La dacha argentina en Moscú

Ajuste diplomático

Milei, Stalin y la dacha argentina

24/11/2023 | 11:10

En el marco de los ajustes anunciados, al electo mandatario libertario le corresponderá supervisar un amplio catálogo de propiedades estatales en el extranjero, incluyendo un incómodo legado comunista.

Redacción Cadena 3

Marcos Calligaris

En un rincón del exclusivo barrio cerrado de Serebryany Bor (Isla de Plata, en ruso), a solo veinte minutos de Moscú, se encuentra una histórica dacha (casa de campo) que Iósif Stalin le obsequió a Argentina el 15 de febrero de 1953. Tuve la oportunidad de frecuentarla en diversas fechas patrias, cuando el embajador de turno invitaba a la reducida diáspora argentina a confraternizar con asado, empanadas y tangos.

La historia de este particular regalo se remonta al encuentro entre el líder comunista y el entonces embajador argentino Leopoldo Bravo en Moscú, un evento poco conocido que fue narrado por el historiador ruso Alexander Sizonenko en un artículo publicado en enero de 2000 por el diario Nezavisimaia Gazeta. Según cuenta Sizonenko, durante la reunión Stalin dialogó en un tono amigable con Bravo sobre la posibilidad de fortalecer las relaciones comerciales entre Argentina y la Unión Soviética.

Este episodio reveló la conexión entre Stalin y Perón, y se trataron temas que fueron desde la independencia económica hasta la admiración del líder soviético por Eva Perón. Evita había fallecido un año antes de la reunión; el líder comunista moriría un mes después.

Un inmueble histórico

La dacha en cuestión, construida en 1901 y renovada después de la Segunda Guerra Mundial, se yergue sobre un terreno de 5.000 metros cuadrados, y se encuentra en un estado impecable gracias a los esfuerzos de Leopoldo Bravo y de los sucesivos embajadores que la cuidaron con presupuesto estatal. Serebryany Bor se convirtió con el tiempo en un barrio exclusivo, repleto de mansiones donde viven los principales multimillonarios moscovitas.

Ni el líder comunista ni los agentes inmobiliarios pudieron presagiar que ese lugar se convertiría en uno de los más cotizados de Rusia. Como botón de muestra, solo el lote donde se levanta la dacha argentina está valuado en más de 25 millones de dólares.

Es por ese motivo que en 2017, la UPDK —el organismo ruso encargado de administrar los inmuebles con destino diplomático— le comunicó sorpresivamente al Gobierno argentino que la cesión de Stalin tenía fecha de vencimiento y que debía devolverse ese mismo año. Luego de varios pedidos diplomáticos, y pese a los intentos para que Argentina ceda parcialmente el lote, el tema quedó zanjado (¿definitivamente?) cuando Putin visitó Argentina en diciembre de 2018, en el marco de la Cumbre del G20. El mandatario ruso simplemente retiró el tema de la agenda, lo que fue visto por analistas como un guiño al entonces presidente Mauricio Macri.

No obstante, desde hace varios años Argentina paga a la UPDK unas expensas especiales, porque la dacha se encuentra en un barrio cerrado. La cuota ronda los 2.000 dólares, aunque especialistas inmobiliarios estiman que, dadas las características del inmueble, no deberían bajar de los 35.000 dólares.

Los inmuebles más caros

El caso de la dacha rusa es solo una instancia de un problema mayor. De acuerdo con datos divulgados en 2018 por el Ministerio de Relaciones Exteriores, Argentina ostenta (y mantiene) 50 representaciones diplomáticas propias y alquila otras 214 propiedades en los 123 países donde tiene representación diplomática.

Solo tomando el mes de junio del citado año, la Cancillería gastó USD 1.915.242 en alquileres. Al dólar de la semana posbalojate ($1.060, promedio), ese gasto equivale a más de 2.000 millones de pesos mensuales en alquiler. A esto se suma el mantenimiento de las propiedades, la erogación que implica abonar sueldos para más de 2.000 empleados, entre personal diplomático y administrativo, y otras chauchas.

El inmueble más caro que posee Argentina en el extranjero se encuentra en los Países Bajos, destinado a la residencia oficial del embajador Mario Oyarzábal. Situado entre Leiden y La Haya, su valor supera los 155 millones de dólares. La segunda propiedad más cara es la embajada en Roma, valuada en más de 146 millones de dólares, seguida por la residencia oficial del embajador en Dinamarca, cuyo valor se estima en $110 millones de dólares. Otras propiedades destacadas incluyen la exresidencia oficial del embajador en Bogotá y la residencia en Madrid, tasadas en $88 millones y algo más de $86 millones, respectivamente.

La lista continúa con propiedades en Nueva York, México, Oslo, Washington y Brasil, valuadas en montos que oscilan entre $50 millones y $21,7 millones, por citar algunos ejemplos.

Durante la gestión de Macri se intentó sin suerte achicar el enorme lastre que implica para el Estado el mantenimiento de tantas posesiones en el exterior. En cambio, sí fueron vendidos inmuebles públicos, sobre todo en desuso, ubicados fronteras adentro. Esto se realizó bajo la modalidad conocida como dación en pago, mecanismo que fue derogado en 2020, a poco de asumir Alberto Fernández. Del tema no se volvió a hablar.

Con el cambio de Gobierno, surge el interrogante de cómo se abordará el mantenimiento de estas propiedades de gran valor en el extranjero y que forman parte de la historia del país. El repetido mantra de Milei sobre que al ajuste que planea "lo pagará el Estado" ofrece algunas pistas. Su futura canciller, Diana Mondino, aún no se pronunció al respecto.

Lo que queda claro es que cada representación diplomática en el exterior es el reflejo de una Argentina opulenta que no existe más, y que dista mucho del país que hoy cuenta con un 40,1 % de pobres.

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