millón de personas sin trabajar, casi todas en el conurbano; universitarios becarios; armadores de celulares a los que les regalamos dólares; productores del agro obligados a regalar sus dólares; grupos que pagan menos impuestos al trabajo y otros a los que el Estado les paga los salarios; jubilados aportantes que cobran lo mismo que los que nunca trabajaron. Y tarjetas Alimentar, y asignaciones, y bolsones, y turismo bancado por el Estado y transporte gratis en el Conurbano, semigratis en Córdoba y cero transporte en miles de pueblos y ciudades del interior... La lista es interminable. Y agregamos ahora un caos de subsidios energéticos.

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En algún momento hay que limpiar todo eso que impide ver costos y precios. Tiene que haber un solo subsidio en serio para los hogares y las personas que en verdad lo necesiten. En dinero. Y todos los bienes y servicios tienen que pasar a costar lo que cuestan en el mercado. Cada uno decidirá luego qué paga con su subsidio.

Será más simple. Y menos oneroso: nos ahorrará cientos de miles de ñoquis estatales simulando que trabajan en millones de trámites y papelitos. Se acabará el sueño húmedo del político de cuarta que quiere repartir un puchito aquí, otro acá y otro allá. Una incesante fila de mendigos a los que él le da una limosna que no sale de su bolsillo.

El gran misterio: ¿de cuánto será mi factura?

En semejante caos de precios, es imposible adivinar a cuánto se irán nuestras facturas de la luz. Entre que ni ellos lo tenían claro y que querían disfrazar el aumento, los burócratas fracasaron ayer en explicar en qué consiste el aumento. Ni en las empresas de luz y gas saben cuánto van a terminar facturando. Todavía tienen que verle la cara a cada cliente.

Se puede hacer este cálculo. El gobierno dice que, con las nuevas tarifas, el año que viene ahorrará 455 mil millones de pesos en subsidios al gas y la luz. O sea que ese monto, que ahora pagaba el Estado, pasará a ser pagado por los clientes residenciales. En Argentina hay 8,7 millones de clientes de gas y 12,9 millones de clientes de electricidad. O sea que, en promedio furioso, cada boleta de luz o gas tendrá que tener un recargo de 877 pesos. O sea, si fuera para todos iguales, tendríamos que pagar 877 más por el gas y 877 más por la luz: 1.754 pesos por mes adicionales para cada hogar con los dos servicios.

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Pero, claro, un poco más de un tercio de las boletas son de clientes que van a seguir recibiendo el mismo subsidio. Así que los 1.754 pesos que ellos no paguen tendrán que ser pagados por los demás. A eso se lo vamos a cargar a los que pierdan todo el subsidio, que son casi un tercio. Entonces quienes pierdan el subsidio tendrán que pagar como mínimo el doble: los 1.754 pesos de sus propias boletas de luz y gas y los 1.754 pesos de las boletas de luz y gas que no van a pagar los subsidiados: unos 3.500 pesos.

Los del medio tampoco perderán el subsidio. Es más: apenas pagarán el precio real cuando consuman más de 400 kilovatios de luz y sobre un tercio de su consumo de gas. De manera que gran parte del adicional de sus boletas (como mínimo la mitad) va a tener que cargarse también al tercio que pierde el subsidio.

Con esto podemos arrimar el bochín: el tercio sin subsidio debería terminar pagando unos 4.400 pesos extra de luz y gas al mes, en promedio, los del medio unos 877 pesos más, en promedio, y los subsidiados, ni un peso más. Es el piso para que el gobierno ahorre lo que dice que quiere ahorrar.

Mil distintos tonos de fraude

Tanta arbitrariedad va a dar lugar a todo tipo de distorsiones y fraudes. De entrada, quienes operan en negro o subdeclarando ingresos tendrán una ventaja más en el país de los idiotas que pagan impuestos.

Uno puede imaginar sin esfuerzo departamentos exactamente iguales, en el mismo edificio, que se alquilan por diferencias importantes, sólo por el hecho de que uno de los inmuebles "arrastra" subsidios y el otro no. La inventiva popular va a tener mucho para enseñarnos.

Tanto tarifazo para nada

Parece una comedia de enredos. El gobierno justifica el aumento en la necesidad de reducir el déficit fiscal. Y la oposición le adjudica un tarifazo que el gobierno niega.

Si los datos que se dieron hasta ahora son reales, el tarifazo no lo es tanto y, por no serlo, no servirá para reducir a fondo ni los subsidios ni el déficit fiscal. El gobierno dice que el año que viene ahorrará con este tarifazo 455 mil millones de pesos. Pero resulta que sólo en junio el Estado pagó subsidios a la energía por 226 mil millones.

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Podrá decirse que en algún momento el alto impacto del gas importado cesará, ya sea porque se diluyan los efectos de la invasión rusa a Ucrania o porque el gasoducto Kirchner permita reemplazar la importación. Difícil que el chancho vuele: el año pasado, sin guerra y sin la inflación interna acumulada para entonces, el Estado pagó en junio más de 115 mil millones. O sea que el ajuste arrimará en 2023 el equivalente a sólo 5 meses de subsidios del año... 2021.

Es más: en este enero próximo, cuando se aplique en forma plena el tarifazo anunciado ayer, tal vez el peso de los subsidios sea aun mayor que el que había en enero de este año, sólo por la inflación acumulada en lo que va y en lo que falta del año. A menos que, por ejemplo, todos los que trabajan en la exploración, extracción, producción, transporte y distribución de toda la energía del país, renuncien a pedir aumentos salariales, en enero la energía costará más pesos de los que cuesta hoy. En enero será más cara. La distancia entre lo que pagamos y lo que cuestan el gas y la luz volverá a alargarse.

La ventaja, tal vez, es que para enero ya nadie sepa bien cuánto paga y cuánto debería pagar por la luz y el gas en el país sin precios. Y que por eso, pegar un tarifazo en serio termine siendo más fácil en el río revuelto de unos servicios públicos balcanizados, caotizados, sin precios ni lógica alguna.

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