Semblanteando al Araña de Calchín

¿Será la hora de Julián Álvarez en River?

Semblanteando al Araña de Calchín

22/08/2018 | 10:32 |

Se trata de un integrante del equipo de octava división de Deportivo Merlo de Mar del Plata. El niño hace referencia al difícil momento familiar por el que atraviesa. Mirá el video.

Diego Borinsky

Cuando Lucas Alario llegó a River en el mercado de invierno de 2015, la mayoría de los hinchas apenas si sabían de qué jugaba. Una apuesta a futuro, creían todos. Era el apellido con menos glamour de los que había traído el club para tratar de ganar la Copa Libertadores (estaba en semifinales): Lucho González, Javier Saviola, Nicolás Bertolo, Pablo Aimar y Tabaré Viudez completaban la lista de refuerzos.

-¿Estás para jugar mañana contra Guaraní?- lo sorprendió Gallardo a Lucas, a la hora de la merienda, antes de practicar y quedar concentrados para el partido de ida.

-Claro, ¿para eso me trajeron, no? -contestó Alario, con su desparpajo campechano, como si la respuesta fuera demasiado obvia.

El Pipa sorprendió a todos y fue titular al día siguiente ante Guaraní en el Monumental. River ganó 2-0 y Alario tuvo una actuación destacadísima: asistió a Gabriel Mercado y a Rodrigo Mora en los dos goles. Una semana después, convertiría el gol del empate y de la clasificación a la final, cuando River la pasaba muy mal en Asunción. Fue su primer grito con la camiseta de River. En la final ante Tigres, abriría la cuenta en la revancha, en el Monumental, en un partido cerradísimo tras el 0-0 en la ida.

La anécdota de aquella charla la contó el propio Alario un par de semanas después, con la Copa ya en las vitrinas. Cuando entrevisté a Marcelo Gallardo para la realización de su biografía, le consulté por aquel ida y vuelta con el Pipa.

-¿Y si te decía que no estaba para jugar no lo ponías?- le pregunté al DT de River.

-Claro, más vale, a mí me gusta semblantearlos, confío mucho en mi intuición y si lo veía con dudas, olvídate, ponía a otro- respondió.

Ayer por la mañana, durante el entrenamiento del plantel de River en Ezeiza, mientras los futbolistas trabajan en diferentes grupos, en un momento Gallardo agarró una pelota y se puso a hacer jueguitos en un costado. Mucho no le cuesta, siempre se destacó con su técnica y su destreza. Agarró la pelota y se la pasó de aire a Julián Alvarez, como si fuera un desafío en plena calle.

“A ver pibe qué tan bueno sos, a ver si te la bancás”, le dijo sin decir. Y allí fueron: pim, pum, empeine, muslo, pim, pum, el viejo y querido “que no caiga”, de un lado al otro la pelota viajaba obediente a los designios de ambos malabaristas. Y el pibe se la bancó lo más bien, con una sonrisa y hasta tirando fantasía de pechito.

Julián Baltasar Mariano José Luis de la Santísima Trinidad Alvarez (complicado para el cantito) fue un jurista y político nacido en Buenos Aires en 1788 y fallecido en Montevideo en 1843. Luego pasó a ser calle en la ciudad de Buenos Aires. Este Julián Alvarez no tiene tantas pretensiones ni apellido de semejante alcurnia. Nació el 31 de enero de 2000 en Calchín, localidad de 2.500 habitantes ubicada a 115 kilómetros de Córdoba capital. A los 11 años participó en campeonatos infantiles con la camiseta del Real Madrid. Podían ficharlo recién a los 13 años, pero para ello debía mudarse con toda la familia y como no le cerraba a nadie, se volvió. Le quedaron fotos de aquellos días en el Bernabéu, con Sergio Ramos y el Pipa Higuaín, entre otros. Se probó en Boca, también en Argentinos Juniors, donde llegó a vivir en la pensión del club. Pero extrañaba mucho y se volvió al pago chico, hasta que River golpeó su puerta a fines de 2015. Quedó, tomó impulso y hacia allí fue. “Soy hincha de River y eso me dio fuerza para ir y quedarme en la pensión del club. Sigo extrañando el pueblo y a mi familia pero vienen bastante a verme a Buenos Aires”, contó en una nota con Clarín hace un par de meses.

En River subió categorías en forma vertiginosa y este año ya formó parte de la Reserva y de la Selección Sub 20. Incluso viajó como sparring al Mundial de Rusia. En su cuenta de Instagram (@juliaanalvarez) se lo ve sonriendo con el mate en la Plaza Roja y también paradito al lado de Messi, con ropa de entrenamiento. No es la única foto que tiene con el genio: hay una de 2001 junto a sus hermanos Rafael y Agustín en el hotel de Córdoba donde se alojó la Selección en la Copa América, en la previa del partido con Costa Rica.

Su apodo original es Araña, como él mismo lo puso en su cuenta de twitter (@julianalvarezzz) junto a un dibujito, aunque en el club le pusieron Pipa por su parecido a Lucas Alario, precisamente.

Gallardo sorprendió al incluirlo en la lista de 30 de buena fe de la Copa Libertadores en esta última modificación antes de los octavos de final. Y más aún al momento de asignarle el N° 9, que era propiedad de Marcelo Larrondo. El último sábado por la mañana, el Muñeco se dio una escapadita por el predio que River tiene en Ezeiza. Estaba en la concentración del Monumental, a la noche debía dirigir a su equipo ante Belgrano, pero de todos modos fue hasta Ezeiza para ver a la Reserva dirigida por Luigi Villalba. Hizo de padre y vio a su hijo Nahuel, pero también ofició de entrenador que debe estar atento a los juveniles que puede llegar a promover. Y en el 3-0 a Belgrano se destacaron dos cordobeses: el enganche Cristian Ferreira, quien ya suma un par de partidos en Primera, y Julián Alvarez, que aún no debutó en la máxima categoría.

Ayer por la mañana, después de levantar la pelota con la punta del pie e invitarlo a hacer jueguito, el DT de River seguramente semblanteó al Araña de Calchín, como alguna vez lo hizo con Lucas Alario. Que nadie se extrañe si tiene sus primeros minutos en cancha el sábado que viene ante Argentinos Juniors. Se lo vio desfachatado y sonriente en el desafío propuesto por el Muñeco. No parecía muy nervioso.