El paraguayo Éber Aquino, en el centro de la polémica.

VAR y Andrada

Víctimas y victimarios

20/09/2018 | 19:36 |

Los perjudicados son Esteban Andrada, con doble fractura de maxilar, que no podrá atajar por al menos un mes, y el sistema de videoarbitraje, que no tiene la culpa. Por Diego Borinsky

Diego Borinsky

De golpe, parece que las víctimas fueran dos: Dedé, futbolista de Cruzeiro expulsado a los 75’ del partido que su equipo perdía 1-0 con Boca, y el VAR, una herramienta tecnología que llegó al fútbol para desnaturalizarlo y destruirle su esencia sin ningún beneficio. 

Antes de exponer los argumentos del caso, aclaro que las víctimas no son esas, sino otras: Esteban Andrada, con doble fractura de maxilar, que no podrá atajar por al menos un mes, cuando atravesaba un gran momento; Boca, que no podrá contar con un hombre que le había resuelto un problema grave y que ahora deberá salir a buscar otro portero, porque, si se le lesiona Rossi, sólo tiene juveniles para cubrir el puesto. Y el otro gran perjudicado es el VAR, que no tiene la culpa.

Empecemos por la última parte. El VAR es una herramienta, la posibilidad para el árbitro de ver las imágenes un par de veces por la televisión, como hace la mayoría que lo sigue desde su casa. Tiene más elementos para equivocarse menos. Hay jugadas taxativas en las que el VAR es terminante: no veremos más goles convalidados en offside ni anulados por offside que no fueron. Ahí la tecnología te da una certeza. Lo mismo que se había conseguido con la tecnología de “gol/no gol”. Seguirá habiendo discusión en las jugadas de apreciación: expulsiones y penales. Pero viendo las imágenes por un monitor, el árbitro tendrá menos chances de equivocarse. Y, en última instancia, el VAR no tiene la culpa. Por suerte, las decisiones las siguen tomando los seres humanos.

En cuanto a la acción de Boca-Cruzeiro, está claro que no hubo intención de lastimar por parte de Dedé. Fue a buscar un cabezazo. Pero con la cabeza en punta, hacia adelante, y Andrada llegó antes, un segundo antes para rechazar el balón. Y el propio Dedé se lo llevó puesto y le quebró la mandíbula. No fue un choque, es decir, dos cabezas encontrándose en el área simultáneamente. No. Llegó primero el arquero y Dedé le cabeceó la cara. Por eso el árbitro cobró falta. Si hubiera sido choque, correspondía parar el juego, porque el arquero estaba en el piso, y luego reanudar con un pique. No tuvo mala intención Dedé, pero hizo un uso excesivo de la fuerza y provocó juego brusco grave. Estuvo bien expulsado el futbolista brasileño. Si lo hubiera hecho levantando la pierna y dejándole los tapones marcados en la cara, seguramente muchos habrían opinado que era correcta la expulsión. ¿Cuál es la diferencia de que lo haya hecho con la cabeza, usada como un misil en este caso (acéptese como figura metafórica)? Ninguna.

La dirigencia del Cruzeiro partió rauda hacia Asunción para pedir la anulación de la sanción. “Practicó una de las mayores, más lesivas y equivocadas decisiones tomadas en la historia del fútbol”, argumentaron, con exageración inusitada. El futbolista de Cruzeiro le fracturó la mandíbula al arquero de Boca y en Cruzeiro hablan de una de las decisiones más equivocadas en la historia del fútbol. Para entender un poco más, hay que decir que desde hace unos meses hay una lucha solapada entre la Confederación Brasileña de Fútbol y la Confederación Sudamericana de Fútbol. Esto viene de la última elección para la sede del Mundial 2026. La Conmebol había convenido que votaran en bloque sus 10 integrantes por EE.UU-México-Canadá, pero Brasil, haciendo su propio juego, lo hizo por Marruecos. Desde entonces, se sienten perseguidos por la Conmebol. La sanción al Santos por la mala inclusión de Carlos Sánchez ante Independiente (le dieron por perdido su partido con Independiente por 3-0) potenció la disputa. Por eso hoy salieron con los tapones de punta.

Boca, como River con la llegada de Armani, había conseguido solucionar un problema grave. El del arquero. Ya vimos la importancia que tienen. En un puñado de partidos, Esteban Andrada contagió seguridad saliendo a cortar centros como no hace casi ningún arquero y sostuvo la valla invicta en 6 de las primeras 8 presentaciones. Cerró el arco. Ahora deberá ir a buscar otro arquero, un poco porque es difícil saber cómo responderá anímicamente Agustín Rossi, relegado al banco tras la llegada de Andrada a pesar de haber sido el arquero del bicampeón, y mucho más porque ante cualquier lesión de Rossi, Boca tendría que afrontar una semifinal o final de Copa Libertadores (si es que llega) con dos arqueros juveniles que aún no han debutado en Primera División: Javier Bustillos (21 años) o Manuel Roffo (18). Con todo el dinero que invirtió para armar este plantel con el gran objetivo de ganar la Libertadores, sería un despropósito llegar a esa situación con un arquero juvenil sin un solo partido en Primera, aunque habría que terminar de confirmar para cuánto tiempo de recuperación tendrá Andrada.

En este país, lamentablemente, las víctimas son consideradas muchas veces los victimarios.