¿Sirven estos amistosos?

Conclusiones tras el 3-0 ante Guatemala

¿Sirven estos amistosos?

08/09/2018 | 18:15 |

En el primer partido tras el Mundial, ese que nunca queremos ver, la pregunta surge y se amplifica por la limitación del rival. Sin embargo, siempre que llovió paró, y estos duelos tienen utilidad.

Diego Borinsky

Es el partido que nunca queremos ver. El que, desde hace más de 30 años, sucede a la hecatombe que dinamita ilusiones. La FIFA, ya lo sabemos de sobra, es partidaria de los velatorios exprés. Que lloren al muerto rápido, se lleven el cajón y a empezar de nuevo. Hay que jugar, hay que facturar. La maquinaria del fútbol no puede mantenerse inactiva.

Me detengo en un par de circunstancias del historial de la Selección y tras consagrarse en México 86 (29/6/86), por caso, volvió a presentarse un año después: el 10/6/87 en Zurich, ante Italia. Tras perder la final del Mundial 90 (8/7/90), jugó nuevamente (ahora con Basile como DT), casi 8 meses más tarde, en Rosario, el 10/2/91. Eran otros tiempos, no tan dominados por el marketing. Por eso el amistoso de ayer, la primera presentación de nuestra Selección tras el porrazo de Rusia, era el partido que nunca queríamos ver. El que nos obliga a recordar a Sampaoli, el motín interno, el falso 9 y la mar en coche.

Visto desde otra perspectiva, la del vaso medio lleno, el 3-0 a Guatemala de ayer también podía ser considerado un nuevo punto de partida, el polvito curativo que nos ayude a cicatrizar la herida, y nos permita ver el futuro con la expectativa de una real renovación. Y algo de eso pudimos presenciar ayer.

Ya sé, muchos van a decir: “Guatemala, no existe, armamos un rejuntado de amigos y le hacemos más fuerza”. Bueno, al margen de las exageraciones irrespetuosas, está claro que la selección centroamericana no es una potencia mundial. No se clasificó nunca a una Copa del Mundo, viene de estar dos años suspendida por la FIFA, no encontraremos a ninguno de sus hombres en equipos de elite y da toda la sensación de que si se tratara de boxeo, más de uno no hubiera superado el examen de la balanza.

También hay que decir que en las últimas Eliminatorias le ganó 2-0 a Estados Unidos de local, que está ubicada en el puesto 146 del ranking FIFA (por delante de otras 60 Selecciones) y que venía de ganarle dos partidos a Cuba (181° en el ranking). Ah, y que en otros años, por ejemplo en 1988 con Carlos Bilardo como DT y siendo campeones del mundo, perdimos 4-1 con Australia (varios años antes de que se convirtiera en habitué de los Mundiales) o que en la previa de Francia 98, con Passarella de entrenador, perdimos 2-1 con Israel. O que unas semanas antes de iniciar la concentración del Mundial 90, perdimos 2-0 ante el Mónaco, o sea: frente a un club.

Papelones hubo en toda la historia, entonces antes que nada hay que plasmar esa evidente diferencia de jerarquías individuales en el campo de juego. Y Argentina lo hizo: se impuso por 3-0 y generó otra media docena de situaciones claras de gol que podrían haber estirado el resultado. En la segunda parte mantuvo la intensidad en el juego aunque tantos cambios le quitaron profundidad y continuidad al juego.

“Más allá del rival había nervios y ansiedad”, señaló Giovani Simeone (23 años), a quien clubes importantes, en su corta carrera, no le faltan: se inició en River y ahora está en la Fiorentina, además de haber defendido la camiseta de la Selección en un Sudamericano y Mundial Sub 20 y en un Juego Olímpico. Sin embargo, ponerse la Celeste y Blanca (negra en el caso de ayer) de la mayor provoca otro tipo de cosquilleo.

Y es muy importante que en estos 6 partidos amistosos que se disputarán en 2018 (el martes con Colombia, luego 2 en octubre y 2 más en noviembre) sean muchos los jóvenes con proyección los que se quiten ese miedo de “la primera vez”.

Ayer, por lo pronto, debutaron 11 futbolistas en la mayor. Cinco lo hicieron desde el arranque (Gerónimo Rulli, Renzo Saravia, Exequiel Palacios, el Pity Martínez y el hijo del Cholo) y en el complemento fueron entrando otros 6: Santiago Ascacíbar (el 5 del futuro inmediato), Alan Franco, Walter Kanemann, Franco Cervi, el Mudo Vázquez y el Monito Vargas. Todos ellos acaban de superar ese temor del debut con su país. Si percibían nervios que los ataban, es probable que en la próxima el efecto sea menor.

Gio, como todo goleador, ya se sacó la mochila de convertir un gol. Lo logró en su debut y 30 años después del estreno de su padre (14/7/88, en el mentado 1-4 ante Australia). El Cholo convirtió en su segunda presentación con la Selección.

Imaginamos una charla post partido del estilo: “Eh, viejo, te pasé, eh”. Gio lo gritó como si fuera de Mundial (era el 3-0), pero no sorprende: así viven el fútbol los Simeone. Así lo sienten. Lo Celso clavó un hermoso zurdazo de afuera, que salió como un chicote, una folha seca, como describirían nuestros hermanos brasileños. El disparo de media distancia es un recurso pocas veces explotado y que entusiasma cuando se utiliza como lo hizo el ex Central. El Pity mostró personalidad para patear el penal, aunque viniera de errar el último con River. Y la clavó fuerte y arriba.

En cuanto al juego, sinceramente se vieron aspectos diferentes (más allá de la debilidad del rival, como todos nos empeñamos en destacar). Lionel Scaloni planteó un 4-3-3 agresivo, con transiciones rápidas de mitad de cancha en adelante. Es decir: un par de toques laterales y otro en profundidad. Como si interpretara ese deseo de terminar de una vez con los 100 pasecitos de un metro para el costado en mediacancha.

En este esquema, hubo dos extremos bien abiertos que jugaron con el perfil acorde para desbordar y tirar centros a un 9 bien de área, como lo es Gio Simeone. El Pity por izquierda (nada de enganche o mediocampista), para aprovechar su velocidad y desequilibrio; y lo mismo con Pavón, por el otro lado.

Los volantes internos, en cambios, lo hicieron con el perfil cambiado: el zurdo Gio Lo Celso por derecha y el derecho Exequiel Palacios (no tiene problemas de perfil) por izquierda, aunque también han sido dinámicos para intercambiar posiciones y aparecer por sorpresa por el lado opuesto. También se notó una gran voracidad por recuperar la pelota lo más cerca posible al área adversaria.

Sirven estos partidos, claro que sí. Guatemala no es una potencia mundial, lo sabemos, y Colombia subirá la vara de la exigencia, pero mientras tanto, y a pesar de ser el partido que nadie quería ver por TV, sirve para que un grupo de muchachos se quite los miedos de encima, vaya tomando confianza y nos haga ver que hay futuro. Y que siempre que llovió, en algún momento paró.