Los salieris de Lavagna: Prat Gay y Kicillof

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Los salieris de Lavagna: Prat Gay y Kicillof

16/04/2019 | 06:58 |

Los tres sugieren medidas que ellos ejecutaron pero que fueron posibles por la crisis 2001. La cuestión es qué harían en un futuro gobierno si el de Macri termina sin estallido ¿O apuestan a eso?

Adrián Simioni

El síndrome Lavagna se expande. Ahora no es sólo el ex ministro el que habla maravillas de su propio rol y da a entender engañosamente que, si lo votamos, podría llevar adelante las mismas políticas que impulsó entonces, aunque está clarísimo para cualquiera que, hoy, eso sería imposible.

A él se han sumado Alfonso Prat Gay, exministro de Macri e inventor del gradualismo, y Axel Kicillof, ex ministro de Cristina Fernández y valedor de éxitos como el cepo cambiario o el default permanente.

Apenas un par de ejemplos rápidos tomados del síndrome Lavagna para que sepamos de qué estamos hablando:

1- Para que de la noche a la mañana la Argentina deje de importar casi todo y pase a exportar casi de todo, como entusiasma Lavagna a los proteccionistas de la UIA, tiene que haber un salario en dólares tan reventado como el que dejó la devaluación de 2001.

2- Para bajar impuestos como promete Lavagna tiene que haber un superávit o al menos un equilibrio fiscal, que en el caso de Lavagna se logró a los sopapos con el brutal impuestazo inflacionario de 2002. Duhalde y Kirchner (y Lavagna su ministro) se tomaron años en trasladar esa inflación a las jubilaciones y los sueldos de maestros, universitarios, investigadores del Conicet y otros millones de  empleados estatales. Y así bajaron el gasto y lograron el superávit fiscal.

Cuando Lavagna promete un boom de exportaciones y bajas de impuestos, a los que emparenta con los que hubo en su gestión, no dice que para todo eso haría falta un 2001 previo que hunda salarios en dólares y licue jubilaciones y sueldos estatales.

Un guapo del 900

Algo parecido hace Prat Gay. Acaba de declarar: “La última vez que la Argentina tuvo un acuerdo amplio con el Fondo fue en 2003 con Lavagna a cargo de Hacienda y conmigo en el Banco Central. Entre los dos nos plantamos frente el Fondo y logramos imponer nuestro criterio”.

Qué piola, Prat Gay. Como Lavagna, da a entender que hoy habría que hacer lo mismo. Lo que no dice es que aquella supuesta posición de dureza estaba basada en que Argentina era un paria financiero en el mundo y ya no tenía nada que perder.

Como estaba en default, no necesitaba pedirle al último organismo capaz de prestarle a la Argentina, al Fondo, auxilio alguno. Y como la crisis fiscal había estallado, los jubilados, por ejemplo, cobraban miserias. Los maestros cobraban 100 dólares. Claro que, así, él podía hacerse el duro con el FMI.

Por otra parte, ¿qué le plantearía ahora Prat Gay al Fondo? ¿Que le regale plata a la Argentina para que esta siga gastando más de lo que puede, como sucedió durante los últimos 10 años, incluyendo el tiempo de Prat Gay como ministro de Macri? ¿Cuál sería el sentido, si todo ese desperdicio es, en el fondo, lo que nos trajo hasta acá?

En definitiva, cuando Prat Gay recomienda hacerse el guapo con el Fondo no está diciendo que, cuando él hizo eso, Argentina estaba en la lona del default y el Estado pagaba jubilaciones y sueldos de miseria.

Un revoleador de pesos

Vamos a Kicillof en su actual versión corderito, en la que da a entender que no volvería a imponer el cepo cambiario. En un libro que está a punto de salir, dice, según La Nación: “La enseñanza de 2001 en adelante es que ante una devaluación muy fuerte hay que tener una política fiscal y monetaria expansiva, de lo contrario, no camina”.

Uno infiere que, si fuera por él, en lugar del actual ajuste fiscal y el apretón financiero macrista que sigue a la megadevaluación de 2018, Kicillof decretaría jubileo: gasto público y emisión de pesos para todos.

Pero, entonces, ¿cómo haría Kicillof para evitar que todo ese alud de pesos fuera a cambiarse de inmediato por dólares? Durante su gestión se pudieron imprimir papelitos mojados de a miles de millones (se recuerda que la Casa de la Moneda no daba abasto, ¿no?) porque se había impuesto un cepo, porque el default remanente permitía no ceder dólares a acreedores (a los que hubo que atender luego), porque el Banco Central terminó vendiendo a futuro miles de millones de dólares de fantasía que no tenía (y que luego hubo que conseguir) y porque se había autorizado que sectores con tarifas congeladas dejaran de invertir (como el de la energía, que de haber invertido habría demandado dólares que con Kicillof habían dejado de existir).

Pero entonces no es intelectualmente muy honesto que hoy Kicillof diga, al mismo tiempo, que, hoy, él volvería a expandir el gasto y la base monetaria sin imponer algún tipo de restricción en el sistema cambiario.

Todos seteados en “modo 2001”

¿Lavagna, Prat Gay y Kicillof son unos mentirosos contumaces? De ninguna manera. Sólo que presentan la parte bonita de sus recetas. Recuerdan los resultados amables que tuvieron lugar mientras ellos estaban al frente. Pero ocultan las cucharadas de aceite de ricino que hubo tragar, el trabajo sucio previo que muchas veces hicieron sus antecesores para que ellos pudieran patear el penal y las consecuencias desvastadoras de largo plazo que tuvieron algunas de las acciones en las que ellos se describen a sí mismos como héroes.

La mayoría de las cosas que están proponiendo -con medias palabras, porque no son tontos y no quieren quedar pegados- requerirían previamente que hubieran, de nuevo, un default que a la Argentina le costó sangre, sudor y lágrimas, licuaciones salariales y jubilatorias mucho más profundas que las actuales, cepos cambiarios a costa de comerse el capital y decenas de otros sapos y culebras que ninguno de nuestros tres héroes se molestan en detallar.

Es que, si lo hicieran, nos daríamos cuenta que sus programas están seteados en modo “pos 2001”.

Casi todo lo que sugieren podría hacerse, efectivamente. Pero con una condición: que previamente haya un estallido. Y el problema, estimados Lavagna, Prat Gay y Kicillof, es que los necesitamos precisamente para que ayuden a evitar un estallido.

Necesitamos saber qué medidas aplicarían si encabezaran o formaran parte de un gobierno que reemplace al actual a partir de diciembre, pero sin que nada haya saltado por los aires previamente. Ahí los queremos ver. Esa es la figurita difícil.